Ya pasó todo, simplemente
fue un ataque de ansiedad que me entró.
Por unos momentos quise
engordar, haber ganado un kilo… pero solo fue tonterías.
Estoy bien así.
Soy gorda y lo último que
necesito es ganar peso, no se porque se empeñan en decir que padezco anorexia.
Me había creído lo que
dijo Mikel sobre que soy guapa y todo ese rollo.
Es mentira, no lo soy,
dijo eso seguramente para que me lo creyera y empezara a comer.
Pero no lo va a conseguir,
un idiota que no conozco de nada no me hará cambiar de ideas ni de opinión.
Seguiré igual que siempre:
comiendo poco y vomitando.
Teresa no paraba de
decirme que comiera, al parecer ella, ahora quería recuperarse.
-
Alicia, puedes
morir por no comer… - dijo sentada en su cama mirándome fijamente.
-
Tonterías,
estoy gorda y no pienso comer
-
En serio, ya
incluso deberías irte de esta planta
-
¿Y a cuál
debería ir?
-
A psiquiatría
porque lo tuyo no es normal
Solté un bufido y proseguí
jugando con el móvil.
Me llegó un mensaje por el
Whatsapp.
Lo abrí y corriendo para
saber quien me había mandado algo.
``Alicia cielo, nos han mandado muchos apuntes y no
tengo ganas de hacerlo…
¿Me los haces tú por favor? Luego me voy de fiesta
y de todas formas llegaré tarde
Si los hago. Un beso. Sonia´´
Releí el mensaje varias
veces. ¿Va en serio?
Después de tanto tiempo
sin venir a verme, sin mandarme nada, ¿me dice que le haga sus apuntes? ¡Su
puta madre!
Enfadada, le contesté que
se los hiciera por ella sola, que bastante mayorcita que es.
Lo envié y le di un golpe
a la almohada, reprimiendo las ganas de gritar.
Últimamente estoy muy
agresiva y con cualquier cosa salgo gritando y dando golpes.
Teresa me miraba
sorprendida, pero no me importaba, al menos por ahora no.
Le di la espalda y me
tumbé en la cama dispuesta a dormir un rato, para que se me fuese la mala leche
que llevaba encima.
A las 4 horas llegó una
enferma para llevarnos a comer, por lo que me tuvo que despertar.
Junto a Teresa, llegué al
comedor y me senté en una de las mesas, con la peor cara del mundo.
-
Aquí tenéis
chicas
Una enfermera nos puso a
cada una un planto lleno de ensalada y sopa, de postre de nuevo una manzana.
Arrugué la nariz por el
olor y suspiré angustiada.
Miré a Teresa. Ella
también puso mala cara, pero con valentía cogió la cuchara y empezó a sorber la
sopa.
La imité y también empecé
a comer, pero con cada sorbo me daban más arcadas.
-
No puedo… -
musité
Me llevé las manos a la
cara y sequé unas pocas lágrimas que acababan de caer.
Debía comer, pero solo
porque si no me llevaría todo el día en el comedor.
Pero no tenía ganas, a
parte de la comida esta asquerosamente asquerosa.
-
Vamos come –
dijo una enfermera que pasaba por allí y me miraba el plato, que seguía entero.
-
Comete tú esa
mierda, a ver si tienes cojones – contesté con voz desafiante.
Pero no me quedó más
remedio que comérmela yo.
Al acabar, fui corriendo a
mi habitación, disimulando mis verdaderas intenciones: vomitar.
Empecé a dar vueltas de un
lado a otro, poniendo nerviosa a Teresa.
-
¡Alicia, para!
Sin escucharla, salí de la
habitación, ya directa al baño.
Llegué y abrí la puerta,
pero…
-
Que coño… -
musité, moviendo de un lado a otro el pomo, sin respuestas.
Habían cerrado la puerta
del baño con llave. El baño público.
Han llegado a cerrarlo.
Me quedé boquiabierta, y
dando un golpe en la pared, me fui directa al ascensor.
Creerán que pueden parar a
chicas que vomiten, pero a mi, no me para NADIE.
Las puertas del ascensor
se abrieron y dándole al botón de la planta 4 cerró, quedándome sola en el.
De nuevo se abrieron y
salí, dispuesta a ir al baño de esta planta.
Observe que era la planta
de chicos con cáncer, se notaba bastante.
Miré a ambos lados y me
percaté de que la puerta del baño estaba a unos metros de mí, abierta, dándome
la bienvenida.
Sonreí y corriendo, me
acerqué a la puerta.
-
¿Alicia?
Me paré en seco y miré a
mi derecha, que era a donde acababa de escuchar mi nombre.
-
Mierda… - susurré
al ver como Mikel se acercaba a mí.
-
¿Tú no eres la
chica de ayer?
-
Eh… si, si,
soy yo
-
¿Qué haces en
esta planta? ¿Me estás siguiendo? – guiñó un ojo
-
Ni en tus
sueños…
Mikel rió y miró al
frente, observando la puerta del baño.
-
¿Vas al baño?
-
No, no que va
– contesté rápidamente – Bueno, si, quiero decir, no… ¡Si!
Mikel me miró confuso.
-
¿Si o no?
-
Si…
-
¿Para?
Le miré sorprendida.
¿Explicaciones a ti? ¿Sobretodo a ti?
-
¿Qué te
importa? – contesté con tono borde
-
¿Vas a
vomitar?
Reí con amargura, aunque un
poco nerviosa.
-
Pues no…
-
¿Entonces?
Arqueó una ceja.
-
Pues el baño
público de mi planta lo han cerrado
-
Ya, ¿y?, ¿Qué
vas a hacer en el baño?
-
Pues… a las
chicas cada mes, cuando nos desarrollamos nos pasa una cosa que…
-
¡Para, para!
Reí. Mikel estaba colorado,
y noté que yo también me puse un poco.
-
Voy al baño
Victoriosa, entré en el
baño.
Este chico se cree
cualquier cosa, hay que ser idiota.
Me puse de rodillas frente
al retrete y vomité lo que había comido, sintiéndome bien al instante.
-
Con que vomitando…
Me quedé paralizada sin
saber que hacer.
Mikel estaba tras de mi,
mirándome fijamente.
Al parecer había entrado
en el baño sin que me diera cuenta y había estado observando como vomitaba.
Me puse de pie sin mirarle
y me dirigí al lavabo a lavarme las manos.
-
¿No hablas?
-
Es mi vida, no
te metas en ella
Salí del baño lo más
rápido posible, pero el seguía detrás.
-
Ya me enteré
de que perdiste un kilo
-
Pues bien por
mi
-
No, mal por
ti, ¿No te das cuenta de que te estás matando?
Paré de andar y le miré a
la cara. Frente a frente.
-
Mira, te lo
repito, no te metas en mi vida, yo hago con ella lo que me da la gana
-
Pues la estás
echando a perder
-
¿Y tu qué
sabes?
Le di la espalda y le deje
allí.
Mi vida es mi vida, el no
tiene ningún derecho a decirme que hacer con ella.
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