sábado, 25 de mayo de 2013

Capitulo 5

-          ¡Te he dicho que no! ¡No pienso hacerte los putos apuntes!

Sonia me acababa de llamar pidiéndome de nuevo que le hiciese apuntes para ella largarse de fiesta.
Ya me estaba poniendo de los nervios.

-          Tú tienes mucha cara, ¿no?

Me llevé una mano a la frente con desesperación. No me iba a quedar más remedió que ceder.

-          Mira, da igual, que ap…

En el último momento, Teresa me arrancó el móvil de las manos y se puso ella al teléfono.

-          Alicia no hará ninguno de los dichosos apuntes, que tengas muy buenos días

Colgó y me colocó el móvil entre las manos.
La miré alucinando, hasta que sonreí agradecida.

-          Muchas gracias de verdad…
-          No deberías ceder a estas cosas
-          Lo se, pero me pongo de los nervios…

Teresa me sonrió y siguió leyendo la revista ‘’Bravo’’ que le había traído su hermano.
La miré detenidamente. Se notaba que había ganado peso, y eso le favorecía mucho.
Esta chica en nada le daba el alta.
Por una parte de me alegraba por ella, pero por otra me sentía mal por que me quedaría sin compañera de habitación.
Al final, nos habíamos echo amigas a pesar de las diferencias.

-          Es hora de comer – anunció la chica mirando la hora en el reloj

Bufé y junto a ella, fui al comedor a ‘’comer’’ lo que me tenían que poner.
Llegamos y nos sentamos en la misma mesa, esperando que nos trajeran los platos.

-          Aquí tenéis

Cogí un tenedor y me llevé ensalada a la boca.
Después lo vomitaba todo, así que no me importaba mucho comer un poco.
Teresa en cambio, ya hacía tiempo que no vomitaba, y comía cada vez más.

-          Oye Alicia – empezó a decir con la boca llena – cuando las dos salgamos del hospital podríamos quedar a dar una vuelta, ¿no?
Sonreí y mordí la manzana sin ganas, con mucho asco.

-          Ni loca quedo contigo, bastante con aguantarte aquí…

La cara de Teresa pasó a triste e hizo una mueca.

-          Teresa tía, que lo decía de broma, por supuesto que saldremos las dos a la calle a liarla juntas

La chica sonrió de nuevo y chocamos las manos.

-          ¿Y cómo es que saldrás conmigo y no con tus amigos? – pregunté con curiosidad.
-          ¿Tú has visto que alguno me haya visitado? ¿O incluso llamado? Pues no… así que paso de ellos, una panda de falsos…
-          La verdad que yo también me acabo de dar cuenta de que los míos son unos falsos… solo me quieren para que les haga los trabajos de clase…
-          Lo mejor es pasar de ellos, se perderán una amistad de verdad como la nuestra
-          Pues sí

Reímos y seguimos comiendo.
Más bien, Teresa siguió comiendo, porque yo, aparte de que no iba a comer más, me quedé mirando a una chica con un aspecto muy raro.
Estaba sentada en la otra punta del comedor.
No había nadie a su lado y parecía bastante delgada, demasiado quizás.
Tenía muy mala cara, y parecía que algo no iba bien, pues tenía los ojos muy abiertos y la vista ida.
La observé más a fondo.

-          Teresa…
-          ¿Qué?
-          ¿Qué le ocurre a esa chica?

La señalé con disimulo con la cabeza.
Teresa la miró y al igual que yo se mostró preocupada.

-          No se, pero tiene una pinta horrible…
-          Voy a ver que le ocurre…

Antes de escuchar las quejas de Teresa me levanté y fui hacia la chica con preocupación.
Al estar junto a ella, le toqué el hombro para que reaccionase.

-          Oye… ¿estás bien?

No contestó. Seguía mirando al frente con la vista ida.

La moví un poco, provocando que cayese al suelo inerte.

-          ¡OH DIOS MÍO! – grité asustada.

Todos fueron hacia dónde yo estaba.

-          ¡¡LLAMAD A UN DOCTOR HOSTIA!! – grité nerviosa y perdiendo el control.

Me arrodille junto a ella y le toqué el cuello, esperando oír palpitaciones.
Horror, mucho horror, no tenía ni una.
Le empecé a hacer un masaje cardíaco, con la esperanza de que así su corazón volviese a latir.
Cada vez lo hacía con más fuerza, pero no servía de nada.
Una enfermera acompañada por dos médicos entraron en el comedor.
La enfermera me apartó de la chica, mientras que los médicos la ponían en una camilla y se la llevaban a toda maquina.

-          Tranquilízate – dijo la enfermera con voz suave

Cogí aire e intente hacerlo, pero no lo conseguía.
Después la escena que acababa de presenciar y vivir, es muy difícil que me calmase.

-          Teresa, lleva tu compañera a su habitación

Teresa me cogió del brazo y me sacó fuera del comedor.
Me deje sin oponer resistencia.

-          No quiero ir a la habitación – gimoteé – quiero ir al aire libre joder
-          Pues vamos, antes de que nos vea alguien

Salimos corriendo por las escaleras, sin atrevernos a cruzar los ascensores.
En la penúltima planta, hay como una especie de patio en la que pueden ir los enfermos con permiso.
Nosotras no teníamos, pero por suerte hoy no había nadie que vigilara.
Cruzamos el patio, pero por desgracia no estaba solo.
Había un grupo de chicos con cáncer, otros que deberían de tener otra enfermedad, y visitantes.

-          Vamos allá – indicó Teresa señalando un rincón apartado de los demás.

Fuimos y allí nos quedamos en silencio.

-          Sabes hacer muy bien ese tipo de masajes… - Teresa lo rompió.
-          Si, bueno… aprendí yo sola estando aburrida… cosas raras mías…
-          ¿Crees que… los médicos podrán haberla hecho revivir?
-          No se…

Miré al suelo con tristeza.
De repente noté una mirada fija en mí.
Alcé la vista y al momento resople angustiada.
Ni que Mikel estuviese ingresado en el hospital.
Estaba junto a su amigo Alex Monner, y también con otros dos chicos con cáncer.
Este me miraba con recelo, sin saber si acercarse o no.
Le desvié la mirada y de nuevo observé el suelo.
Teresa también se había percatado de la presencia de ellos dos.

-          Mikel no para de mirarte – musitó.
-          No digas tonterías
-          Que si, que si, que te está mirando… Hostia, que viene acá

En efecto, Mikel se acercaba con unos andares un poco chulos.
Teresa se puso roja y desvió la mirada a otra parte.

-          Hola chicas – saludó como si fuera normal
-          Ho-hola
-          Hola…

Teresa estaba poniéndose cada vez más roja.
Yo en cambio, desde la última vez no le dirijo la palabra.
Ya pasó casi un mes, aun así, no nos hemos vuelto a decir nada más.

-          ¿Qué tal? – preguntó

Esta vez ninguna dijo nada. Nuestro estado de ánimo no estaba muy bien que digamos.

-          ¿Os ha comido la lengua el gato? – bromeó riendo.
-          Oye Teresa, yo me voy, no me encuentro bien

Sin mirar a nadie, me dirigí fuera del patio.
Justo cuando salí, me encontré con los médicos que atendieron a la pobre chica.

-          ¡Perdonad!

Los doctores me reconocieron enseguida.

-          ¿Cómo está la chica?
-          Hicimos lo que pudimos, pero…

Pusieron mala cara. Lo entendí al instante, la chica estaba muerta.

-          Joder…
-          Tu doctora quería que fueses a hablar con ella
-          ¿Dónde está?
-          En su despacho
Vacilante, me dirigí al despacho con ritmo rápido.
Al llegar, me esperaba sentada en su sillón ojeando unos documentos.

-          Alicia, siéntate

Me senté sin decir nada.

-          Me han dicho que intentaste reanimar a Rebeca

Con que la chica se llamaba Rebeca…

-          Si, pero no sirvió de nada…
-          Lo siento mucho

Sonreí con tristeza.

-          ¿Cómo la veías?
-          Pues no se… bastante mal… muy demacrada, muy delgada, estaba en los huesos…
-          Pues tenía tu edad

La miré espantada.

-          ¡¿Mi edad?!
-          Pues si. Entró el año pasado, y por no querer comer y vomitar exactamente todos los días ha quedado así

No contesté.

-          ¿Conoces a alguien que tenga ese comportamiento?

<< Si, yo >> pensé al momento. Pero no dije nada en voz alta.

-          Debes comer Alicia, no quedes como ella de verdad… eso es lo que te va a pasar si sigues así como estás ahora

Seguí sin contestar.

-          Puedes irte

Me levanté del sillón haciendo mucho ruido y salí dando un portazo.
En seguida las lágrimas surcaron mi rostro. Todo me ha llegado.
Sin darme cuenta, tropecé con un chico.
Antes de que cayera me agarró de la cintura con cuidado.
Nos miramos unos segundos a los ojos.

-          ¿Estás bien? – preguntó Mikel preocupado al verme.
-          De puta madre, ¿No ves?

Me separé de el y seguí mi camino.
Ahora lo entiendo todo. Debo comer. Y eso haré.


No hay comentarios:

Publicar un comentario