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-
Pero…
-
¿No quieres?
-
¡Por supuesto
que quiero! Pero ¿Y mi doctora?
-
Me ha dicho
que si comes te dejará
-
¡Comeré!
-
De todas
formas te obligaré…
Me
dio un pequeño mordisco en la oreja.
-
¿Me tratarás
bien?
-
Si, no pasarás
ni un poco de hambre – empecé a reír – y lo digo en los dos sentidos.
Ahora
reí con fuerza, enamorándome cada vez más de esta persona.
-
Madre mía que
miedo…
No
hablé más, pues Mikel me calló con un beso dulce y tierno.
-
¿Vamos a tu
habitación ha hacer la maleta?
Asentí
y fuimos, el abrazándome por la cintura y de vez en cuando, dándome besos en el
cuello.
Hice
la maleta lo más deprisa posible, cogiendo todo lo indispensable.
-
¿Y a tus
padres no les importa? – pregunté ya saliendo del hospital y sentándome en su
moto.
-
Ni siquiera lo
saben, se han ido de viaje con mi hermana
-
Entonces…
-
Tenemos la
casa para nosotros solos
Me
sonrojé e intenté no pensar en lo que podría pasar por la noche.
<<¿Estamos
saliendo?>> pensé de repente.
Es
cierto, aun no tengo ni idea de que somos. ¿Una relación o simple rollo?
-
Alicia ¿Dónde
estás?
-
¿Qué?
Volví
a la realidad y me percaté de que estaba en frente de una casa muy grande, sin
mencionar el jardín y la gran piscina que hay en el.
-
Perdona,
estaba en las nubes…
-
¿Te ha
molestado que estemos solos?
Me
miraba un poco preocupado, con cara de pena.
-
No tonto, me
encanta que estemos solos…
-
¿Entonces?
-
Hace ya meses
que no piso otro suelo que no sea el del hospital… me resulta extraño.
-
Te
acostumbrarás
Eso
fue lo primero que se me vino a la cabeza, no le podía decir que estaba pensando
en que éramos nosotros dos.
-
Pase usted
señorita
Entré
y me quedé maravillada.
La
casa por dentro es mucho más grande que por fuera, es espaciosa, muy bien
amueblada y con unos colores muy agradables.
-
¿Te gusta mi
casa?
-
Es preciosa
Mikel
-
Como el dueño
Le
miré y arqueé una ceja.
-
Creído…
Se
acercó y me plantó un beso en la frente, haciéndome rabiar.
-
¿Qué hora es?
– pregunté.
-
Las ocho
-
Joder, un poco
tarde…
-
Si quieres nos
podemos dar un baño en la piscina
La
cara se me cambió al instante. ¿Baño?, ¿Piscina?, ¿Casi sin ropa?
-
No tengo
bikini Mikel…
-
Puedes coger
uno de mi hermana
-
Hace un poco
de frío de todas formas…
-
Alicia, ahora
mismo hay una temperatura de 30 grados…
Suspiré
apenada y sonreí falsamente.
-
De acuerdo,
iré a por un bikini…
-
Espera
Me
agarró del brazo y me acercó a el.
Quitándome
con delicadeza el cabello del rostro me miró fijamente a los ojos.
-
¿Qué ocurre?
-
Nada
-
Cuéntame, por
algo no te quieres bañar
-
Verás… - me
mordí el labio – me da vergüenza que me vean
-
¿Y eso?
-
Estoy en los
huesos, demasiado delgada, doy asco al verme…
Puso
dos dedos en mis labios para que callase.
-
No das asco ni
por asomo, y ahora estás mucho mejor que antes
-
Cuando me veas
apartarás la mirada…
-
Cuando te vea
me tiraré encima tuya y te comeré a besos
Sonreí
y le abracé, siempre sabe que decir.
-
Ponte el
bikini, ya verás que bien
-
Vale
-
La habitación
de mi hermana está arriba, al fondo a la derecha
Subí
las escaleras y encontré con facilidad la habitación.
Los
bikinis estaban en un pequeño cajón debajo del armario, pero hubo un problema…
-
¿Mikel? –
grité lo más fuerte que pude
-
¿Qué ocurre?
-
Tengo un
problema…
-
¿Cuál?
-
Ven un momento
anda, no lo quiero gritar
Esperé
a que subiese, cuando llegó miró a todos lados, sin encontrarme.
-
Estoy en el
baño, no entres…
-
¿Qué pasa?
-
La parte de
arriba del bikini me está pequeña…
Hubo
unos segundos de silencio, hasta que escuché la risa de Mikel a todo volumen.
El
chico no paraba de reír, incluso podría estar llorando.
-
¡¿Pero tú que
talla tienes de pecho?!
-
¿Qué te importa?
-
Hombre, pues
mucho, si mi hermana tiene la talla 90…
-
Pues yo la 95…
Le
escuché reír más aun.
-
¿Y ahora que
hago?
-
Ve a la
piscina en ropa interior
-
Ja, Ja, Ja,
que gracioso el niño…
-
¿Por qué no?
¡Solo estaré yo!
-
Por eso no
quiero, me das miedo…
-
Pasarás un fin
de semana malísimo
Intenté
no reír por su broma.
-
Bueno, ve
abajo que enseguida voy yo
-
Vale, te
espero
Oí
como se iba y bajaba las escaleras.
Me
acerqué al espejo y me quité la ropa con miedo.
Di
la vuelta y me miré de arriba abajo. Quizás Mikel tiene razón y ya no estoy
como antes.
Se
me ve delgada, pero no tanto como para que sea todo huesos.
Un
par de kilos más y recuperada del todo.
Cogí
aire y salí de la habitación, bajando las escaleras y llegando al jardín.
Mikel
estaba sentado al borde de la piscina, solamente en boxers.
-
¿Tú no tienes
bañador? – pregunté riendo.
Me
miró de arriba abajo y silbó, haciendo que me sonrojase.
Se
acercó y me agarró por la cintura.
-
No me parecía
justo llevar bañador, así que también me pondré así
Miró
mis labios con deseo, pero noté como su mirada sin darse cuenta bajó un poco
más abajo.
-
Se te van los
ojos…
-
Comprobaba si
era verdad lo de la talla…
Reí
y apoyé mi cabeza en su hombro.
Pero
Mikel me cogió en brazos y me acercó a la piscina, con muy malas ideas.
-
Ni se te
ocurra…
-
Lo siento
amor, pero siempre pasa esto conmigo
Me
soltó, pero con inteligencia, le agarré del brazo y lo tiré conmigo, cayendo
los dos al agua.
-
¡Ahora vas y
te jodes!
-
¡Ahora voy y
te mato!
Empecé
a nadar lo más aprisa posible, pero el me cogió y me dio… ¿Cuántas? 5 o 6
hogaillas.
Al
parar, me acercó lo máximo a el, notando cada parte de su cuerpo.
Crucé
mis piernas por su cintura, besándole con pasión, con ganas reprimidas.
Sin
vergüenzas, bajo sus dos manos hasta llegar a mi culo, tocándolo como si no
hubiera mañana.
Un
nuevo deseo surgió de repente: el sexual.
Pero
era pronto, al menos, hoy no lo haríamos, pero solo hoy.
-
¿Te pongo? –
dije, apartándome un poco de sus labios para besarle el cuello.
-
Muchísimo…
Apoyo
su cabeza en mis pechos, hundiéndola.
Empecé
a reír, sin darme cuenta de que eso le excitaba más.
Y todo esto, solo era el principio, aun quedaba más
días.
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