En este capítulo aparece un chico muy especial... ¿Quién será? ¡Os dejo con la intriga! Jajajaja :3
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Hoy es un día especial, si
señor. ¡Un mes fuera del hospital!
Además, también iba a
mirar si me habían admitido en la universidad nacional de Barcelona y según mis
amigas ‘’me tenían una sorpresa muy grande montada’’.
Me coloqué bien la
camiseta y subí las escaleras que llevaban a la gran universidad.
Es bastante bonita y
grande, y mejor no decir nada del precioso jardín que tiene.
Entré y miré a mí
alrededor, buscando la lista de las personas admitidas.
Pero nada, ni una sola
lista o indicación para buscarla.
Con torpeza me dirigí a secretaría
para preguntar por ella.
-
Disculpe…
La secretaria me observó
con curiosidad.
-
¿Le ocurre
algo?
-
Me gustaría
saber si hay alguna lista que indique los admitidos en la universidad…
Dudó unos instantes, pero
al final lo recordó.
-
¡Ah claro!
¡Vaya cabeza la mía, se me olvidó ponerla! – intenté no poner mala cara – en
una hora la pondré.
Esta vez no lo aguanté y
si que la puse.
-
Lo siento pero
podría decirme si estoy en la lista… es que no tengo tiempo.
-
¿Tan ocupada
estás? ¡Tu novio puede estar sin ti unas horas!
-
Ya, pero mi
cita al nutricionista por anorexia no…
Le sorprendió mi
contestación y con mucho descaro me miró de arriba abajo para comprobar mi
delgadez.
Murmuró algo en voz muy
baja y empezó a revisar el ordenador.
Sonreí para mis adentros, es
algo sucio hacer esto, pero al menos así les doy pena a las personas y hacen lo
que les ordeno.
-
¿Cuál es tu
nombre? – preguntó sin apartar la vista del ordenador.
-
Alicia Garrido
Tecleó varias veces y de
nuevo empezó a rebuscar por el papeleo.
-
Ha ya, ya te
encontré…
-
¿Y bien?
-
Nos veremos en
unas semanas, estás admitida
Sonreí aliviada y llena de
felicidad. ¡Admitida! ¡Universitaria! ¡Periodista!
-
¡Gracias,
gracias! – grité sin darme - ¡Os quiero a todos!
Salí corriendo fuera de la
universidad con aire sonriente, haciendo que las personas que pasaban por allí
se me quedasen mirando; algunas mosqueadas por el jaleo que montaba y otras
riendo por el carácter infantil.
Saqué el móvil y marqué
rápidamente el número de Teresa.
-
¿Quién es?
-
¡Un violador!
Escuché como reía a través
del móvil.
-
¿Y esa
energía?
-
¡Soy
universitaria!
-
¡TOMA YA!
Gritó tan fuerte que casi
me sangran los oídos, pero ¿Y qué?
-
¡Y YA VERÁS LA SORPRESA QUE TODAS TE HEMOS
MONTADO!
-
¡TENGO GANAS!
-
¡MORIRÁS!
-
¡TE COMO
ENTERA!
Reímos las dos, ya bajando
el tono de la voz no solo por lo que pensaría la gente, si no también por la
garganta, que ya empezaba a molestar.
-
¿Dónde estáis?
– pregunté más tranquilizada.
-
Lo siento,
pero ahora mismo no nos puedes ver
-
Anda ya…
-
A las cinco ve
a mi casa, que de allí nos vamos de fiesta todas
-
¿Y mi
sorpresa?
-
Luego de la
fiesta
-
Malvadas…
-
¡Pero te
queremos!
Sonreí, tenía mucha razón,
me quieren y yo a ellas.
-
Bueno, te voy
dejando… - dijo Teresa
-
¡Espera! ¡¿Y a
donde voy hasta que sean las cinco?!
-
¡Sorpréndeme!
– bromeó
-
No, espera…
Colgó dejándome con las
palabras en la boca.
Bufé y lo vi claro, Teresa
es un poco hija de puta, pero la quiero mucho.
<<¿Dónde voy
ahora?>>
Paseé por la calle que
estaba al lado de la universidad.
Es bastante bonita, llena
de tiendas de ropa con unos escaparates tan llamativos que no tardaron en
llamarme la atención.
Me acerqué al del
escaparate de ‘’Stradivarius’’ una de
mis tiendas favoritas.
Le eché el ojo y no pude
evitar fijarme en una cazadora vaquera de medias mangas muy mona.
Siempre me ha gustado ese
tipo de cazadoras, sean vaqueras o de cuero, simplemente me encantan.
-
¿Te ha
gustado? Tenemos más – dijo una voz masculina a mis espaldas.
Me giré y quedé atónita,
mirando de arriba abajo al dependiente.
-
¿Alicia? –
dijo extrañado, sonriendo un poco nervioso.
-
Dios mío… ¡¿Àlex?!
Sonrió un poco más al ver
que yo lo hacía ilusionada.
Le abracé riendo, en el
fondo contenta de volver a verle.
-
¡Joder cuanto
tiempo! – exclamé al apartarme.
-
Si, desde
cuando te vimos en… - calló al recordar todo lo que pasó.
Yo también me puse un poco
seria al recordar, pero decidí no darle importancia.
-
¿Tú no eras
actor? ¡Como cambia las cosas! – bromeé para cambiar de tema.
-
¿Qué dices?
¡Sigo siendo actor!
-
Pero si eres
el dependiente de la tienda…
-
Por hoy, son
mi hermana y mi prima las que llevan la tienda, pero como mi prima tiene que
preparar una fiesta pues he decidido guardarle el turno
Asentí ahora un poco más
convencida.
-
¿Cuándo te
recuperaste? – lo preguntó con el mayor tacto posible.
-
Hoy hace un
mes desde que salí – sonreí.
-
Me alegro
mucho, de verdad, espero que ahora en adelante seas más feliz.
-
Lo seré,
tranquilo, mientras tu me hagas descuentos en esta tienda
Reímos y miré de soslayo
la cazadora.
-
¿Te la quieres
probar? – dijo Alex al percatarse de ello.
-
No, tranquilo,
solo pasaba para mirar, ni siquiera llevo dinero encima…
-
Pues me la
pagas otro día
-
¿Eres tonto?
Que no, si la compro la pagaré justo el día de la compra
-
Pues yo, Àlex
Monner Zubizarreta, te digo que te la llevas o serás obligada a trabajar 42
horas seguidas en la tienda.
Me crucé de brazos con
mirada perversa.
-
No
-
Vale, te la
tendré que poner yo
Entró y cogió la cazadora,
yéndose fuera a ponérmela.
-
¡¡Quita loco!!
– grité divertida, intentando que no me la pusiese.
-
¡Es un regalo
por tu recuperación, linda!
Al final cedí y me la deje
poner, riendo aún por las locuras que tiene este chico.
Miré la hora y me quedé
boquiabierta. ¡Las cinco y veinte!
-
¡Hostia Àlex!
¡Que hace veinte minutos que quedé con mis amigas!
-
Corre antes de
que te maten
Le di dos besos, un abrazo
y salí escopetada a casa de Teresa.
Tardé media hora en
llegar, pero al menos llegué.
-
¡Que temprano
llegas! – ironizó Teresa al abrirme la puerta - ¡Ni siquiera llevamos una hora esperándote!
-
Lo siento, lo
siento, es que me encontré con un antiguo amigo y…
De fondo vi como Sonia,
que estaba escuchando, abría mucho los ojos al escuchar la palabra ‘’antiguo
amigo’’.
-
¡Eres una
asquerosa, Sonia! – exclamó alzando la cabeza - ¡No pienses mal!
Teresa acabó riendo y me dejo
pasar para saludar a todas.
Entré en el salón y me las
encontré sentadas, muy serias y mirándome fijamente.
-
Perdón por el
retraso…
-
No hay tiempo,
tenemos que vestirte… ¡YA!
Gritó Emily de cachondeo.
Agarrándome del brazo, me
llevó hasta a la habitación de Teresa.
Suerte que está en la
planta baja, si no ya me habría caído por las escaleras.
Con todas detrás, cerró la
puerta y me tiró un vestido azul a la cabeza.
-
Pruébatelo, a
ver como te queda
Obediente así hice.
-
¡Guapa! –
exclamó Wendy.
Al terminar de hacer todo
para ponernos bien arregladas, salimos a la calle.
-
Mi sorpresa…
-
Después de la
fiesta, tu tranquila – dijo Angy sonriendo.
* * *
Muy torpe, di el pie
contra una esquina del lugar en el que estaba.
-
¡Ah!, ¡¿Es
necesario tener vendado los ojos?!
-
Por supuesto,
si no la sorpresa sería una mierda – contestó Teresa, que era la que me guiaba
por orden mía.
Suspiré y seguí el
trayecto, hasta que note como ascendía sola.
-
¿Estamos en un
ascensor? – pregunté.
-
Si
De nuevo empecé a andar,
hasta tropezarme de nuevo con una esquina.
-
¡Mierda! –
grité.
Elvira se empezó a reír de
lejos.
-
Ya llegamos –
informó Wendy, que parecía más emocionada que yo.
Se abrió una puerta y
avancé, parando de nuevo y sintiendo como me deshacían la venda.
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