lunes, 3 de junio de 2013

Capitulo 7

-          ¡Eres muy falsa, Alicia! – gritó Sonia enfurecida.
-          ¿Falsa? ¿Yo?, ¡perdona chata pero eres tu la que solo me quiere para darte la respuestas de los putos exámenes y demás!
-          ¡Eso es mentira!, ¡Siempre que te ocurre algo hay estoy yo para ayudarte!, ¡¿Y tu en cambio que haces conmigo?! ¡Pasar siempre de mi culo!
-          ¡Te lo estás inventando todo! ¡Más bien es al revés, la que pasa de mi eres tu!
-          ¡Soy la única que se preocupa por tu enfermedad!
-          ¡Tus cojones!
-          ¡Vete a la mierda, gilipollas!
-          ¡Paso de ti y de los otros que creían ser mis amigos!, ¡¿Te enteras?!
-          ¡Pues muy bien por ti! ¡Quédate más sola que la una!

Y acto seguido se fue de la habitación dando un portazo contra la puerta.

-          ¡Hostia!

Le di una patada a la pata de la cama y resoplé por el dolor del golpe.
Al final, todos mis amigos habían resultado ser unos farsantes, pero tampoco me extrañaba tanto.
En estas situaciones siempre me entraban las ganas de vomitar, para así sentirme mejor.
Pero debía aguantar, debo ser fuerte y no caer de nuevo. No pienso recaer.
Teresa entró en la habitación con paso firme, y a la vez que sonreía miraba una carta de color blanco y celeste.

-          ¿Una carta de amor? – bromeé para intentar quitarme de la cabeza la discusión.
-          Que va, una carta de mis amigas – respondió sonriendo – al final no pudieron venir a verme porque me están preparando una cosa muy rara de fiesta…

<<Genial, ahora si que no me podré quitar todo esto de la cabeza…>>

-          Que bien – contesté sin más, con la voz seca.

Teresa guardo la carta, ya que ella sabía que Sonia había venido a verme y que todo había acabado como una mierda.

-          Te los tengo que presentar, te caerán muy bien – dijo, intentando que me alegrase.
-          No hace falta
-          Que si, que si, al siguiente día que vengan te las presento
-          En serio que no…
-          Que si, que…
-          ¡¡Teresa déjame en paz!!

La chica se calló al instante y decidió no molestar más.
Resoplé y me quedé boca abajo en la cama, con un malestar inmenso.
Aun boca abajo, rebusqué a tientas por los cajones, hasta encontrar una manzana que tenía escondida.
No tenía hambre, pero si quiero salir cuanto antes del hospital, lo mejor es engordar.
Mordí con un poco asco y tragué con dificultad; aun me costaba trabajo comer.

-          Chicas, a… Alicia, ¿Qué haces comiendo?

Miré mal a la enfermera. ¿Y tú que crees?

-          Tenía ganas – respondí.
-          Bueno, estás haciendo muy bien, pero lo mejor será que la dejes para después, ahora ve a comer al comedor.

Me levanté de la cama sin ganas y en silencio.
Sin esperar a Teresa, me dirigí al comedor.
Ocupé una mesa que estaba vacía y al momento de sentarme me pusieron en la mesa un plato que nunca antes había visto en el hospital: patatas fritas con huevo.
Sonreí un poco, ¡Al fin un plato que me gusta!
Con más ganas que antes cogí una patata frita y me la llevé  a la boca…
¡HORROR! ¡La patata frita está cruda!, ¡¿Cómo no se me pudo ocurrir?!

-          Pero que asco… - murmuré.

Teresa se sentó a mi lado y empezó a comer sin rechistar.
Bufé y la imité, aun con las mismas arcadas de siempre, sin superarlas del todo.

············

-          ¡¿De que mierda hablas, mamá?! – grité enfurecida con las lágrimas saltadas.
-          ¡¡Nos han dicho que bajaste de peso!!
-          ¡Hace casi un mes, gilipollas!
-          ¡A mi me hablas bien! ¡¡Y que sepas que tu padre y yo estamos pagando para que te recuperes, no para que tengas unas vacaciones!
-          ¡¿Tu piensas?! ¡¡¿Crees que para mi esto es el paraíso?!! ¡¿Qué me lo paso de puta madre en el hospital?!

Me dio una guantada con mucha fuerza, dejándome la marca de la mano en la cara.
La miré desafiante, no pienso dejar de ver que tengo miedo. Nunca más me verán débil.

-          Cómo me des una guantada más te denuncio por maltrato, ¿Te enteras? Y sabes que tengo capaz…

Levantó la mano de nuevo, pero se lo pensó mejor y la bajo otra vez.

-          No pienso dejar que vengas a verme solamente para amargarme el día, ¡¿Te enteras?! ¡Así que lárgate de aquí y no vuelvas, déjame en paz!

Y así se fue, con esas palabras en los oídos, con un pequeño gesto de victoria. Sabe que me acaba de amargar el día por completo.
Empecé a llorar sin poderlo remediar, todo es demasiado para mi. Mis falsos amigos, la comida, mi mal humor… y ahora mi asquerosa familia.
Me senté en el suelo y apoyé la espalda en la cómoda simplemente llorando, nada más.
Pero aun no he perdido la esperanza, no pienso tirar la toalla, no señor, seguiré luchando hasta el final. A la mierda todo los obstáculos que hayan por el camino, los superaré uno a uno.

-          Alegra esa cara… - musitó Teresa, que acababa de entrar.

Le sonreí con debilidad.

-          Perdona por ser tan borde antes… la estaba pagando contigo – dije con la voz quebrada, sin mirarla.
-          No te preocupes, no pasa nada, tan bien fui muy pesada con ese tema – hubo unos segundos de silencio - ¿Quieres que hablemos? Te puedo desahogar…

Negué rápidamente.
Solamente me desahogaba con gente que tuviera confianza.
Teresa es muy buena chica pero no hay la suficiente confianza como para contarle todo mis problemas.

-          ¿Segura?
-          Si, estoy segura…

Teresa suspiró y se sentó en su cama, sacando el portátil que le había traído su madre.
Yo en cambio, seguí sentando en el suelo, con aire de amargada. Respirando con dificultad.
Un mareo repentino me entró justo en ese momento.
Abrí los ojos viendo todo borroso y escuchando mal, muy mal.

-          Teresa…
-          ¿Qué?

No dio tiempo de decir nada más. 

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