-
¿Qué quieres?
– le espeté a Wendy. Si quería hablar conmigo, que hubiera sido en su casa o en
la mía, no aquí en medio de la calle.
-
Pedirte
disculpas por lo que hice y dije…
-
¿Algo más?
-
¡Joder, Ali!
¡Qué tu sabes que no soy de pedir disculpas así como así!
-
Te pasaste
mucho
-
Lo se – ahora
parecía cansada.
-
Y mucho más
cuando dijiste que Mikel nunca me ha hecho nada.
-
Ya lo se – con
un tono más cansado.
-
¡Y me jode que
hables así como si te importara una mierda lo que digo!
-
No me importa
una mierda lo que dices
-
Pues lo
aparece
-
Mira Alicia,
yo me quería disculpar contigo, pero parece que tu en cambio no quieres.
-
Si quiero pero
aun sigo dolida, ni siquiera ha pasado un día
-
¿Y cuando
necesitas?
-
No se, depende
de cómo esté estos días dependerá de cuando te perdona.
-
Pues vaya
tontería
-
Es lo que hay
¿sabes?
-
Más bien, la
que debería estar de mal humor soy yo, que Nathan no me habla.
-
¿No la liaste
ya demasiado por ese tema el día de la fiesta?
-
Y que, aun no
es suficiente.
-
Así lo que
haces es cagarla no solo conmigo, si no con los demás.
-
Anda ya
-
Tu verás
Di media vuelta, un poco
triste por lo que le estaba haciendo a Wendy. Pero debe aprender que las cosas
no son así, como ella quiere. La vida es dura, muy dura.
No llevaba la moto, por lo
que tenía que ir a pie. Tampoco me venía mal, así ejercitaba un poco las
piernas.
· · · · · · · · · ·
Entré un poco agotada.
Menuda caminata me he dado tan solo por discutir.
Resoplé y me tiré al sofá
como vaga que soy. Cerré los ojos, necesitaba descansar.
Además, mañana debo ir a
la universidad, así que debo coger fuerzas.
-
¡¡Hola!!
Pegué un salto por el
susto que Mikel me acababa de meter.
-
¡¿Eres un
idiota?! – exclamé sobresaltada.
-
Pues si,
bastante.
Le miré sorprendida. Se
notaba que había respondido con sinceridad.
Aun así, hice como si no
le hubiese escuchada, desviando la mirada al suelo.
-
Quiero hablar
contigo – dijo con suavidad.
-
Muy bien, dime
-
Verás… me
quería disculpar
Ahora le miré,
directamente a los ojos. Buscando la mentira en ellos.
-
¿Cómo?
-
Que lo siento,
perdona por todo el daño que te hice al aprovecharme de ti cuando estabas en el
hospital. Perdona por decir todo lo malo que dije, y perdona por hacer que
recayeses en esa mierda. Fui un idiota, un cabrón, un hijo de puta. Fui de
todo. Y lo siento mucho, nunca pensé que llegaría a hacerte tanto daño.
Le seguí mirando. Suspiré
e hice una mueca.
- ¿Me perdonas?
Me cogió las manos y me
miró fijamente, sin apartar la mirada de mi.
-
¿Y como sé que
no me estás mintiendo? – murmuré un poco asustada.
-
¿Me ves con cara
de mentir?
Tragué saliva.
Hacia tiempo que no estaba
tan cerca de Mikel. Se me ponía los pelos de punta.
Separé mis manos de las
suyas y me levanté mordiéndome el labio.
-
¿Me perdonas?
– repitió de nuevo, levantándose a mi vez.
-
No se
-
¿Cómo que no
sabes?
-
¡Qué no se,
joder! ¡Déjame pensar!
-
Pero…
-
Por favor,
Mikel
Hizo una pequeña mueca con
la boca, algo angustiado.
-
Está bien,
piénsalo… eres libre de hacer lo que te haga feliz
Sonrió un poco y se fue de
mi lado. Parecía un poco triste, pero… joder, me ha hecho mucho daño como para
perdonarle a la primera.
Resoplé y me revolví un
poco el cabello. En estos casos siempre me viene bien hablar con Wendy, pero
por desgracia no estamos las dos muy bien.
* * *
El día de ayer paso, para
mi sorpresa, bastante rápido, ya que no hice nada en todo el día.
La universidad iba bien,
ya solo me tocaba la última hora y podría salir libre.
- Muy bien – dijo el
profesor – lo importante en un periodista aparte de saber idiomas, no tener
vergüenza y todas esas cosas, es saber como entrarle a alguien
Muchos rieron, sonaba mal
eso de ‘’entrar’’.
-
Y pensar que
tenéis 18 años… - bromeó el profesor – bueno, quiero que le hagáis como un
especie de reportaje a alguien de vuestro entorno.
Murmuramos entre todos. Yo
empecé a hablar con el grupo de chicas de la otra vez, que se habían sentado a
mi lado.
Al salir, ellas se
reunieron conmigo. No me daban buenas vibraciones.
-
¡Hola Alicia!
– saludaron
-
Hola chicas
Anduve un poco más rápido
con la esperanza de darles esquinazos.
-
¡Espera, por
favor!
Suspiré.
-
Te pedimos
perdón por preguntarte como adelgazar
-
Esto… vale,
si, perdonadas…
-
¿Cuándo te
recuperaste? – preguntó la que parecía más inocente.
Una le dio un codazo para
que callase.
-
Hace casi dos
meses
-
Que poco
-
Pues si… tengo
prisa, luego nos vemos
Salí corriendo, no quería seguir hablando.
Al llegar a la moto, la
arranqué enseguida y salí de allí lo antes posible.
Tuve que parar en un
maldito semáforo que acababa de ponerse en rojo.
Esperé. Me dio por mirar a
mi derecha, y la verdad es que la imagen que vi no fue muy agradable.
Me salí de la carretera a
la acera, donde no estaba pasando nadie.
-
¡Wendy! –
grité con tristeza.
Ella levantó la cabeza y
me sonrió tristemente.
Estaba sentada en un banco
del lugar. Lloraba, y bastante. Iba despeinada entera y parecía no importarle
en absoluto.
Me acerqué preocupada. Al
estar a su lado volvió a llorar como antes.
-
Wendy… ¿qué
ocurre?
-
Nada
-
Ya, claro,
lloras por gusto
-
Si
-
Venga, cuenta
que ocurre
-
Nada, déjalo
-
¡¡QUE ME
DIGAS!!
Le aparté la cara de las
rodillas para que me mirase.
-
Que ocurre
-
Es Nathan,
joder. No para. Hace unos días dijo delante de un montón de gente que no sé
hacer ecuaciones. Me dejó en ridículo. Y ahora encima le veo con otra tía.
- Ignóralo, no
vale la pena…
-
Pero le
quiero, Alicia, le quiero mucho. No puedo olvidarle.
-
Inténtalo, te
está haciendo mucho daño. ¿No ves como estás ahora mismo?
La saqué del banco y la
guié a su casa. Estaba haciendo ella sola el ridículo.
Al llegar a ella, que por
cierto no había nadie, la guié a su habitación.
-
Lo siento por
lo de la otra vez – dijo de repente, aun llorando – no quería molestarte y
menos ofenderte.
-
Ahora
preocúpate por ti, estás fatal
-
Da igual,
escucho Kpop y se me pasa
-
Wendy, no es
lo mismo, no se te pasará
-
Pues no sé que
hacer
-
Vente de
fiesta conmigo, solamente nosotras
Asintió no muy convencida.
Sonreí y la abracé,
dándole fuerzas para seguir adelante, que ningún chico la parase.
-
Estás
perdonada – dije sonriendo.
-
Gracias…
· · · · · · · ·
Justo como dije, las dos
nos fuimos de fiesta.
Me había cambiado de ropa
en casa de Wendy, ella misma me había dejado ropa. Me encanta su ropa. Negra,
con pinchos… perfecta.
No estábamos en una
discoteca. Las dos nos llevamos alcohol y empezamos a beber en un descampado,
haciendo tonterías.
-
¿Tu te
follarías a un perro? – dijo dando otro sorbo de whisky.
-
Si es bonito,
si
Las dos reímos.
-
¿Tú lo
volverías a hacer con Mikel?
-
Eso está claro
Wendy me miró sorprendida.
-
¿Qué quieres?
Vivimos en el mismo apartamento, al menos una ducha juntos estaría muy bien…
Reímos.
-
Me pidió
perdón – dije de repente
-
Gracias a mi,
mona
-
No jodas
-
Si, le dije
que debería pedirte perdón por lo que te hizo
-
Eres un amor
-
Ya lo se, soy
adorable
Reí.
-
Parecía
arrepentido de verdad.
-
Perdónale,
hazme caso
-
No se…
-
Deberías
hacerlo
Las dos volvimos a beber.
Ya llevábamos 3 botellas bebidas entre las dos.
* * *
Gruñí. Puta resaca y puto
todo. Al volver a casa nunca pensé que me fuera a doler tanto la cabeza.
Me levanté poco a poco y
salí de la habitación a la cocina, donde allí mismo estaba Mikel.
-
Buenos días… -
dije con voz ronca.
-
Buenos días
borracha
-
Que gracioso…
Alcancé un bote de
galletas saladas y empecé a desayunar.
-
Suerte que es
fin de semana y no voy a la universidad… - dije.
-
Ya te imagino
allí quejándote por todo – rió.
Sonreí y deje el bote a un
lado, ya había comido bastantes.
-
Oye… - dijo
Mikel.
-
¿Qué?
-
¿Has pensado
en eso?
No supe que decir, estaba
confusa.
Fui a mi habitación aun
sin contestar. No sabía que hacer.
Encontré la cámara delante
de mí. No se porque, pero eso me inspiró.
La cogí y me senté en la
cama, pensando en que hacer. Perdonar o no perdonar.
Al cabo de un rato me
levanté, con la cámara encendida. Grabando.
Di dos golpes a la puerta
de la habitación de Mikel.
-
Pasa
Entré sonriendo, con la
cámara en mano.
-
¿Qué haces? –
preguntó Mikel divertido.
-
Aquí estoy con
Mikel Iglesias. Ha trabajado en varios cortos, películas y en la serie de
televisión Polseres Vermelles.
-
¿Perdón?
-
Si, eso, que
perdonado
-
No lo pillo
-
Mikel, ¿Cómo
fue tu experiencia en está última película de terror que hiciste?
-
Pues buena,
estuve con grandes actores, me alegro ser uno de los protagonistas, fue todo
genial… ¿A que viene esto?
-
¿Alguna
anécdota divertida sobre los descansos?
-
Perdona, pero…
-
Que si Mikel,
que estás perdonado
Abrió los ojos de repente.
Lo acababa de pillar. Sonrió.
-
Ahora dime,
¿alguna anécdota?
-
Bueno, pues...
La entrevista fue genial y
divertida. Y creo, que ahora podríamos ser amigos, o al menos nos llevarnos tan
mal.