miércoles, 29 de mayo de 2013

capitulo 6

<<No debo vomitar, no debo vomitar>>

De mi boca escapó un pequeño grito de histeria. Necesito hacerlo para sentirme bien.
Me lancé a la cama y me llevé las manos a la cabeza, respirando un poco con dificultad.

-          ¡Ei! ¿Estás bien?

Nerea acababa de llegar. Hoy le tocaba pesarse y había ido un poco nerviosa.
Pero al contrario como iba, venía más contenta y feliz.
Seguramente habrá ganado más kilos, se nota que está recuperándose.

-          Si, si… estoy haciendo un gran esfuerzo por no vomitar – contesté con la cara tapada por la almohada.
-          Ya verás, con un poco de fuerzas lo conseguirás
-          Eso espero tía…

Nerea se sentó en la cama de un brinco.

-          ¿Qué tal ha ido con la báscula?
-          Engordé 3 kilos

Esta vez la miré, con una sonrisa en la cara.

-          ¡Felicidades!

Nerea sonrió.

-          La siguiente serás tu, ya verás
-          Eso espero…

Me levanté de la cama y me puse a dar vueltas por la habitación.

-          ¿Desde cuando os conocéis tú y Mikel? – preguntó Nerea de repente
-          ¿Conocernos? No nos conocemos…
-          ¡Qué dices! Hace dos días fue directo a nosotras, y cuando te fuiste, me preguntó porque estabas de tan mal humor
-          Eso es porque estaba preocupado, nada más
-          Tu a mi no me engañas, os habéis conocido de alguna forma

Le hice el corte de manga.

-          Infantil
-          No te escucho cara de cartucho

Nerea me miró divertida. Empecé a reír y a dar golpes en la cama, olvidando las ganas de vomitar. Pero aun me faltaba una cosa muy importante, sin la cuál, cualquier esfuerzo que hiciera por no vomitar o por comer, serían en vanos.

·············

Comprobé que Nerea estaba dormida.
Si, lo está, acaba de soltar uno de sus famosos ronquidos nocturnos.
Revisé la hora en el móvil. Las dos de la madrugada; normal que estuviera dormida.
Me levanté de la cama con mucho sigilo, procurando hacer el menor ruido posible.
Salí corriendo por el pasillo del hospital, escondiéndome detrás de columnas por si me veía alguna enfermera que estuviera haciendo guardia.
Con destreza, me colé en el cuarto de baño público, cerrando las puerta tras de mi.
Sin decir palabra, me vendé los ojos, y sin ver nada, me puse delante del espejo.
Ahora debía concentrarme al máximo.
Con los ojos cerrados, empecé a visualizar mi verdadera imagen, la que todos me ven.
Una chica delgada, en los huesos y muy débil.
Alguien que con un solo empujón se haría añicos, simplemente por su cuerpo tan delgado.

-          No estoy gorda – murmuré en voz baja – no estoy gorda

Con las vendas aún puestas, me saqué la camiseta y los pantalones, quedándome solo en ropa interior.

<<Si estás gorda estúpida>> dijo una voz dentro de mi cabeza <<la gente solo quiere que comas para que te pongas más fea de lo que eres>>

Negué agitando la cabeza con energía, pero con una lágrima saliendo de los ojos.

-          No estoy gorda…

<<Si lo estás>>

-          No, no lo estoy… estoy en los huesos… ¡ESTOY EN LOS HUESOS!

Cogí aire, con las lágrimas por la boca, y me quité poco a poco la venda de los ojos.
Me miré fijamente, llorando aún más al ver mi imagen en el espejo.
No me podía creer que estuviera tan mal, no me imaginaba así.
Las costillas se me notaban  mucho, al igual que los huesos de las piernas y las caderas.
Mi cara estaba muy pálida y falta de proteínas.
¿Y qué decir del pelo? Muy estropeado y caído, peor de lo que pensaba.
Ahora lo veía todo. Estoy echa un hueso, soy muy delgada.
Es verdad, me estaba matando a mi misma, me estaba haciendo mucho mal.
Ya tenía la excusa perfecta para comer y no vomitar.
Pero quedaba un inconveniente.
La mayoría de las veces por la que vomito es para sentirme mejor conmigo misma, y superar eso sería mucho más difícil.

·············

Miré el desayuno con mucho asco, con repugnancia.
Pero no me quedaba más remedió que comérmelo y tragarlo si quería recuperarme.
Con la cuchara, me metí un montón de cereales en la boca.
Cada vez comía más rápido, intentando no saborear la asquerosa comida del hospital.
Luego me comí el yogurt, que a pesar de decir que sabe a fresa, sabía a cartón.

-          ¿Hoy comerás el bizcocho de Joana? – preguntó Nerea, ya acabando de comer.
-          Si, hoy si
-          ¡Perfecto!

Sonreí y también acabé de comer.
Al llegar la enfermera, miró sorprendida mi plato.
A continuación empezó a buscar comida por debajo de la cama y de la almohada, buscando después por los cajones de la cómoda.

-          ¡No he escondido nada! – repliqué ofendida.
-          Me sorprende

La enfermera se llevó nuestras bandejas.
Bufé muy ofendida, nunca nadie confía en mi.

-          ¿Comerás el bizcocho con nosotras? – preguntó de nuevo Nerea
-          ¿Con quiénes?
-          Con unas chicas también fan de pulseras rojas…
-          Paso, prefiero comérmelo tranquila y sin gritos a mi alrededor
-          Pues tú verás chica…

Cogí el iPod y me puse a escuchar música rock para ‘’relajarme’’ aunque más bien está música me da mucha energía.

··············

Me senté en tercera fila, escuchando con atención cada palabra de Joana.
Sentí como Mikel me miraba de vez en cuando, y una ocasión, hasta nuestras miradas de cruzaron.
A la hora de la verdad, me levanté y fui directa a Alex, que era quien repartía el bizcocho.
Cuando llegó mi turno, me saludo con una sonrisa y me dio el bizcocho.
Al tenerlo en mis manos, me separé corriendo del grupo, para poder comérmelo en un lugar tranquilo. Divisé un banco y me senté en el.
Le di el primer bocado. Bueno, no está tan mal, se puede mejorar.
Me lo acabé en 3 bocados.
-          Ya veo que estás comiendo

Mikel se acababa de sentar a mi lado vacilón.
Le miré  y le dediqué una pequeña sonrisa, poniéndome un poco nerviosa.

-          Si, bueno… he decidido comer
-          ¿Y eso?
-          Pues… no se… he visto como estoy en verdad y… quiero cambiar

Me encogí de hombros sin saber que más explicar.
Mikel empezó a reír con alegría, dándome después de unas palmaditas en el muslo, el cuál aparté al segundo.
El chico me miró contrariado.

-          ¿No te puedo tocar?
-          Hombre, a penas nos conocemos, y además… - me mordí el labio – el otro día me vi de cuerpo entero y no soy muy agradable que digamos…

Mikel sonrió con dulzura.

-          Tranquila, si sigues comiendo de aquí a tres semanas estarás mucho mejor

Le devolví la sonrisa con un poco de timidez.

-          ¿Hoy también intentas ligar conmigo? – bromeé divertida.

Mikel ni se inmutó, esta vez no se sonrojo.

-          Puedo hacerlo, ¿No? – contestó con voz picarona.
-          Déjame que lo piense… ehm… ¡No!

Me miró sorprendido y al instante empezó a reír.

-          ¡Con las ganas que tienes!
-          ¡Las tuyas!

Más risas de nuestra parte.

-          Yo me voy ya a mi habitación

Me levanté con cuidado y me puse bien el pantalón.

-          Pues ya nos veremos otro día – dijo Mikel levantándose también.
-          Si, bueno

Fue hacia mi y me dio dos besos.

-          Hasta otro día niña
-          Adiós niño

Sonreímos de nuevo.

Le di la espalda y me comencé a andar hasta a mi habitación, aún con la sonrisa en los labios.

sábado, 25 de mayo de 2013

Capitulo 5

-          ¡Te he dicho que no! ¡No pienso hacerte los putos apuntes!

Sonia me acababa de llamar pidiéndome de nuevo que le hiciese apuntes para ella largarse de fiesta.
Ya me estaba poniendo de los nervios.

-          Tú tienes mucha cara, ¿no?

Me llevé una mano a la frente con desesperación. No me iba a quedar más remedió que ceder.

-          Mira, da igual, que ap…

En el último momento, Teresa me arrancó el móvil de las manos y se puso ella al teléfono.

-          Alicia no hará ninguno de los dichosos apuntes, que tengas muy buenos días

Colgó y me colocó el móvil entre las manos.
La miré alucinando, hasta que sonreí agradecida.

-          Muchas gracias de verdad…
-          No deberías ceder a estas cosas
-          Lo se, pero me pongo de los nervios…

Teresa me sonrió y siguió leyendo la revista ‘’Bravo’’ que le había traído su hermano.
La miré detenidamente. Se notaba que había ganado peso, y eso le favorecía mucho.
Esta chica en nada le daba el alta.
Por una parte de me alegraba por ella, pero por otra me sentía mal por que me quedaría sin compañera de habitación.
Al final, nos habíamos echo amigas a pesar de las diferencias.

-          Es hora de comer – anunció la chica mirando la hora en el reloj

Bufé y junto a ella, fui al comedor a ‘’comer’’ lo que me tenían que poner.
Llegamos y nos sentamos en la misma mesa, esperando que nos trajeran los platos.

-          Aquí tenéis

Cogí un tenedor y me llevé ensalada a la boca.
Después lo vomitaba todo, así que no me importaba mucho comer un poco.
Teresa en cambio, ya hacía tiempo que no vomitaba, y comía cada vez más.

-          Oye Alicia – empezó a decir con la boca llena – cuando las dos salgamos del hospital podríamos quedar a dar una vuelta, ¿no?
Sonreí y mordí la manzana sin ganas, con mucho asco.

-          Ni loca quedo contigo, bastante con aguantarte aquí…

La cara de Teresa pasó a triste e hizo una mueca.

-          Teresa tía, que lo decía de broma, por supuesto que saldremos las dos a la calle a liarla juntas

La chica sonrió de nuevo y chocamos las manos.

-          ¿Y cómo es que saldrás conmigo y no con tus amigos? – pregunté con curiosidad.
-          ¿Tú has visto que alguno me haya visitado? ¿O incluso llamado? Pues no… así que paso de ellos, una panda de falsos…
-          La verdad que yo también me acabo de dar cuenta de que los míos son unos falsos… solo me quieren para que les haga los trabajos de clase…
-          Lo mejor es pasar de ellos, se perderán una amistad de verdad como la nuestra
-          Pues sí

Reímos y seguimos comiendo.
Más bien, Teresa siguió comiendo, porque yo, aparte de que no iba a comer más, me quedé mirando a una chica con un aspecto muy raro.
Estaba sentada en la otra punta del comedor.
No había nadie a su lado y parecía bastante delgada, demasiado quizás.
Tenía muy mala cara, y parecía que algo no iba bien, pues tenía los ojos muy abiertos y la vista ida.
La observé más a fondo.

-          Teresa…
-          ¿Qué?
-          ¿Qué le ocurre a esa chica?

La señalé con disimulo con la cabeza.
Teresa la miró y al igual que yo se mostró preocupada.

-          No se, pero tiene una pinta horrible…
-          Voy a ver que le ocurre…

Antes de escuchar las quejas de Teresa me levanté y fui hacia la chica con preocupación.
Al estar junto a ella, le toqué el hombro para que reaccionase.

-          Oye… ¿estás bien?

No contestó. Seguía mirando al frente con la vista ida.

La moví un poco, provocando que cayese al suelo inerte.

-          ¡OH DIOS MÍO! – grité asustada.

Todos fueron hacia dónde yo estaba.

-          ¡¡LLAMAD A UN DOCTOR HOSTIA!! – grité nerviosa y perdiendo el control.

Me arrodille junto a ella y le toqué el cuello, esperando oír palpitaciones.
Horror, mucho horror, no tenía ni una.
Le empecé a hacer un masaje cardíaco, con la esperanza de que así su corazón volviese a latir.
Cada vez lo hacía con más fuerza, pero no servía de nada.
Una enfermera acompañada por dos médicos entraron en el comedor.
La enfermera me apartó de la chica, mientras que los médicos la ponían en una camilla y se la llevaban a toda maquina.

-          Tranquilízate – dijo la enfermera con voz suave

Cogí aire e intente hacerlo, pero no lo conseguía.
Después la escena que acababa de presenciar y vivir, es muy difícil que me calmase.

-          Teresa, lleva tu compañera a su habitación

Teresa me cogió del brazo y me sacó fuera del comedor.
Me deje sin oponer resistencia.

-          No quiero ir a la habitación – gimoteé – quiero ir al aire libre joder
-          Pues vamos, antes de que nos vea alguien

Salimos corriendo por las escaleras, sin atrevernos a cruzar los ascensores.
En la penúltima planta, hay como una especie de patio en la que pueden ir los enfermos con permiso.
Nosotras no teníamos, pero por suerte hoy no había nadie que vigilara.
Cruzamos el patio, pero por desgracia no estaba solo.
Había un grupo de chicos con cáncer, otros que deberían de tener otra enfermedad, y visitantes.

-          Vamos allá – indicó Teresa señalando un rincón apartado de los demás.

Fuimos y allí nos quedamos en silencio.

-          Sabes hacer muy bien ese tipo de masajes… - Teresa lo rompió.
-          Si, bueno… aprendí yo sola estando aburrida… cosas raras mías…
-          ¿Crees que… los médicos podrán haberla hecho revivir?
-          No se…

Miré al suelo con tristeza.
De repente noté una mirada fija en mí.
Alcé la vista y al momento resople angustiada.
Ni que Mikel estuviese ingresado en el hospital.
Estaba junto a su amigo Alex Monner, y también con otros dos chicos con cáncer.
Este me miraba con recelo, sin saber si acercarse o no.
Le desvié la mirada y de nuevo observé el suelo.
Teresa también se había percatado de la presencia de ellos dos.

-          Mikel no para de mirarte – musitó.
-          No digas tonterías
-          Que si, que si, que te está mirando… Hostia, que viene acá

En efecto, Mikel se acercaba con unos andares un poco chulos.
Teresa se puso roja y desvió la mirada a otra parte.

-          Hola chicas – saludó como si fuera normal
-          Ho-hola
-          Hola…

Teresa estaba poniéndose cada vez más roja.
Yo en cambio, desde la última vez no le dirijo la palabra.
Ya pasó casi un mes, aun así, no nos hemos vuelto a decir nada más.

-          ¿Qué tal? – preguntó

Esta vez ninguna dijo nada. Nuestro estado de ánimo no estaba muy bien que digamos.

-          ¿Os ha comido la lengua el gato? – bromeó riendo.
-          Oye Teresa, yo me voy, no me encuentro bien

Sin mirar a nadie, me dirigí fuera del patio.
Justo cuando salí, me encontré con los médicos que atendieron a la pobre chica.

-          ¡Perdonad!

Los doctores me reconocieron enseguida.

-          ¿Cómo está la chica?
-          Hicimos lo que pudimos, pero…

Pusieron mala cara. Lo entendí al instante, la chica estaba muerta.

-          Joder…
-          Tu doctora quería que fueses a hablar con ella
-          ¿Dónde está?
-          En su despacho
Vacilante, me dirigí al despacho con ritmo rápido.
Al llegar, me esperaba sentada en su sillón ojeando unos documentos.

-          Alicia, siéntate

Me senté sin decir nada.

-          Me han dicho que intentaste reanimar a Rebeca

Con que la chica se llamaba Rebeca…

-          Si, pero no sirvió de nada…
-          Lo siento mucho

Sonreí con tristeza.

-          ¿Cómo la veías?
-          Pues no se… bastante mal… muy demacrada, muy delgada, estaba en los huesos…
-          Pues tenía tu edad

La miré espantada.

-          ¡¿Mi edad?!
-          Pues si. Entró el año pasado, y por no querer comer y vomitar exactamente todos los días ha quedado así

No contesté.

-          ¿Conoces a alguien que tenga ese comportamiento?

<< Si, yo >> pensé al momento. Pero no dije nada en voz alta.

-          Debes comer Alicia, no quedes como ella de verdad… eso es lo que te va a pasar si sigues así como estás ahora

Seguí sin contestar.

-          Puedes irte

Me levanté del sillón haciendo mucho ruido y salí dando un portazo.
En seguida las lágrimas surcaron mi rostro. Todo me ha llegado.
Sin darme cuenta, tropecé con un chico.
Antes de que cayera me agarró de la cintura con cuidado.
Nos miramos unos segundos a los ojos.

-          ¿Estás bien? – preguntó Mikel preocupado al verme.
-          De puta madre, ¿No ves?

Me separé de el y seguí mi camino.
Ahora lo entiendo todo. Debo comer. Y eso haré.


lunes, 20 de mayo de 2013

Capitulo 4


Ya pasó todo, simplemente fue un ataque de ansiedad que me entró.
Por unos momentos quise engordar, haber ganado un kilo… pero solo fue tonterías.
Estoy bien así.
Soy gorda y lo último que necesito es ganar peso, no se porque se empeñan en decir que padezco anorexia.
Me había creído lo que dijo Mikel sobre que soy guapa y todo ese rollo.
Es mentira, no lo soy, dijo eso seguramente para que me lo creyera y empezara a comer.
Pero no lo va a conseguir, un idiota que no conozco de nada no me hará cambiar de ideas ni de opinión.
Seguiré igual que siempre: comiendo poco y vomitando.
Teresa no paraba de decirme que comiera, al parecer ella, ahora quería recuperarse.

-          Alicia, puedes morir por no comer… - dijo sentada en su cama mirándome fijamente.
-          Tonterías, estoy gorda y no pienso comer
-          En serio, ya incluso deberías irte de esta planta
-          ¿Y a cuál debería ir?
-          A psiquiatría porque lo tuyo no es normal

Solté un bufido y proseguí jugando con el móvil.
Me llegó un mensaje por el Whatsapp.
Lo abrí y corriendo para saber quien me había mandado algo.

``Alicia cielo, nos han mandado muchos apuntes y no tengo ganas de hacerlo…
¿Me los haces tú por favor? Luego me voy de fiesta y de todas formas llegaré tarde
Si los hago. Un beso. Sonia´´

Releí el mensaje varias veces. ¿Va en serio?
Después de tanto tiempo sin venir a verme, sin mandarme nada, ¿me dice que le haga sus apuntes? ¡Su puta madre!
Enfadada, le contesté que se los hiciera por ella sola, que bastante mayorcita que es.
Lo envié y le di un golpe a la almohada, reprimiendo las ganas de gritar.
Últimamente estoy muy agresiva y con cualquier cosa salgo gritando y dando golpes.
Teresa me miraba sorprendida, pero no me importaba, al menos por ahora no.
Le di la espalda y me tumbé en la cama dispuesta a dormir un rato, para que se me fuese la mala leche que llevaba encima.
A las 4 horas llegó una enferma para llevarnos a comer, por lo que me tuvo que despertar.
Junto a Teresa, llegué al comedor y me senté en una de las mesas, con la peor cara del mundo.

-          Aquí tenéis chicas

Una enfermera nos puso a cada una un planto lleno de ensalada y sopa, de postre de nuevo una manzana.
Arrugué la nariz por el olor y suspiré angustiada.
Miré a Teresa. Ella también puso mala cara, pero con valentía cogió la cuchara y empezó a sorber la sopa.
La imité y también empecé a comer, pero con cada sorbo me daban más arcadas.

-          No puedo… - musité

Me llevé las manos a la cara y sequé unas pocas lágrimas que acababan de caer.
Debía comer, pero solo porque si no me llevaría todo el día en el comedor.
Pero no tenía ganas, a parte de la comida esta asquerosamente asquerosa.

-          Vamos come – dijo una enfermera que pasaba por allí y me miraba el plato, que seguía entero.
-          Comete tú esa mierda, a ver si tienes cojones – contesté con voz desafiante.

Pero no me quedó más remedio que comérmela yo.
Al acabar, fui corriendo a mi habitación, disimulando mis verdaderas intenciones: vomitar.
Empecé a dar vueltas de un lado a otro, poniendo nerviosa a Teresa.

-          ¡Alicia, para!

Sin escucharla, salí de la habitación, ya directa al baño.
Llegué y abrí la puerta, pero…

-          Que coño… - musité, moviendo de un lado a otro el pomo, sin respuestas.

Habían cerrado la puerta del baño con llave. El baño público.
Han llegado a cerrarlo.
Me quedé boquiabierta, y dando un golpe en la pared, me fui directa al ascensor.
Creerán que pueden parar a chicas que vomiten, pero a mi, no me para NADIE.
Las puertas del ascensor se abrieron y dándole al botón de la planta 4 cerró, quedándome sola en el.
De nuevo se abrieron y salí, dispuesta a ir al baño de esta planta.
Observe que era la planta de chicos con cáncer, se notaba bastante.
Miré a ambos lados y me percaté de que la puerta del baño estaba a unos metros de mí, abierta, dándome la bienvenida.
Sonreí y corriendo, me acerqué a la puerta.

-          ¿Alicia?

Me paré en seco y miré a mi derecha, que era a donde acababa de escuchar mi nombre.

-          Mierda… - susurré al ver como Mikel se acercaba a mí.
-          ¿Tú no eres la chica de ayer?
-          Eh… si, si, soy yo
-          ¿Qué haces en esta planta? ¿Me estás siguiendo? – guiñó un ojo
-          Ni en tus sueños…

Mikel rió y miró al frente, observando la puerta del baño.

-          ¿Vas al baño?
-          No, no que va – contesté rápidamente – Bueno, si, quiero decir, no… ¡Si!

Mikel me miró confuso.

-          ¿Si o no?
-          Si…
-          ¿Para?

Le miré sorprendida. ¿Explicaciones a ti? ¿Sobretodo a ti?

-          ¿Qué te importa? – contesté con tono borde
-          ¿Vas a vomitar?

Reí con amargura, aunque un poco nerviosa.

-          Pues no…
-          ¿Entonces?

Arqueó una ceja.

-          Pues el baño público de mi planta lo han cerrado
-          Ya, ¿y?, ¿Qué vas a hacer en el baño?
-          Pues… a las chicas cada mes, cuando nos desarrollamos nos pasa una cosa que…
-          ¡Para, para!

Reí. Mikel estaba colorado, y noté que yo también me puse un poco.

-          Voy al baño

Victoriosa, entré en el baño.
Este chico se cree cualquier cosa, hay que ser idiota.
Me puse de rodillas frente al retrete y vomité lo que había comido, sintiéndome bien al instante.

-          Con que vomitando…

Me quedé paralizada sin saber que hacer.
Mikel estaba tras de mi, mirándome fijamente.
Al parecer había entrado en el baño sin que me diera cuenta y había estado observando como vomitaba.
Me puse de pie sin mirarle y me dirigí al lavabo a lavarme las manos.

-          ¿No hablas?
-          Es mi vida, no te metas en ella

Salí del baño lo más rápido posible, pero el seguía detrás.

-          Ya me enteré de que perdiste un kilo
-          Pues bien por mi
-          No, mal por ti, ¿No te das cuenta de que te estás matando?

Paré de andar y le miré a la cara. Frente a frente.

-          Mira, te lo repito, no te metas en mi vida, yo hago con ella lo que me da la gana
-          Pues la estás echando a perder
-          ¿Y tu qué sabes?

Le di la espalda y le deje allí.
Mi vida es mi vida, el no tiene ningún derecho a decirme que hacer con ella.