domingo, 21 de julio de 2013

Capítulo 1 [Segunda parte de la novela]

[Habrá nuevos personajes en la novela aparte de Mikel, Alicia, Teresa y Àlex :)].


UN AÑO DESPUÉS


-          ¡Hola! – saludó Teresa con energía.
-          ¡Buenos días, criatura del señor! – respondí riendo.

Se sentó al lado mía en la cama y observo el dibujo de unas flores que acababa de hacer.
Miré a la puerta con curiosidad.

-          Teresa, ¿Dónde están las chicas?
-          Wendy y Sonia vienen ahora, Emily y Angy al final no pueden venir hoy por los exámenes de preparación y Elvira… ¡a saber!

Reí. Elvira como siempre, aun así la quiero muchísimo, al igual que a todas.
Me levanté de la cama y cogí el móvil un momento para comprobar las redes sociales.
Ya hacía seis meses que me había atrevido a crearme de nuevo una cuenta de FacebooK y Twitter.

-          ¡Aliciaaaa!

Wendy, que acababa de llegar junto a Sonia, se tiró encima de mí.
Las dos caímos al suelo haciendo mucho ruido, pero más ruido hizo nuestras risas.

-          ¡Enferma mental! – bromeé dándole un pequeño golpe en el brazo.

Sonia y Teresa de mientras, no paraban de reír en un rincón, mirando divertidas la escena.
Nos levantamos y nos dimos un abrazo, riendo y diciendo palabras no entendibles.
Al separarnos llegó Sonia , que también nos abrazamos.

-          Creo que la más normal de esta habitación soy yo… - dijo Sonia.
-          ¿Bromeas? ¡La normal soy yo! – corroboró Teresa haciéndose la ofendida.

Sonia le sacó la lengua y las dos se empezaron a dar golpes por todo el cuerpo.
Llamaron a la puerta y pararon, un poco avergonzadas.

-          Alicia

Mi doctora acababa de llegar, reía por el comportamiento infantil de mis amigas.

-          ¡Hola! – saludé.
-          ¿Puedes venir un momento? Tengo que hablar contigo…

Miré a mis amigas unos segundos y me dirigí a mi doctora.
Anduvimos en silencio hasta llegar a su despacho, que lo cerró con prisa y sentó en su sillón desde hace años.

-          ¿Qué ocurre? – pregunté preocupada.
-          Nada malo, tranquila, más bien es algo bueno

Arqueé una ceja y me senté en la silla que está enfrente de ella.

-          ¿Entonces?
-          Verás, a ver como te lo digo… ¿Qué tal te encuentras respecto a tu enfermedad?
-          Bien, me estoy recuperando, no siento ganas de vomitar después de comer… he ganado peso…, creo que estoy bien.
-          ¿Crees que has aprendido las consecuencias?
-          Si, las he aprendido del todo

Hubo unos segundos de silencio.

-          Te vamos a dar el alta

Me levanté de golpe de la silla, flipando en colores.

-          ¡¿En serio?!
-          Si
-          Pero el alta… ¿Alta?
-          El alta, alta

Sonreí y salté por toda la habitación, más feliz que nunca.

-          ¡¿Y cuando me la dan?!
-          Esta tarde

Me tapé la boca y le di dos patadas al suelo.

-          Recuerda que si cuando estés fuera del hospital y sientes de nuevo esa ansiedad o las ganas de vomitar, avísanos
-          ¡Vale! ¡Pero no creo que las vuelva a sentir en mi vida!
-          Anda, ve a comunicárselo a tus amigas

Salí corriendo, gritando y casi atropellando a personas que pasaban por allí.
Aun así me daba igual, ya me daban el alta ¿Y qué si me miraban mal?
-          ¡¡Chicas!! – grité con potencia al entrar en mi, dentro de poco, antigua habitación.
-          ¿Qué pasa? – preguntó Sonia sorprendida, riendo un poco.
-          ¡NOS VAMOS DE FIESTA POR LA NOCHE!

Las tres se miraron sin comprender nada.

-          ¿Qué has fumado? – bromeó Wendy.
-          Dos kilos de marihuana… - respondí con sarcasmo – ¿No lo entendéis?
-          ¿El qué?
-          ¡Que me han dado el alta!

Todas se levantaron gritando y abrazándose entra ellas, dejándome, como dice Sonia ‘’Forever Alone’’ .
Tosí un poco para que me echasen cuenta.

-          Gracias por abrazarme a mí también…

No tardaron ni un segundo en abalanzarse sobre mí y tirarme al suelo, aplastándome entre todas.

-          ¡Vas a salir del hospital! – oí como gritaba Teresa - ¡Has tardado dos años, pero vas a salir!

Reí y me aparté de ellas lo mejor que pude.

-          ¡Soy libre! – exclamé.
-          ¡Eres libre! – me corearon a la vez.

Me tapé la cara con las manos resoplando de emoción, en unas horas me darían el alta y comenzaría una vida nueva, desde cero.

* * *



-          ¿Preparada? – preguntó Sonia a mi oído.
-          Más que nunca

Por primera vez en un año puse un pie fuera del hospital, con la clara idea de que no iba a volver.
El aire fresco me dio en la cara y pude saborear su aroma.
Mis amigas me miraban felices y contentas, sonriendo más que nunca.
Les devolví la sonrisa y avancé mirando a mí alrededor, para luego girarme y echarle un último vistazo al hospital.
Pero la sonrisa se me borró al recordar una cosa que no tenía prevista.
-          ¿Qué pasa? – preguntó Teresa al notarlo.
-          ¿Dónde voy a dormir? No pienso ir a casa de mis padres…

Resoplé y me quité los pelos de la cara, pensando en alquilar la habitación de cualquier motel.

-          Puedes dormir en mi casa – se ofreció Wendy.
-          Ni hablar, no pienso ser una molestia
-          ¡No seas tonta! ¡Te quedas en mi casa!
-          Y si mañana no encuentras un piso pues te quedas en la mía – propuso Teresa.
-          Lo mismo digo, también te puedes quedar en la mía la próxima vez – corroboró Sonia.

Las miré agradecida de verdad, amigas como ellas hay muy pocas.

-          Anda venga, ¿Buscamos a las otras? – dijo Teresa sonriendo – Ya verás cuando te vean…

Reí y asentí con energía, deseando poder una vuelta por la ciudad.
Las cuatros nos alejamos del hospital, pensando en quien buscar primero.

-          Lo mejor será que la última sea Elvira– dije pensativa.
-          ¿Por qué? – preguntó Sonia
-          Por que ha quedado con  Robert, tía, ¿Por qué crees que no está aquí ahora mismo?
-          Hostia verdad… seguro que ahora mismo estarán…

Me dio un codazo y todas empezamos a reír, aunque un poco preocupadas, ya que para Elvira sería la primera vez y la pobre chica estaría muy nerviosa.

-          ¿Buscamos primero a Emily? – propuso Wendy.
-          ¡Vale! Pero… ¿Dónde está?
-          En el instituto atontada

Nos dirigimos al instituto riendo y haciendo bromas, hasta que al poco nos pusimos a escuchar música con los móviles.

-          ¡Ei! ¡Esa es Emily! – grité señalando a la calle que daba al instituto.

En efecto, Emily paseaba por allí mirando el móvil, seguramente eligiendo alguna música para escuchar.
Sin que nadie me dijese nada, fui corriendo hacia ella como si fuera una niña pequeña que acaba de ver una tienda llena de juguetes.

-          ¡EMILY!

La chica se asustó y se le cayó el móvil de las manos, pero por suerte lo rescató justo a tiempo.
Miró al frente con cara de pocos amigos, pero al verme la expresión del rostro se le cambió a sorprendido.

-          ¿Alicia?
-          ¡Buenos días!
-          Pero que… como… que… ¿Qué coño pasa aquí?

Empecé a reír por el desconcierto de mi amiga, la pobre no sabía que pasaba.

-          He recaído y me he escapado del hospital – mentí.
-          ¡¿Qué?!
-          Si, si… he adelgazado tres kilos en una semana
-          Vale… ¿Tú estás loca?

Teresa, Wendy y Sonia aparecieron por detrás, que miraban extrañadas por la seriedad de Emily.

-          ¿Qué ocurre? – preguntó Teresa.
-          ¡Dios! ¡Y vosotras la dejáis salir! – exclamó Emily enfadada - ¡¿Qué queréis matarla?!

Las tres sin miraron sin comprender mientras que yo me aguantaba la risa lo mejor que podía.

-          ¿De que hablas? – dijo Sonia confundida.
-          ¡Alicia se ha escapado del hospital por adelgazar y la ayudáis a irse!

Exploté y empecé a reír, tirándome al suelo de la risa que tenía.

-          Emily… le han dado el alta… - informó Wendy riendo.

Aun si mirarla, noté como Emily clavaba los ojos en mí con malicia.

-          Serás… - murmuró entre dientes – te vas a enterar…

Me levanté del suelo y la miré aun riendo.

-          ¡Que era broma tonta!

No me dio tiempo a más, Emily se me tiró encima y me empezó a dar golpes en la cabeza.

-          ¡Ayuda! – grité - ¡Qué me mata!

Cuando acabó nos levantamos y la miré un poco enfadada, pero el cabreo se me paso enseguida. Nos abrazamos sonriendo.
Hicimos un abrazo en grupo, saltando, riendo y gritando.

Las miré con un brillo en los ojos, un brillo de felicidad recobrado gracias a la ayuda de todas.

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