miércoles, 31 de julio de 2013

Capítulo 10 [Segunda parte]

-          ¿Qué quieres? – le espeté a Wendy. Si quería hablar conmigo, que hubiera sido en su casa o en la mía, no aquí en medio de la calle.
-          Pedirte disculpas por lo que hice y dije…
-          ¿Algo más?
-          ¡Joder, Ali! ¡Qué tu sabes que no soy de pedir disculpas así como así!
-          Te pasaste mucho
-          Lo se – ahora parecía cansada.
-          Y mucho más cuando dijiste que Mikel nunca me ha hecho nada.
-          Ya lo se – con un tono más cansado.
-          ¡Y me jode que hables así como si te importara una mierda lo que digo!
-          No me importa una mierda lo que dices
-          Pues lo aparece
-          Mira Alicia, yo me quería disculpar contigo, pero parece que tu en cambio no quieres.
-          Si quiero pero aun sigo dolida, ni siquiera ha pasado un día
-          ¿Y cuando necesitas?
-          No se, depende de cómo esté estos días dependerá de cuando te perdona.
-          Pues vaya tontería
-          Es lo que hay ¿sabes?
-          Más bien, la que debería estar de mal humor soy yo, que Nathan no me habla.
-          ¿No la liaste ya demasiado por ese tema el día de la fiesta?
-          Y que, aun no es suficiente.
-          Así lo que haces es cagarla no solo conmigo, si no con los demás.
-          Anda ya
-          Tu verás

Di media vuelta, un poco triste por lo que le estaba haciendo a Wendy. Pero debe aprender que las cosas no son así, como ella quiere. La vida es dura, muy dura.

No llevaba la moto, por lo que tenía que ir a pie. Tampoco me venía mal, así ejercitaba un poco las piernas.

· · · · · · · · · ·

Entré un poco agotada. Menuda caminata me he dado tan solo por discutir.
Resoplé y me tiré al sofá como vaga que soy. Cerré los ojos, necesitaba descansar.
Además, mañana debo ir a la universidad, así que debo coger fuerzas.

-          ¡¡Hola!!

Pegué un salto por el susto que Mikel me acababa de meter.

-          ¡¿Eres un idiota?! – exclamé sobresaltada.
-          Pues si, bastante.

Le miré sorprendida. Se notaba que había respondido con sinceridad.
Aun así, hice como si no le hubiese escuchada, desviando la mirada al suelo.

-          Quiero hablar contigo – dijo con suavidad.
-          Muy bien, dime
-          Verás… me quería disculpar

Ahora le miré, directamente a los ojos. Buscando la mentira en ellos.

-          ¿Cómo?
-          Que lo siento, perdona por todo el daño que te hice al aprovecharme de ti cuando estabas en el hospital. Perdona por decir todo lo malo que dije, y perdona por hacer que recayeses en esa mierda. Fui un idiota, un cabrón, un hijo de puta. Fui de todo. Y lo siento mucho, nunca pensé que llegaría a hacerte tanto daño.

Le seguí mirando. Suspiré e hice una mueca.

- ¿Me perdonas?

Me cogió las manos y me miró fijamente, sin apartar la mirada de mi.

-          ¿Y como sé que no me estás mintiendo? – murmuré un poco asustada.
-          ¿Me ves con cara de mentir?

Tragué saliva.
Hacia tiempo que no estaba tan cerca de Mikel. Se me ponía los pelos de punta.

Separé mis manos de las suyas y me levanté mordiéndome el labio.

-          ¿Me perdonas? – repitió de nuevo, levantándose a mi vez.
-          No se
-          ¿Cómo que no sabes?
-          ¡Qué no se, joder! ¡Déjame pensar!
-          Pero…
-          Por favor, Mikel

Hizo una pequeña mueca con la boca, algo angustiado.

-          Está bien, piénsalo… eres libre de hacer lo que te haga feliz

Sonrió un poco y se fue de mi lado. Parecía un poco triste, pero… joder, me ha hecho mucho daño como para perdonarle a la primera.

Resoplé y me revolví un poco el cabello. En estos casos siempre me viene bien hablar con Wendy, pero por desgracia no estamos las dos muy bien.

* * *

El día de ayer paso, para mi sorpresa, bastante rápido, ya que no hice nada en todo el día.
La universidad iba bien, ya solo me tocaba la última hora y podría salir libre.

- Muy bien – dijo el profesor – lo importante en un periodista aparte de saber idiomas, no tener vergüenza y todas esas cosas, es saber como entrarle a alguien

Muchos rieron, sonaba mal eso de ‘’entrar’’.

-          Y pensar que tenéis 18 años… - bromeó el profesor – bueno, quiero que le hagáis como un especie de reportaje a alguien de vuestro entorno.

Murmuramos entre todos. Yo empecé a hablar con el grupo de chicas de la otra vez, que se habían sentado a mi lado.
Al salir, ellas se reunieron conmigo. No me daban buenas vibraciones.

-          ¡Hola Alicia! – saludaron
-          Hola chicas

Anduve un poco más rápido con la esperanza de darles esquinazos.

-          ¡Espera, por favor!

Suspiré.

-          Te pedimos perdón por preguntarte como adelgazar
-          Esto… vale, si, perdonadas…
-          ¿Cuándo te recuperaste? – preguntó la que parecía más inocente.

Una le dio un codazo para que callase.

-          Hace casi dos meses
-          Que poco
-          Pues si… tengo prisa, luego nos vemos

Salí corriendo, no quería seguir hablando.
Al llegar a la moto, la arranqué enseguida y salí de allí lo antes posible.

Tuve que parar en un maldito semáforo que acababa de ponerse en rojo.
Esperé. Me dio por mirar a mi derecha, y la verdad es que la imagen que vi no fue muy agradable.
Me salí de la carretera a la acera, donde no estaba pasando nadie.
-          ¡Wendy! – grité con tristeza.

Ella levantó la cabeza y me sonrió tristemente.
Estaba sentada en un banco del lugar. Lloraba, y bastante. Iba despeinada entera y parecía no importarle en absoluto.

Me acerqué preocupada. Al estar a su lado volvió a llorar como antes.

-          Wendy… ¿qué ocurre?
-          Nada
-          Ya, claro, lloras por gusto
-          Si
-          Venga, cuenta que ocurre
-          Nada, déjalo
-          ¡¡QUE ME DIGAS!!

Le aparté la cara de las rodillas para que me mirase.

-          Que ocurre
-          Es Nathan, joder. No para. Hace unos días dijo delante de un montón de gente que no sé hacer ecuaciones. Me dejó en ridículo. Y ahora encima le veo con otra tía.
-          Ignóralo, no vale la pena…
-          Pero le quiero, Alicia, le quiero mucho. No puedo olvidarle.
-          Inténtalo, te está haciendo mucho daño. ¿No ves como estás ahora mismo?

La saqué del banco y la guié a su casa. Estaba haciendo ella sola el ridículo.
Al llegar a ella, que por cierto no había nadie, la guié a su habitación.

-          Lo siento por lo de la otra vez – dijo de repente, aun llorando – no quería molestarte y menos ofenderte.
-          Ahora preocúpate por ti, estás fatal
-          Da igual, escucho Kpop y se me pasa
-          Wendy, no es lo mismo, no se te pasará
-          Pues no sé que hacer
-          Vente de fiesta conmigo, solamente nosotras

Asintió no muy convencida.

Sonreí y la abracé, dándole fuerzas para seguir adelante, que ningún chico la parase.

-          Estás perdonada – dije sonriendo.
-          Gracias…

· · · · · · · ·


Justo como dije, las dos nos fuimos de fiesta.
Me había cambiado de ropa en casa de Wendy, ella misma me había dejado ropa. Me encanta su ropa. Negra, con pinchos… perfecta.

No estábamos en una discoteca. Las dos nos llevamos alcohol y empezamos a beber en un descampado, haciendo tonterías.

-          ¿Tu te follarías a un perro? – dijo dando otro sorbo de whisky.
-          Si es bonito, si

Las dos reímos.

-          ¿Tú lo volverías a hacer con Mikel?
-          Eso está claro

Wendy me miró sorprendida.

-          ¿Qué quieres? Vivimos en el mismo apartamento, al menos una ducha juntos estaría muy bien…

Reímos.

-          Me pidió perdón – dije de repente
-          Gracias a mi, mona
-          No jodas
-          Si, le dije que debería pedirte perdón por lo que te hizo
-          Eres un amor
-          Ya lo se, soy adorable

Reí.

-          Parecía arrepentido de verdad.
-          Perdónale, hazme caso
-          No se…
-          Deberías hacerlo

Las dos volvimos a beber. Ya llevábamos 3 botellas bebidas entre las dos.

* * *

Gruñí. Puta resaca y puto todo. Al volver a casa nunca pensé que me fuera a doler tanto la cabeza.
Me levanté poco a poco y salí de la habitación a la cocina, donde allí mismo estaba Mikel.

-          Buenos días… - dije con voz ronca.
-          Buenos días borracha
-          Que gracioso…

Alcancé un bote de galletas saladas y empecé a desayunar.

-          Suerte que es fin de semana y no voy a la universidad… - dije.
-          Ya te imagino allí quejándote por todo – rió.

Sonreí y deje el bote a un lado, ya había comido bastantes.

-          Oye… - dijo Mikel.
-          ¿Qué?
-          ¿Has pensado en eso?

No supe que decir, estaba confusa.
Fui a mi habitación aun sin contestar. No sabía que hacer.
Encontré la cámara delante de mí. No se porque, pero eso me inspiró.
La cogí y me senté en la cama, pensando en que hacer. Perdonar o no perdonar.

Al cabo de un rato me levanté, con la cámara encendida. Grabando.
Di dos golpes a la puerta de la habitación de Mikel.

-          Pasa

Entré sonriendo, con la cámara en mano.

-          ¿Qué haces? – preguntó Mikel divertido.
-          Aquí estoy con Mikel Iglesias. Ha trabajado en varios cortos, películas y en la serie de televisión Polseres Vermelles.
-          ¿Perdón?
-          Si, eso, que perdonado
-          No lo pillo
-          Mikel, ¿Cómo fue tu experiencia en está última película de terror que hiciste?
-          Pues buena, estuve con grandes actores, me alegro ser uno de los protagonistas, fue todo genial… ¿A que viene esto?
-          ¿Alguna anécdota divertida sobre los descansos?
-          Perdona, pero…
-          Que si Mikel, que estás perdonado

Abrió los ojos de repente. Lo acababa de pillar. Sonrió.

-          Ahora dime, ¿alguna anécdota?
-          Bueno, pues...


La entrevista fue genial y divertida. Y creo, que ahora podríamos ser amigos, o al menos nos llevarnos tan mal.

lunes, 29 de julio de 2013

Capítulo 9 [Segunda parte]

Conversación de Wendy y Mikel tras mi huída

Wendy se cruzó de brazos arrepentida por lo que acababa de decir. La estaba pagando conmigo por lo ocurrido con Nathan.

-          Alicia se ha pasado mucho – dijo Mikel un poco molesto.
-          No se ha pasado, te ha dicho exactamente la verdad. Le hiciste mucho daño
-          Tampoco fue para tanto, yo disfruté y ella disfrutó
-          ¿No te das cuenta de que se enamoró de ti?
-          ¿Y?
-          Tío, cuando oyó lo que decías de ella se quedó echa una mierda. ¡Una mierda!
-          Eres una exagerada, igual que ella…
-          No, no es una exageración. Yo conocí a Alicia gracias a Teresa, y cuando ella se fue, me tuve que encargar sola y nunca conseguía que se recuperase. Siempre estaba mal, sin comer y vomitando. Si no llego a llamar a Teresa para que volviese, cosa que ella no sabe, jamás se hubiera recuperado.

Mikel se quedó en silencio, quizás pensando en todo lo que dijo Wendy.

-          Mira… no se tu, pero yo me voy a disculpar por lo que le he dicho.
-          ¿Y yo de que debo disculparme?
-          Lo sabes perfectamente

Wendy salió por la puerta, dejando a Mikel. El chico suspiró muy confuso, sin nada claro en la mente.

Mientras tanto, muy lejos de allí, unas horas después…


No se porque lo hago, la verdad… pero bueno, ya no puedo cambiar de opinión.
La carretera aquella que el chico me había dicho, en efecto, estaba llena de motoristas, tanto chicos como chicas.

Pasé por al lado de ellos con un poco de timidez. Me miraron con curiosidad, pero no me dijeron nada.

- ¡Espera, guapa!

Para mi sorpresa, el chico de antes, el que me metió en todo este lío, venía corriendo hacia mí.

-          Al final llegaste…
-          Si, tenía curiosidad
-          Pues corre, las carreras van a empezar
-          ¿Cómo que…?

Sin decirme nada más, me llevó hasta una especie de claro, donde había todo tipo de motos.

- Escoge la adecuada para ti, y ya sabes, intenta ganar

Le miré horrorizada. ¿Lo decía en serio?
Ya no me podía negar, todos estaban preparándose para la carrera…

Un poco cortante, elegí la moto que más me llamó la atención.
Es negra entera y grande, muy brillante y bonita, y algo me decía que con ella podría hacer locuras muy fuertes.
La cogí del manillar y la desplacé hasta el punto de salida, donde ya muchos participantes esperaban montados en sus respectivas motos.

El chico, el cuál aun no me sé su nombre, me observaba desde lejos, sonriéndome y deseándome mucha suerte.
Le devolví la sonrisa un poco nerviosa. Es normal, esto es una locura.

Encendí el motor y a continuación lo hicieron los demás. Ya estaba todo preparado. Ya era la hora.
Suspiré y agarré con fuerza los manillares, no muy convencida.

- ¡¡YA!!

Mi cuerpo actuó solo, como si un acto reflejo fuese.
La moto se desplazó a gran velocidad por la carretera, adelanto a muchas personas que seguramente tendrías más experiencia que yo.

No me sentí asustada ¿Por qué? Todo el miedo de antes se había esfumado. Me sentía bien, libre, agradada conmigo misma. Igual que cuando vomitaba al ser anoréxica.

Adelanté a muchas personas, hasta que acabé ya en la tercera posición, peleándome por la segunda.

No me lo esperaba para nada, puede sonar muy machista, pero la persona que estaba segunda posición era una chica de más o menos mi edad.
No había visto a una como yo entre los participantes, me gustó un poco, ya que me sentía muy incomoda con tantos chicos  a mi alrededor.

Aun así la intenté superar, pero nada. Cuando quería adelantarla se me ponía en medio, lanzada una risotada muy fuerte.
Hice una maniobra peligrosa, cosa que no dio resultado ninguno. Lo único que hizo fue darme un susto, pues casi me caigo revoleada de la moto.

* * *
Salí de la moto temblado, pero no de miedo, si no de emoción, mucha emoción.
El chico se aproximó a mí sonriendo, es muy guapo, ahora que me fijo bien.

-          ¿Me vacilabas antes?
-          ¿Cuándo?
-          Cuando dijiste que nunca has hecho carreras.
-          Es la verdad, nunca he hecho esto…
-          Joder, lo haces de puta madre
-          Gracias… ¿Podré repetir?
-          ¿Hacer de nuevo una carrera?
-          Si, entiendo que no qui…
-          ¡POR SUPUESTO!
-          ¿De verdad? – le miré muy sorprendida.
-          Pues claro, eres buenísima, nunca has hecho ninguna carrera y has acabado tercera.
-          La tía esa se me ponía en medio todo el rato
-          Se llama Amelie, y es muy buena en esto de las carreras
-          ¿Y es como es fuera de ellas?
-          Muy dura, pero en el fondo se deja querer. Te llevarás bien con ella, ya verás.

Sonreí un poco, mirando al suelo con timidez.

-          Por cierto, me llamo Jonhatan – se presentó.
-          Yo Alicia

Nos dimos dos besos, como si nos viésemos ahora por primera vez en nuestra vida.

-          Yo debería irme, se ha hecho bastante tarde – informé – ¿donde dejo la moto?
-          Quédatela
-          Pero…
-          Hazme caso, ahora es tuya
-          Gracias

Me monté en ella y le dirigí la última mirada a Jonhatan.

Y pensar que un día así de mierda podría convertirse en algo perfecto gracias a estas carreras.