Dos chicas altas y esbeltas se acercaban a mí.
Parecían enfadadas, ¿Por qué? Acaso les hice algo malo.
Cuando estuvieron a unos escasos metros de mi
cuerpo pude comprobar quienes eran, y la verdad, no las recibí con los brazos
abiertos.
Un ligero temor se apoderó de mí, ya hacía 4
meses que no las veía, ¿Qué querrían?
Una de ellas, llevaba un vestido negro y corto,
luciendo unas preciosas piernas de tez blanca. Su pelo es largo y negro, a lo
tipo emo sin duda alguna. Su cara, fina y pálida, llevaba una pequeña capa de
maquillaje negro.
La otra sin embargo, lucía un vestido rosa
chicle, muy desenfadado. Su cabello al igual es largo, pero rubio claro, un
poco rizado quizás. Su maquillaje es muy dulce.
Aun así las dos parecían muy enfadadas.
-
¿Nos recuerdas? – dijo Ana con un brillo
rojo en los ojos – creíamos que eras nuestra amiga.
-
Alicia, cariño, has engordado muchísimo –
comentó Mía, mirándome fijamente con repugnancia.
-
Se dejo influenciar por esas amigas
nuevas y nos traicionó.
-
Así se pondrá mucho más foca de lo que
estaba antes
Las dos rieron con malicia. Las observe sin
decir palabra, con las lágrimas saltadas por aquellos insultos.
Ellas dos fueron mis amigas durante mucho
tiempo, pero las dejé abandonadas cuando quise recuperarme. ¿Por qué me acosan
ahora?
-
Deja de comer – dijeron a la vez amenazadoramente.
Se acercaron un poco más.
-
¿No quieres tener mis piernas, gorda
asquerosa? – murmuró Ana, levantándose un poco el vestido negro.
-
¿Y mi cara, no la quieres? – dijo Mía
sonriendo, su voz era dulce, al contrario que su compañera.
-
No comas.
-
Vomita todo, vomítalo.
-
Así estarás como estabas antes, delgada,
bueno, mas o menos, por que seguías siendo una tía con las piernas y el vientre
hinchado.
Mía alzó la mano sonriendo.
-
Amor, si me das las manos volverás a ser
la chica esbelta a la que todos los tíos querían – sonrió un poco más – solo
debes darme la mano y jurarlo…
Alcé la mano y la aproxime un poco a la suya.
Solo 5 centímetros… un poco más….
-
¡ALICIA, DESPIERTA DE UNA VEZ!
Abrí los ojos al momento, y tan rápidos que
incluso Wendy pegó un salto del susto.
Me llevé la mano a la frente, estaba sudando
mucho.
Mi respiración era muy agitada, más bien casi
ni podía respirar.
-
¡¿Qué haces?! – exclamó Wendy aun
asustada.
-
Perdona… he
tenido… nada
Wendy bufó y me tiró un
cojín a la cara.
-
¡¿eh?! – me
quejé - ¿Qué te pasa?
-
Tú me dirás,
por si no lo recuerdas, hoy tienes universidad…
Sin perder más tiempo me
levanté, asustando de nuevo a Wendy.
Agarré la ropa que tenía
preparada y me la puse lo más aprisa posible.
-
Si es que lo
sabíamos… - seguía diciendo Wendy – Ya te vale Alicia, que para esto prefería
quedarme durmiendo.
La ignoré y salí de la
habitación a comer lo primero que viese.
Llegué a la cocina y saqué
del frigorífico un cartón de leche.
Bebí a morro, no tenía
tiempo para ponerlo en un vaso, ni siquiera para calentarlo.
-
Corre, que
llego tarde – me quejé.
-
Si, claro…
ahora las culpas van para mi.
Salí corriendo tan
concentrada en mis pensamientos que no vi como Mikel pasaba justo por mi lado.
-
¡Ten más
cuidado! – exclamó al pararse justo a tiempo antes de que le atropellase.
No contesté. Cogí el
maletín en el que llevaba todo lo indispensable para el día de hoy y salí por
la puerta con Wendy detrás.
Avancé a la moto y me
sorprendí, pues mi amiga se iba por su camino.
-
¡¿Para que
vienes si después no me acompañas?!
-
Para que no te
duermas y llegues tarde… anda tira para la universidad.
Arranqué y me dirigí allí
sin dudarlo. Llegaba tarde, y justamente el primer día.
* * *
Aula 18, aula 18… ¡¿Dónde
está el aula 18?! Ah, está aquí.
Suspiré aliviada al ver
que aun no habían entrado nadie, lo malo fue la vergüenza y timidez.
Había grupo de chavales
que conversaban animadamente entre ellos, y otros, como yo, que esperaban
solitarios en una esquina del pasillo.
Hacía mucho tiempo que no
pisaba algo así, es decir, desde que entré en el hospital no he vuelto a ir al
instituto.
<<Oh, no…>>
Un grupo de chicas
desviaron la mirada hacia mí.
Se fijaron en mi delgadez.
No es como antes, ahora más bien casi estoy perfecta, pero aun así, se notaba
algo de ella.
Intenté fingir que no lo
había notada, intentar que no se diesen cuenta de todo lo que me molestaba
aquello.
Se fueron acercando a mí,
poniéndome muy nerviosa.
-
¡Oye! – una de
esas chicas, la que parecía la más lanzada, fue la que habló - ¿Cómo lo haces?
-
¿El que…? –
respondí con timidez, pero con voz dura.
-
¡Estar tan
delgada, que morro! – dijo otra chica – por cierto, me llamo Natalia.
-
Alicia…
-
¿Y cómo lo
haces? – dijo otra, en total eran tres chicas.
-
Yo, bueno…
antes era anoréxica y… he salido hace poco del hospital y aun me dura esta
delgadez
No dijeron nada, me
miraban estupefactas. ¡Anoréxica, que asco de tía! Estarían pensando.
Sonreí con mucho corte y
avancé a la clase, el profesor acababa de abrir la puerta y los alumnos
entraban.
Al entrar decidí ponerme
en última fila, no porque me gustase, si no porque en primera siempre se ponen
los grupos de amigos y paso de cagarla el primer día.
Increíblemente, el grupo
de chicas de antes fueron hacia mí y se pusieron a mi lado. Sin preguntarme ni
nada, simplemente se pusieron.
Decidí no hacer caso,
estarían de bromas entre ellas o ya no quedarían más asientos.
Empezó la explicación, es
algo rollo, pues nos están diciendo que haremos durante estos cursos que quedan
y tal. Lo que más me gusto del discurso fue que si luchamos por esto,
llegaremos a ser grandes periodistas.
-
Oye…
La chica que se sentaba a
mi lado me dio un pequeño codazo.
-
¿Nos puedes
dar trucos para adelgazar?
Giré la cabeza hacia
ellas, muy sorprendida. Estas tías son gilipollas.
No contesté, no serviría
de nada. Ellas se pondrían de mal humor y yo la jodería el primer día… como
siempre.
Sonó la campana de salida
y como si fuera una bala, salí corriendo de la clase, dejando a ese grupo de
chicas detrás.
Esto es extraño, sueno con
Ana y Mía y ahora de repente esas niñatas me preguntan por adelgazar. Putas
casualidades de la vida.
· · · · · ·
Caí
rendida a la cama, como se notaba que hacía tiempo que no hacía gimnasia.
Al
salir de la universidad me entraron ganas de hacer un poco de deporte, aunque a
decir la verdad, eso solo era una excusa para no ir a casa.
Escuché
que la puerta se abría, Mikel probablemente sería el causante.
Resoplé
y cerré los ojos con la intención de dormir un poco, lo necesitaba bastante.
-
Alicia…
Reconocí la voz y
refunfuñé, poniéndome boca abajo en la cama.
-
Nos vamos de
fiesta, vente con nosotras
-
Tengo sueño
-
¿Estás bien?
-
Si, pero tengo
mucho sueño
-
Habrá mucho
alcohol, chicos guapos, música fuerte…
-
Dormir, quiero
dormir
-
Mikel se
traerá esta noche a una tía para fo…
No terminó la frase cuando
ya estaba levantada y cogiendo una prenda para ponerme.
Teresa no dijo nada, reía
al verme tan desesperada por marchar. No entendía porque me ponía así, y lo
entiendo.
No tenía gana ninguna de
llevar vestido, por lo que opte por un pantalón corto negro y un body blanco.
-
Me peino, me
maquillo un poco y nos vamos – informé a teresa, cogiendo la plancha para el
pelo.
-
De acuerdo,
tenemos tiempo.
Al acabar de hacer todo,
salimos de la habitación con rumbo a la fiesta.
Mikel estaba en el
pasillo, como siempre con su móvil hablando con alguien.
Al verme, no pudo evitar
echarme un rápido vistazo, pero lo ignore por completo.
Ya fuera del apartamento,
refunfuñé enfadada.
-
¿Qué pasa? –
preguntó Teresa.
-
No me puedo
creer que se traiga a una chica…
-
Es libre de
hacer lo que quiera
-
Ya, pero… ¿No
pueden quedar en casa de la otra?
-
¿Estás celoso?
-
No, por
supuesto que no, pero me jode tener que escucharles follar toda la noche.
-
Escucha
música.
-
O me traigo yo
también a un tío.
-
No empecemos
otra vez.
-
¿Por qué no?
Ya es mi turno de hacer algo bueno por mí.
Sonreí y me monté en la
moto. Teresa llevaba la suya propia, así que no había problema para ninguna.
Manejando la moto
recapacité lo que había dicho. ¡¿Cómo lo voy a hacer con un tío al que solo
conocería de unas copas y un baile?! A veces no sé ni lo que digo.
Llegamos y nos encontramos
a casi todas las chicas. Angy y Elvira no estaba entre ellas.
-
¡Hola! –
saludó Emily de buen humor.
Las dos le devolvimos el
saludo. Sonia también saludó. Menos…
-
Wendy, ¿no
dices nada? – dije riendo un poco.
-
Que te follen,
gilipollas
Las miré a todas
sorprendidas.
-
Bueno, al
menos hay una que me da la razón con eso de traerme a un tío…
Teresa me dio un cate en
el cuello.
-
¡Ah! ¡Qué
duele!
Wendy se separó del grupo
murmurando para ella misma.
-
¿Y a esta que
le pasa? – preguntó Teresa preocupada.
-
Ni idea, no
quiere decirlo – respondió Sonia, también un poco preocupada – estará con la
regla seguramente.
Nos encogimos de hombros.
Aunque yo no me quedé muy satisfecha.
La fiesta en la discoteca
siguió normal, aunque al poco de todo nos preocupamos bastante.
Wendy había desaparecido,
yo, como siempre, iba borracha perdida. Y Teresa había recibido una llamada
misteriosa y se había largado.
-
Mira Alicia,
yo me voy – dijo Sonia cabreada por el plantón de todas.
-
Lo mejor será
que me vaya yo también, o si no mis padres… - se excusó Emily.
-
Bona nit
Dije con voz de borracha.
Sabía porque se estaban
largando. No querían cargar conmigo de nuevo.
Suspiré y antes de irme
decidí ir al baño a refrescarme la cara un poco, quizás así se me pasaba la
borrachera.
Entré. Había solo tres
personas, y una de ellas me era muy familiar.
-
¿Wendy?
Me miró y dio otro trago a
la botella de Vodka que tenía al lado.
A su alrededor había más
botellas, todas vacías, y la mayoría contenían bastante grados de alcohol.
Me acerqué un poco a ella,
tambaleando.
-
¿Te has bebido
todo eso?
Asintió y otra vez bebió
un poco de Vodka.
-
¡¿Tú eres
idiota?!
-
No tanto como
tu
Le aparté la botella y la
tiré al suelo para que se partiera.
Las otras dos chicas que
había allí, se fueron un poco asustadas por la escena que estábamos montando.
Pelea va haber aquí, pensarían.
-
¡¿Qué haces?!
– gritó Wendy.
-
¡Sacarte de
aquí, gilipollas!
La agarré del brazo con
fuerza, clavando sin darme cuenta las uñas.
-
¡A mi me dejas
bebiendo!
Me tiró un bocado,
haciendo que la soltase.
-
Serás puta
Otra vez la volví a
agarrar, teniendo más cuidado de que no me hiciese nada.
Salimos de la discoteca
hasta llegar a la moto, la cuál la veía bastante borrosa, y eso me asustó.
-
Siéntate en la
moto – refunfuñé.
Mi amiga no opuso
resistencia y se sentó.
Luego fui yo, que me puse
delante confiando en mi misma.
Metí la llave para
arrancarla. No fue a la primera, ni a la segunda, más bien a la tercera.
-
Bueno, a la
tercera va la vencida…
De repente vi como Wendy
se salía de la moto, corriendo como si estuviera loca.
-
¡Mierda!
Corrí detrás de ella, pero
tropecé por culpa de los tacones.
Un grupo de amigos se
rieron al verme, pero les intente ignorar. Intenté.
Les miré con mala cara y
seguí mi camino detrás de Wendy.
-
¡¡WENDY!!
-
¡SOY LIBRE,
COMO EL AIRE!
-
¡¡WENDY HE
RECAÍDO EN LA ANOREXIA, JODER, TENÍA QUE DECIRLO!!
Se paró en secó y se giro
para mirarme horrorizada.
Hice una mueca de
culpabilidad y le hice ademán de que me siguiese.
Por suerte hizo caso y fue
hacia mí con la boca abierta.
* * *
Abrí la puerta, con Wendy
apoyada en mi. Yo también estaba borracha por lo que tampoco servía de mucha
ayuda.
Cuando la conseguí abrir,
vi lo que más temor me daba.
-
¡¡Hostia!!
Mikel estaba corriendo en
ropa interior junto a la chica que se iba a llevar a casa.
Suspiré e intenté no
mirarles mucho.
-
Esto… me
traigo a mi amiga, está borracha y…
-
¡VOMITO!
Wendy vomitó delante de
todos en el portal de la casa.
Verla de esa manera solo
hizo que me entrase ganas a mi, por lo que…
-
¡LO SIENB...!
Y plaf. Más vomito por el
suelo.
La chica que acompañaba a
Mikel se fue corriendo a su habitación muerta de asco. El no sabía como
reaccionar ante nosotras.
-
Eres mala
persona… - dijo Wendy al terminar de vomitar.
-
¿En seb… -
hice un poco más - ¿en serio? Después de traerte hasta acá toda borracha.
-
Me hubieras
dejado
-
Y una mierda
-
¿Y como se te
ocurre recaer en la anorexia?
Mikel dio un bote al
escuchar eso.
Le miré asustada.
-
Que no, que no
he recaído, es para que viniese…
-
¡HIJA DE PUTA!
Le di un guantazo a mi
amiga con mucha rabia. Ya se estaba pasando bastante.
-
¡¿PERO DE QUE
VAS?! – Grité cabreada - ¡¿ENCIMA QUE TE TRAIGO HASTA AQUÍ ME INSULTAS?! ¡VETE
A LA MIERDA, EN SERIO! ¡LÁRGATE SI QUIERES, UN CARGO MENOS!
Enfadada me fui a mi
habitación. Ya es lo que me faltaba, que me insultara una de mis mejores
amigas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario