-
¡Te he dicho
que no! ¡No pienso hacerte los putos apuntes!
Sonia me acababa de llamar
pidiéndome de nuevo que le hiciese apuntes para ella largarse de fiesta.
Ya me estaba poniendo de
los nervios.
-
Tú tienes
mucha cara, ¿no?
Me llevé una mano a la
frente con desesperación. No me iba a quedar más remedió que ceder.
-
Mira, da
igual, que ap…
En el último momento,
Teresa me arrancó el móvil de las manos y se puso ella al teléfono.
-
Alicia no hará
ninguno de los dichosos apuntes, que tengas muy buenos días
Colgó y me colocó el móvil
entre las manos.
La miré alucinando, hasta
que sonreí agradecida.
-
Muchas gracias
de verdad…
-
No deberías
ceder a estas cosas
-
Lo se, pero me
pongo de los nervios…
Teresa me sonrió y siguió
leyendo la revista ‘’Bravo’’ que le había traído su hermano.
La miré detenidamente. Se
notaba que había ganado peso, y eso le favorecía mucho.
Esta chica en nada le daba
el alta.
Por una parte de me
alegraba por ella, pero por otra me sentía mal por que me quedaría sin
compañera de habitación.
Al final, nos habíamos
echo amigas a pesar de las diferencias.
-
Es hora de
comer – anunció la chica mirando la hora en el reloj
Bufé y junto a ella, fui
al comedor a ‘’comer’’ lo que me tenían que poner.
Llegamos y nos sentamos en
la misma mesa, esperando que nos trajeran los platos.
-
Aquí tenéis
Cogí un tenedor y me llevé
ensalada a la boca.
Después lo vomitaba todo,
así que no me importaba mucho comer un poco.
Teresa en cambio, ya hacía
tiempo que no vomitaba, y comía cada vez más.
-
Oye Alicia –
empezó a decir con la boca llena – cuando las dos salgamos del hospital
podríamos quedar a dar una vuelta, ¿no?
Sonreí y mordí la manzana
sin ganas, con mucho asco.
-
Ni loca quedo
contigo, bastante con aguantarte aquí…
La cara de Teresa pasó a
triste e hizo una mueca.
-
Teresa tía,
que lo decía de broma, por supuesto que saldremos las dos a la calle a liarla
juntas
La chica sonrió de nuevo y
chocamos las manos.
-
¿Y cómo es que
saldrás conmigo y no con tus amigos? – pregunté con curiosidad.
-
¿Tú has visto
que alguno me haya visitado? ¿O incluso llamado? Pues no… así que paso de
ellos, una panda de falsos…
-
La verdad que
yo también me acabo de dar cuenta de que los míos son unos falsos… solo me
quieren para que les haga los trabajos de clase…
-
Lo mejor es
pasar de ellos, se perderán una amistad de verdad como la nuestra
-
Pues sí
Reímos y seguimos
comiendo.
Más bien, Teresa siguió
comiendo, porque yo, aparte de que no iba a comer más, me quedé mirando a una
chica con un aspecto muy raro.
Estaba sentada en la otra
punta del comedor.
No había nadie a su lado y
parecía bastante delgada, demasiado quizás.
Tenía muy mala cara, y
parecía que algo no iba bien, pues tenía los ojos muy abiertos y la vista ida.
La observé más a fondo.
-
Teresa…
-
¿Qué?
-
¿Qué le ocurre
a esa chica?
La señalé con disimulo con
la cabeza.
Teresa la miró y al igual
que yo se mostró preocupada.
-
No se, pero
tiene una pinta horrible…
-
Voy a ver que
le ocurre…
Antes de escuchar las
quejas de Teresa me levanté y fui hacia la chica con preocupación.
Al estar junto a ella, le
toqué el hombro para que reaccionase.
-
Oye… ¿estás
bien?
No contestó. Seguía
mirando al frente con la vista ida.
La moví un poco,
provocando que cayese al suelo inerte.
-
¡OH DIOS MÍO!
– grité asustada.
Todos fueron hacia dónde
yo estaba.
-
¡¡LLAMAD A UN
DOCTOR HOSTIA!! – grité nerviosa y perdiendo el control.
Me arrodille junto a ella
y le toqué el cuello, esperando oír palpitaciones.
Horror, mucho horror, no
tenía ni una.
Le empecé a hacer un
masaje cardíaco, con la esperanza de que así su corazón volviese a latir.
Cada vez lo hacía con más
fuerza, pero no servía de nada.
Una enfermera acompañada
por dos médicos entraron en el comedor.
La enfermera me apartó de
la chica, mientras que los médicos la ponían en una camilla y se la llevaban a
toda maquina.
-
Tranquilízate
– dijo la enfermera con voz suave
Cogí aire e intente
hacerlo, pero no lo conseguía.
Después la escena que
acababa de presenciar y vivir, es muy difícil que me calmase.
-
Teresa, lleva
tu compañera a su habitación
Teresa me cogió del brazo
y me sacó fuera del comedor.
Me deje sin oponer
resistencia.
-
No quiero ir a
la habitación – gimoteé – quiero ir al aire libre joder
-
Pues vamos,
antes de que nos vea alguien
Salimos corriendo por las
escaleras, sin atrevernos a cruzar los ascensores.
En la penúltima planta,
hay como una especie de patio en la que pueden ir los enfermos con permiso.
Nosotras no teníamos, pero
por suerte hoy no había nadie que vigilara.
Cruzamos el patio, pero por
desgracia no estaba solo.
Había un grupo de chicos
con cáncer, otros que deberían de tener otra enfermedad, y visitantes.
-
Vamos allá –
indicó Teresa señalando un rincón apartado de los demás.
Fuimos y allí nos quedamos
en silencio.
-
Sabes hacer
muy bien ese tipo de masajes… - Teresa lo rompió.
-
Si, bueno…
aprendí yo sola estando aburrida… cosas raras mías…
-
¿Crees que…
los médicos podrán haberla hecho revivir?
-
No se…
Miré al suelo con
tristeza.
De repente noté una mirada
fija en mí.
Alcé la vista y al momento
resople angustiada.
Ni que Mikel estuviese
ingresado en el hospital.
Estaba junto a su amigo
Alex Monner, y también con otros dos chicos con cáncer.
Este me miraba con recelo,
sin saber si acercarse o no.
Le desvié la mirada y de
nuevo observé el suelo.
Teresa también se había
percatado de la presencia de ellos dos.
-
Mikel no para
de mirarte – musitó.
-
No digas
tonterías
-
Que si, que
si, que te está mirando… Hostia, que viene acá
En efecto, Mikel se
acercaba con unos andares un poco chulos.
Teresa se puso roja y
desvió la mirada a otra parte.
-
Hola chicas –
saludó como si fuera normal
-
Ho-hola
-
Hola…
Teresa estaba poniéndose
cada vez más roja.
Yo en cambio, desde la
última vez no le dirijo la palabra.
Ya pasó casi un mes, aun
así, no nos hemos vuelto a decir nada más.
-
¿Qué tal? –
preguntó
Esta vez ninguna dijo
nada. Nuestro estado de ánimo no estaba muy bien que digamos.
-
¿Os ha comido
la lengua el gato? – bromeó riendo.
-
Oye Teresa, yo
me voy, no me encuentro bien
Sin mirar a nadie, me
dirigí fuera del patio.
Justo cuando salí, me
encontré con los médicos que atendieron a la pobre chica.
-
¡Perdonad!
Los doctores me
reconocieron enseguida.
-
¿Cómo está la
chica?
-
Hicimos lo que
pudimos, pero…
Pusieron mala cara. Lo
entendí al instante, la chica estaba muerta.
-
Joder…
-
Tu doctora
quería que fueses a hablar con ella
-
¿Dónde está?
-
En su despacho
Vacilante, me dirigí al
despacho con ritmo rápido.
Al llegar, me esperaba
sentada en su sillón ojeando unos documentos.
-
Alicia,
siéntate
Me senté sin decir nada.
-
Me han dicho
que intentaste reanimar a Rebeca
Con que la chica se
llamaba Rebeca…
-
Si, pero no
sirvió de nada…
-
Lo siento
mucho
Sonreí con tristeza.
-
¿Cómo la
veías?
-
Pues no se…
bastante mal… muy demacrada, muy delgada, estaba en los huesos…
-
Pues tenía tu
edad
La miré espantada.
-
¡¿Mi edad?!
-
Pues si. Entró
el año pasado, y por no querer comer y vomitar exactamente todos los días ha
quedado así
No contesté.
-
¿Conoces a
alguien que tenga ese comportamiento?
<< Si, yo >>
pensé al momento. Pero no dije nada en voz alta.
-
Debes comer
Alicia, no quedes como ella de verdad… eso es lo que te va a pasar si sigues
así como estás ahora
Seguí sin contestar.
-
Puedes irte
Me levanté del sillón
haciendo mucho ruido y salí dando un portazo.
En seguida las lágrimas surcaron
mi rostro. Todo me ha llegado.
Sin darme cuenta, tropecé
con un chico.
Antes de que cayera me
agarró de la cintura con cuidado.
Nos miramos unos segundos
a los ojos.
-
¿Estás bien? –
preguntó Mikel preocupado al verme.
-
De puta madre,
¿No ves?
Me separé de el y seguí mi
camino.
Ahora lo entiendo todo.
Debo comer. Y eso haré.
No hay comentarios:
Publicar un comentario