viernes, 28 de junio de 2013

Capítulo 12

Sonriente, cogí el cepillo y me empecé a peinar.
Desde que me estoy recuperando, el pelo se ha ido curando y haciéndose más fuerte.
Lo tenía más sedoso, más brillante y más bonito.
Hoy venían de nuevo los pulseras, y tengo ganas de ver a Mikel.
No se porque, pero tengo muchas ganas.
Teresa entró en la habitación un poco preocupada y se puso delante de mi.

-          ¿Qué pasa? – pregunté dejando el cepillo en la cama.
-          Alicia, tienes visita

Me puse seria al instante. Normalmente las personas que venían a visitarme eran ‘’Non grata’’.

-          Pues que pase… ¿No? – dije con la voz un poco borde.
-          Lo mejor será que me valla…

Escuché unos pasos detrás de mi, pero no me giré para ver quien era.
Teresa se fue dedicándome una sonrisa nerviosa.
La chica se fue, pero yo seguí en mi puesto, sin mirar quien me había venido a visitar.

-          ¿Y bien?, ¿No me saludas? – dijo al fin el visitante.

El corazón se me paró y se heló mi sangre.
Esa voz la reconocería a miles de kilómetros.
¿Cómo tenía cojones de visitarme ese hijo de perra?
Me levanté de la cama, y con valentía, me puse delante de el, mirándole fijamente a los ojos.
Sergio me sonrió con burla, haciéndose el chulo, algo típico en el.

-          ¿Qué mierda haces aquí? – le espeté con sorna.
-          Pues venir a verte

Le miré con odio y repugnancia.

-          ¿No me has echado de menos?

Su voz pasó a dulce, pero aun con burla.
Me cogió por la cintura con suavidad y me apretó hacia el.
Intenté separarme pero no pude, tiene mucha fuerza.

-          Suéltame gilipollas
-          ¡Pero si estás muy bien así!

Me apretó con más fuerza, haciendo un poco de daño.
Miró hacia abajo, justo a mi vientre, y empezó a reír.

-          Pues si que te has puesto gorda…

Tragué saliva y le desvié la mirada, aun intentando deshacerme de el.

-          Estabas algo mejor antes… no ahora que eres una vaca

<<Estás delgada, en los huesos>> pensaba de mientras, luchando por no escucharle.

-          ¡EI!

Me dio una bofetada, haciendo que le mirase a la cara aterrorizada.

-          ¡Qué me escuches so puta!
-          ¡Déjame en paz cabrón!
-          ¡Puta, que eres una puta!, ¡Sé perfectamente que te has quedado sin ningún amigo! ¡No tienes a nadie en esta vida! ¡Así que más te vale juntarte conmigo si quieres que la gente te vuelva a hablar!
-          Prefiero quedarme sola que ha tener algo contigo…

Empezó a reír y luego me miró.

-          Pues antes bien que estabas pirrada por mis huesos…
-          Tu lo has dicho, antes… ahora vete

Pero no se fue.
Se acercó a mí y me cogió de nuevo. Esta vez peligrosamente.
Le di golpes en el pecho pero no me soltaba.
De repente, acercó su boca a la mía, besando con frialdad, con furia.
Intenté separarme pero no pude.
No le devolvía ningún beso y para nada disfrutaba de ellos.
Se separó de mí y bajo sus manos a mi culo.

-          ¡QUÉ ME DEJES EN PAZ!
-          ¡Estate quieta puta!
-          ¡Qué la dejes en  paz cabrón!

Teresa entró y le separó de mí con brusquedad.
La chica cogió una navaja del bolsillo de su pantalón y miró a Sergio.

-          Fuera o te rajo, ya estuve una vez en el reformatorio por algo así y no me importa volver…

Sergio tragó saliva y se fue de allí.
Al instante empecé a llorar desconsolada, sin fuerzas para nada.

-          Alicia, cielo

Teresa me abrazó para consolarme.

-          ¡¿Pero quien coño es ese cabrón?!
-          Nadie…
-          ¡Alicia, por favor!
-          Gracias por ayudarme, pero quiero estar sola…

Me tiré en la cama tapándome la cara con la almohada.
Llorando por todo lo que ese cabrón me ha hecho.

···············

Ya hacía media hora de la charla de los pulseras.
No había ido, ¿Cómo ir en el estado que estoy? Suerte que Teresa consiguió convencer a las enfermeras de que hoy me dejasen aquí.
Aun seguía llorando, y a este paso me iba a deshidratar.
Pero no me importaba, no me importa morir si eso significa dejar de sentir.

-          ¡AAAAAAAAAAAAAHHHHHHH!

Di un bote en la cama, gritando del susto que me acababa de llevar.
Miré a la puerta y me encontré a Mikel descojonándose, pero su sonrisa cambió al verme con las lágrimas en la cara.

-          Alicia… ¿estás…?

Me las sequé con rapidez, pero ya no servía de nada. Me ha pillado.
Se acercó a mí y se sentó en la cama preocupado.

-          Teresa me ha contado que vino un chico a verte

Asentí mirando la colcha de la cama.

-          ¿Quién era ese cabrón?
-          Nadie…
-          ¿Es un ex?
-          No…
-          ¿Entonces?
-          Nadie, Mikel, nadie

Poso sus dedos sobre mi barbilla, haciendo que le mirase a los ojos.

-          Alicia… dímelo… desahógate, lo necesitas.
-          Mikel, yo…
-          Confía en mi

Cerré los ojos frustrada, y los abrí de nuevo, aun mirándole a los ojos.


-          Muy bien, de acuerdo, te contaré quien es ese chico y el porque de mí anorexia. 

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