[Habrá nuevos personajes en la novela aparte de Mikel, Alicia, Teresa y Àlex :)].
UN AÑO DESPUÉS
-
¡Hola! – saludó
Teresa con energía.
-
¡Buenos días,
criatura del señor! – respondí riendo.
Se sentó al lado mía en la
cama y observo el dibujo de unas flores que acababa de hacer.
Miré a la puerta con
curiosidad.
-
Teresa, ¿Dónde
están las chicas?
-
Wendy y Sonia vienen
ahora, Emily y Angy al final no pueden venir hoy por los exámenes de
preparación y Elvira… ¡a saber!
Reí. Elvira como siempre,
aun así la quiero muchísimo, al igual que a todas.
Me levanté de la cama y
cogí el móvil un momento para comprobar las redes sociales.
Ya hacía seis meses que me
había atrevido a crearme de nuevo una cuenta de FacebooK y Twitter.
-
¡Aliciaaaa!
Wendy, que acababa de
llegar junto a Sonia, se tiró encima de mí.
Las dos caímos al suelo
haciendo mucho ruido, pero más ruido hizo nuestras risas.
-
¡Enferma
mental! – bromeé dándole un pequeño golpe en el brazo.
Sonia y Teresa de
mientras, no paraban de reír en un rincón, mirando divertidas la escena.
Nos levantamos y nos dimos
un abrazo, riendo y diciendo palabras no entendibles.
Al separarnos llegó Sonia ,
que también nos abrazamos.
-
Creo que la
más normal de esta habitación soy yo… - dijo Sonia.
-
¿Bromeas? ¡La
normal soy yo! – corroboró Teresa haciéndose la ofendida.
Sonia le sacó la lengua y
las dos se empezaron a dar golpes por todo el cuerpo.
Llamaron a la puerta y
pararon, un poco avergonzadas.
-
Alicia
Mi doctora acababa de
llegar, reía por el comportamiento infantil de mis amigas.
-
¡Hola! –
saludé.
-
¿Puedes venir
un momento? Tengo que hablar contigo…
Miré a mis amigas unos
segundos y me dirigí a mi doctora.
Anduvimos en silencio
hasta llegar a su despacho, que lo cerró con prisa y sentó en su sillón desde
hace años.
-
¿Qué ocurre? –
pregunté preocupada.
-
Nada malo,
tranquila, más bien es algo bueno
Arqueé una ceja y me senté
en la silla que está enfrente de ella.
-
¿Entonces?
-
Verás, a ver
como te lo digo… ¿Qué tal te encuentras respecto a tu enfermedad?
-
Bien, me estoy
recuperando, no siento ganas de vomitar después de comer… he ganado peso…, creo
que estoy bien.
-
¿Crees que has
aprendido las consecuencias?
-
Si, las he
aprendido del todo
Hubo unos segundos de
silencio.
-
Te vamos a dar
el alta
Me levanté de golpe de la
silla, flipando en colores.
-
¡¿En serio?!
-
Si
-
Pero el alta…
¿Alta?
-
El alta, alta
Sonreí y salté por toda la
habitación, más feliz que nunca.
-
¡¿Y cuando me
la dan?!
-
Esta tarde
Me tapé la boca y le di
dos patadas al suelo.
-
Recuerda que
si cuando estés fuera del hospital y sientes de nuevo esa ansiedad o las ganas
de vomitar, avísanos
-
¡Vale! ¡Pero
no creo que las vuelva a sentir en mi vida!
-
Anda, ve a
comunicárselo a tus amigas
Salí corriendo, gritando y
casi atropellando a personas que pasaban por allí.
Aun así me daba igual, ya
me daban el alta ¿Y qué si me miraban mal?
-
¡¡Chicas!! –
grité con potencia al entrar en mi, dentro de poco, antigua habitación.
-
¿Qué pasa? –
preguntó Sonia sorprendida, riendo un poco.
-
¡NOS VAMOS DE
FIESTA POR LA NOCHE !
Las tres se miraron sin
comprender nada.
-
¿Qué has
fumado? – bromeó Wendy.
-
Dos kilos de
marihuana… - respondí con sarcasmo – ¿No lo entendéis?
-
¿El qué?
-
¡Que me han
dado el alta!
Todas se levantaron
gritando y abrazándose entra ellas, dejándome, como dice Sonia ‘’Forever Alone’’ .
Tosí un poco para que me
echasen cuenta.
-
Gracias por
abrazarme a mí también…
No tardaron ni un segundo
en abalanzarse sobre mí y tirarme al suelo, aplastándome entre todas.
-
¡Vas a salir
del hospital! – oí como gritaba Teresa - ¡Has tardado dos años, pero vas a
salir!
Reí y me aparté de ellas
lo mejor que pude.
-
¡Soy libre! –
exclamé.
-
¡Eres libre! –
me corearon a la vez.
Me tapé la cara con las
manos resoplando de emoción, en unas horas me darían el alta y comenzaría una
vida nueva, desde cero.
* * *
-
¿Preparada? –
preguntó Sonia a mi oído.
-
Más que nunca
Por primera vez en un año
puse un pie fuera del hospital, con la clara idea de que no iba a volver.
El aire fresco me dio en
la cara y pude saborear su aroma.
Mis amigas me miraban
felices y contentas, sonriendo más que nunca.
Les devolví la sonrisa y
avancé mirando a mí alrededor, para luego girarme y echarle un último vistazo
al hospital.
Pero la sonrisa se me
borró al recordar una cosa que no tenía prevista.
-
¿Qué pasa? –
preguntó Teresa al notarlo.
-
¿Dónde voy a
dormir? No pienso ir a casa de mis padres…
Resoplé y me quité los
pelos de la cara, pensando en alquilar la habitación de cualquier motel.
-
Puedes dormir
en mi casa – se ofreció Wendy.
-
Ni hablar, no
pienso ser una molestia
-
¡No seas
tonta! ¡Te quedas en mi casa!
-
Y si mañana no
encuentras un piso pues te quedas en la mía – propuso Teresa.
-
Lo mismo digo,
también te puedes quedar en la mía la próxima vez – corroboró Sonia.
Las miré agradecida de
verdad, amigas como ellas hay muy pocas.
-
Anda venga,
¿Buscamos a las otras? – dijo Teresa sonriendo – Ya verás cuando te vean…
Reí y asentí con energía,
deseando poder una vuelta por la ciudad.
Las cuatros nos alejamos
del hospital, pensando en quien buscar primero.
-
Lo mejor será
que la última sea Elvira– dije pensativa.
-
¿Por qué? –
preguntó Sonia
-
Por que ha
quedado con Robert, tía, ¿Por qué crees
que no está aquí ahora mismo?
-
Hostia verdad…
seguro que ahora mismo estarán…
Me dio un codazo y todas
empezamos a reír, aunque un poco preocupadas, ya que para Elvira sería la
primera vez y la pobre chica estaría muy nerviosa.
-
¿Buscamos
primero a Emily? – propuso Wendy.
-
¡Vale! Pero…
¿Dónde está?
-
En el
instituto atontada
Nos dirigimos al instituto
riendo y haciendo bromas, hasta que al poco nos pusimos a escuchar música con
los móviles.
-
¡Ei! ¡Esa es
Emily! – grité señalando a la calle que daba al instituto.
En efecto, Emily paseaba
por allí mirando el móvil, seguramente eligiendo alguna música para escuchar.
Sin que nadie me dijese
nada, fui corriendo hacia ella como si fuera una niña pequeña que acaba de ver
una tienda llena de juguetes.
-
¡EMILY!
La chica se asustó y se le
cayó el móvil de las manos, pero por suerte lo rescató justo a tiempo.
Miró al frente con cara de
pocos amigos, pero al verme la expresión del rostro se le cambió a sorprendido.
-
¿Alicia?
-
¡Buenos días!
-
Pero que…
como… que… ¿Qué coño pasa aquí?
Empecé a reír por el
desconcierto de mi amiga, la pobre no sabía que pasaba.
-
He recaído y
me he escapado del hospital – mentí.
-
¡¿Qué?!
-
Si, si… he
adelgazado tres kilos en una semana
-
Vale… ¿Tú
estás loca?
Teresa, Wendy y Sonia aparecieron
por detrás, que miraban extrañadas por la seriedad de Emily.
-
¿Qué ocurre? –
preguntó Teresa.
-
¡Dios! ¡Y
vosotras la dejáis salir! – exclamó Emily enfadada - ¡¿Qué queréis matarla?!
Las tres sin miraron sin
comprender mientras que yo me aguantaba la risa lo mejor que podía.
-
¿De que
hablas? – dijo Sonia confundida.
-
¡Alicia se ha
escapado del hospital por adelgazar y la ayudáis a irse!
Exploté y empecé a reír,
tirándome al suelo de la risa que tenía.
-
Emily… le han
dado el alta… - informó Wendy riendo.
Aun si mirarla, noté como
Emily clavaba los ojos en mí con malicia.
-
Serás… -
murmuró entre dientes – te vas a enterar…
Me levanté del suelo y la
miré aun riendo.
-
¡Que era broma
tonta!
No me dio tiempo a más,
Emily se me tiró encima y me empezó a dar golpes en la cabeza.
-
¡Ayuda! –
grité - ¡Qué me mata!
Cuando acabó nos
levantamos y la miré un poco enfadada, pero el cabreo se me paso enseguida. Nos
abrazamos sonriendo.
Hicimos un abrazo en
grupo, saltando, riendo y gritando.
Las miré con un brillo en
los ojos, un brillo de felicidad recobrado gracias a la ayuda de todas.
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