miércoles, 24 de julio de 2013

Capitulo 3 [Segunda parte]

En este capítulo aparece un chico muy especial... ¿Quién será? ¡Os dejo con la intriga! Jajajaja :3
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Hoy es un día especial, si señor. ¡Un mes fuera del hospital!
Además, también iba a mirar si me habían admitido en la universidad nacional de Barcelona y según mis amigas ‘’me tenían una sorpresa muy grande montada’’.
Me coloqué bien la camiseta y subí las escaleras que llevaban a la gran universidad.
Es bastante bonita y grande, y mejor no decir nada del precioso jardín que tiene.
Entré y miré a mí alrededor, buscando la lista de las personas admitidas.
Pero nada, ni una sola lista o indicación para buscarla.
Con torpeza me dirigí a secretaría para preguntar por ella.

-          Disculpe…

La secretaria me observó con curiosidad.

-          ¿Le ocurre algo?
-          Me gustaría saber si hay alguna lista que indique los admitidos en la universidad…

Dudó unos instantes, pero al final lo recordó.

-          ¡Ah claro! ¡Vaya cabeza la mía, se me olvidó ponerla! – intenté no poner mala cara – en una hora la pondré.

Esta vez no lo aguanté y si que la puse.

-          Lo siento pero podría decirme si estoy en la lista… es que no tengo tiempo.
-          ¿Tan ocupada estás? ¡Tu novio puede estar sin ti unas horas!
-          Ya, pero mi cita al nutricionista por anorexia no…

Le sorprendió mi contestación y con mucho descaro me miró de arriba abajo para comprobar mi delgadez.
Murmuró algo en voz muy baja y empezó a revisar el ordenador.
Sonreí para mis adentros, es algo sucio hacer esto, pero al menos así les doy pena a las personas y hacen lo que les ordeno.

-          ¿Cuál es tu nombre? – preguntó sin apartar la vista del ordenador.
-          Alicia Garrido

Tecleó varias veces y de nuevo empezó a rebuscar por el papeleo.

-          Ha ya, ya te encontré…
-          ¿Y bien?
-          Nos veremos en unas semanas, estás admitida

Sonreí aliviada y llena de felicidad. ¡Admitida! ¡Universitaria! ¡Periodista!
-          ¡Gracias, gracias! – grité sin darme - ¡Os quiero a todos!

Salí corriendo fuera de la universidad con aire sonriente, haciendo que las personas que pasaban por allí se me quedasen mirando; algunas mosqueadas por el jaleo que montaba y otras riendo por el carácter infantil.
Saqué el móvil y marqué rápidamente el número de Teresa.

-          ¿Quién es?
-          ¡Un violador!

Escuché como reía a través del móvil.

-          ¿Y esa energía?
-          ¡Soy universitaria!
-          ¡TOMA YA!

Gritó tan fuerte que casi me sangran los oídos, pero ¿Y qué?

-          ¡Y YA VERÁS LA SORPRESA QUE TODAS TE HEMOS MONTADO!
-          ¡TENGO GANAS!
-          ¡MORIRÁS!
-          ¡TE COMO ENTERA!

Reímos las dos, ya bajando el tono de la voz no solo por lo que pensaría la gente, si no también por la garganta, que ya empezaba a molestar.

-          ¿Dónde estáis? – pregunté más tranquilizada.
-          Lo siento, pero ahora mismo no nos puedes ver
-          Anda ya…
-          A las cinco ve a mi casa, que de allí nos vamos de fiesta todas
-          ¿Y mi sorpresa?
-          Luego de la fiesta
-          Malvadas…
-          ¡Pero te queremos!

Sonreí, tenía mucha razón, me quieren y yo a ellas.

-          Bueno, te voy dejando… - dijo Teresa
-          ¡Espera! ¡¿Y a donde voy hasta que sean las cinco?!
-          ¡Sorpréndeme! – bromeó
-          No, espera…

Colgó dejándome con las palabras en la boca.
Bufé y lo vi claro, Teresa es un poco hija de puta, pero la quiero mucho.

<<¿Dónde voy ahora?>>
Paseé por la calle que estaba al lado de la universidad.
Es bastante bonita, llena de tiendas de ropa con unos escaparates tan llamativos que no tardaron en llamarme la atención.
Me acerqué al del escaparate de ‘’Stradivarius’’ una de mis tiendas favoritas.
Le eché el ojo y no pude evitar fijarme en una cazadora vaquera de medias mangas muy mona.
Siempre me ha gustado ese tipo de cazadoras, sean vaqueras o de cuero, simplemente me encantan.

-          ¿Te ha gustado? Tenemos más – dijo una voz masculina a mis espaldas.

Me giré y quedé atónita, mirando de arriba abajo al dependiente.

-          ¿Alicia? – dijo extrañado, sonriendo un poco nervioso.
-          Dios mío… ¡¿Àlex?!

Sonrió un poco más al ver que yo lo hacía ilusionada.
Le abracé riendo, en el fondo contenta de volver a verle.

-          ¡Joder cuanto tiempo! – exclamé al apartarme.
-          Si, desde cuando te vimos en… - calló al recordar todo lo que pasó.

Yo también me puse un poco seria al recordar, pero decidí no darle importancia.

-          ¿Tú no eras actor? ¡Como cambia las cosas! – bromeé para cambiar de tema.
-          ¿Qué dices? ¡Sigo siendo actor!
-          Pero si eres el dependiente de la tienda…
-          Por hoy, son mi hermana y mi prima las que llevan la tienda, pero como mi prima tiene que preparar una fiesta pues he decidido guardarle el turno

Asentí ahora un poco más convencida.

-          ¿Cuándo te recuperaste? – lo preguntó con el mayor tacto posible.
-          Hoy hace un mes desde que salí – sonreí.
-          Me alegro mucho, de verdad, espero que ahora en adelante seas más feliz.
-          Lo seré, tranquilo, mientras tu me hagas descuentos en esta tienda

Reímos y miré de soslayo la cazadora.

-          ¿Te la quieres probar? – dijo Alex al percatarse de ello.
-          No, tranquilo, solo pasaba para mirar, ni siquiera llevo dinero encima…
-          Pues me la pagas otro día
-          ¿Eres tonto? Que no, si la compro la pagaré justo el día de la compra
-          Pues yo, Àlex Monner Zubizarreta, te digo que te la llevas o serás obligada a trabajar 42 horas seguidas en la tienda.

Me crucé de brazos con mirada perversa.

-          No
-          Vale, te la tendré que poner yo

Entró y cogió la cazadora, yéndose fuera a ponérmela.

-          ¡¡Quita loco!! – grité divertida, intentando que no me la pusiese.
-          ¡Es un regalo por tu recuperación, linda!

Al final cedí y me la deje poner, riendo aún por las locuras que tiene este chico.
Miré la hora y me quedé boquiabierta. ¡Las cinco y veinte!

-          ¡Hostia Àlex! ¡Que hace veinte minutos que quedé con mis amigas!
-          Corre antes de que te maten

Le di dos besos, un abrazo y salí escopetada a casa de Teresa.
Tardé media hora en llegar, pero al menos llegué.

-          ¡Que temprano llegas! – ironizó Teresa al abrirme la puerta - ¡Ni siquiera llevamos una hora esperándote!
-          Lo siento, lo siento, es que me encontré con un antiguo amigo y…

De fondo vi como Sonia, que estaba escuchando, abría mucho los ojos al escuchar la palabra ‘’antiguo amigo’’.

-          ¡Eres una asquerosa, Sonia! – exclamó alzando la cabeza - ¡No pienses mal!

Teresa acabó riendo y me dejo pasar para saludar a todas.
Entré en el salón y me las encontré sentadas, muy serias y mirándome fijamente.

-          Perdón por el retraso…
-          No hay tiempo, tenemos que vestirte… ¡YA!

Gritó Emily de cachondeo.
Agarrándome del brazo, me llevó hasta a la habitación de Teresa.
Suerte que está en la planta baja, si no ya me habría caído por las escaleras.
Con todas detrás, cerró la puerta y me tiró un vestido azul a la cabeza.

-          Pruébatelo, a ver como te queda

Obediente así hice.

-          ¡Guapa! – exclamó Wendy.

Al terminar de hacer todo para ponernos bien arregladas, salimos a la calle.
-          Mi sorpresa…
-          Después de la fiesta, tu tranquila – dijo Angy sonriendo.

* * *

Muy torpe, di el pie contra una esquina del lugar en el que estaba.

-          ¡Ah!, ¡¿Es necesario tener vendado los ojos?!
-          Por supuesto, si no la sorpresa sería una mierda – contestó Teresa, que era la que me guiaba por orden mía.

Suspiré y seguí el trayecto, hasta que note como ascendía sola.

-          ¿Estamos en un ascensor? – pregunté.
-          Si

De nuevo empecé a andar, hasta tropezarme de nuevo con una esquina.

-          ¡Mierda! – grité.

Elvira se empezó a reír de lejos.

-          Ya llegamos – informó Wendy, que parecía más emocionada que yo.


Se abrió una puerta y avancé, parando de nuevo y sintiendo como me deshacían la venda.

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