jueves, 29 de agosto de 2013

Capitulo 16 [Segunda parte]

Jonathan, después de varias suplicas y unas pocas indirectas, acabó pillando porque quería dormir con el.
Parecía un poco contrariado, pero acabó aceptando. Habíamos quedado en el lugar de siempre, donde se hacen las carreras de motos.

-          ¡Mikel, yo también me voy! – exclamé alcanzando las llaves.
-          ¿Has quedado con alguna amiga?
-          No, he quedado con un chico, dormiré hoy con el

Los ojos de Mikel se abrieron de par en par. Sorprendido, se dejo caer en la pared.

-          ¿Ha… dormir?
-          Claro, igual que tu haces con tu amiga

Nos miramos a los ojos. ¿Esto es una pelea?.
Los dos nos decíamos nada más, simplemente aguantábamos la mirada.

Finalmente, suspiré y guardé el móvil y las llaves en el bolsillo del pantalón. Sonreí un poco y me mordí el labio al escuchar como Mikel refunfuñaba para si mismo.

-          Ya nos veremos mañana

Le guiñé un ojo y salí de allí, dejándole solo, esperando a su compañera.

-          ¡ALICIA, ESPERA!

Paré. Mikel ya estaba detrás de mí, y parecía muy rojo.

-          ¿Ocurre algo?
-          El chico con el que vas a quedar es… ¿con el que te besaste en el juego de la botella?
-          Especifica, besé a unos pocos
-          ¿Jonh? O…
-          Jonathan
-          Exacto, ¿es ese?
-          Por supuesto que si, ¿quién iba a ser si no?

Mikel miró al suelo, luego levantó la cabeza mirando al techo sin saber que decir.

-          ¿Querías algo? – pregunté como si nada.
-          Yo… pues que… nada. Que tengas cuidado y todas esas cosas
-          Lo tendré, se lo que hago

Me separé y acabé alejándome, hasta que le perdí de vista y no supe nada más de el en esos momentos.

Mi moto esperaba aparcada en la calle, solitaria pero bella como siempre. Al menos, para mi es bella, o mejor, casi todas las motos me son bellas.

* * *

Fue como un impulso. En cuanto llegué al lugar de las carreras, fui directa al comienzo para empezar a correr. Hacía unas semanas que no lo hacía y necesitaba despejarme un poco. 

Había llegado justo a tiempo, ya que estaban arrancando las motos. No me dio tiempo ha hacer nada, tuve que impulsarme hacia delante porque todo acababa de empezar.

Supuse que Jonathan ya me había visto. Resaltaba mucho entre los demás, sobre todo en ese mismo momento, ¡Una loca que se pone entre la carrera en el último segundo! Como para no mirar quien es.

Hoy no iba como otras veces, estresada por quedar entre las primeras, o que no me tirasen de un golpe al suelo. Todo era diferente, le prestaba atención a la carrera, si. Pero estaba confiada, mucho más de lo normal, como si ahora todo me saliese bien.

-          ¡Quita de en medio, tortuga!

Adelanto a uno de los motoristas, pero sin golpearla ni nada de esas cosas, solo por mi misma. Sonreía como nunca, y a una velocidad moderada, mucho más lenta que otras veces.

Y como siempre, acabé la segunda. Ya tenía en la mente que no iba a quedar primera, otra vez segundona, siempre por detrás de otros. Aquel pensamiento me lleno de tanta rabia, que ahora si que aumente velocidad e hice una estrategia que nunca había conocido y hecho en la vida.

Lo conseguí, estaba en primer puesto. Aumenta más velocidad hasta que alcancé la meta. Primera, por una vez en mi vida.

Salí corriendo de la moto y me abalancé sobre Jonathan, que esperaba junto a otros chicos. El me devolvió el abrazo con cariño.

Pero quería más, comenzar ahora lo que llevaríamos a cabo en su casa. Le besé con fuerza, el pobre al principio se asustó un poco y todo. Pero al darse cuenta de lo que pasaba me lo siguió, devolviéndolo con más fuerza que el anterior.

-          ¿Y esto? – preguntó separándose un poco de mi.
-          Te tengo ganas, y ahora calla…

Le iba a besar, pero el me cortó el beso. Le miré mal, eso no se le hace a una chica.

-          Pero mejor en mi casa ¿No?
-          ¿No te gustaría hacerlo en la calle? Pero escondidos. Sería muy…
-          Peligroso.
-          Y eso me pone, para tu información.

Hubo unos segundos de silencio.

-          No, no, mejor en mi casa
-          Está bien… madre mía, te veía más valiente

Así no soy yo. O eso creo. Me estaba comportando de manera dura por tal de poder hacerlo con el, algo muy raro en mí.

El resto de las horas se pasaron rápidos por el simple hecho de estar divirtiéndome como nunca, intentando borrar de mi mente todo lo relacionado con Mikel. Lo que no entendía es… ¿Por qué exactamente a el?

Pasa tanto tiempo, que ya era de noche, las doce de la madrugada exactamente.

-          Bueno… ¿Nos vamos a tu casa? – le miré a los ojos decidida.
-          Por supuesto

Antes de llegar a mi moto me besó con más fuerza que la otra vez. Le devolví el beso y sonreí con picardía.

-          Tranquilo… aun  tenemos tiempo – susurré mirándole los labios.
-          Ahora soy yo el ansioso

Reí y le di la espalda para alcanzar mi moto.


* * *

Todo iba demasiado rápido. Jonathan me besaba con prisas, ni siquiera me llevó a su habitación. Caímos en el suelo y seguimos ahí.  

Nuestras ropas desaparecieron, quedando perdidas por todos lados del pasillo. El me hacía caricias salvajes, algunas hasta dolían. Sinceramente, no me gusta que me traten así cuando estoy haciéndole.

Aun así no di importancia a nada, si Mikel lo hacía yo también.
Los ojos se me abrieron de par en par al decir eso. ¡Otra vez con Mikel en la cabeza!

Los cerré con fuerza y otra vez besé a Jonathan. Tampoco lo íbamos a hacer en el lugar más adecuado, ya que un suelo… pues duele un poco.

-          Joder Alicia…

Sentía como sus manos se trasladaban a la caderas, y de hay a bajar un poco las braguitas. Sin saber porque, me puse en una tensión horrible.

Empecé a respirar mal, pero Jonathan lo tomó por ‘’excitación’’ cuando todo era al revés. El me besaba, y de los labios fue bajando más abajo.

No, no podía más. La tensión se me acumulaba, los nervios me poseían. No quería hacerlo con Jonathan, no me sentía bien.

-          ¡QUITA!

Del gritó mi miró a los ojos. Aun respiraba mal, casi ni se me entendía al hablar.

Me levanté del suelo y me vestí lo más aprisa posible. Jonathan se hallaba confuso, no tenía ni idea de porque hacía esto.

Finalmente se levantó y me agarró del brazo y me tiró hacia el. Parecía enfadado, mucho.

-          ¡¿Pero que haces?!
-          No puedo…
-          ¡¿Lo que?!
-          ¡Que no puedo hacerlo contigo! Lo siento… me he precipitado.

Jonathan rió irónicamente. Me soltó con brusquedad, dañándome un poco.

-          ¿Y se puede saber porque la señorita no puede hacerlo?
-          No me siento aun bien, para… no se… quizás aun no he superado el miedo a que me vean.
-          ¡¿Pero que miedo?!
-          Déjalo…

Salí de su casa sin más. Estaba rota por dentro, por dejar plantado de esa manera a Jonathan, por no haber superado el miedo a desnudarme delante de personas…

¡Oh dios! ¡¿Y ahora donde dormía?!
Indecisa, marqué el número de Mikel en el móvil. Lo cogió en nada.

-          ¿Alicia?

Cerré los ojos frustrada. De fondo se escuchaba los gritos y risas de una chica. Solo con escuchar sus gritos me entraban arcadas y asco.

-          Oye… ¿Tu estás con la chica?
-          Hombre, como para no saberlo

Se escuchó un beso. Tragué saliva e intenté borrar aquel sonido de la cabeza.

-          Ah… perdona por molestar
-          ¡Espera pero que pas…!

Colgué antes de que preguntara. Hice una mueca, no tenía sitio a donde ir. Quizás podría llamar a Elvira, pero aun así…
También con ella podría hablar, puesto que Wendy se había ido con su otra amiga, sin decirme nada, que es lo que más me jode.

-          ¿Elvira?
-          Te mato, ¿Qué haces llamándome a las… ¡1 de la madrugada!
-          ¿Estabas durmiendo?
-          Me estaba acostando
-          Oh, bueno perdona…
-          ¿Qué ha pasado?
-          ¿Puedo dormir está noche en tu casa? ¡Si hace falta duermo en el suelo!
-          Pero… vamos a ver… ¿Por qué?
-          Mikel ha quedado con una chica en el apartamento para eso y yo… pues no tengo a donde ir

Me mordía las uñas de los nervios, destruyéndomelas.

-          Esta bien… pero mis padres no pueden saber nada
-          ¡Graciaaaaaaas!


En nada ya estaba en casa de Elvira. Llevaba la moto a gran velocidad, por lo que tardé menos de cinco minutos.

-          ¡Pst!

Justo cuando iba a llamar al timbre, la cabeza de Elvira salió por la ventana de su habitación.

-          ¡No llames, que se enteran mis padres!
-          Pues ábreme

Bajó las escaleras y me abrió. Hizo un gesto con el dedo para que no hablase durante el camino a su habitación.
Así hice, y al llegar, cerré la puerta y me dejé caer en la silla de escritorio.

-          ¿Pero que ha pasado exactamente? Parecías muy agitada mientras hablabas…

Le expliqué todo. Lo de Mikel y la chica, las carreras de motos, la ‘’noche’’ con Jonathan…

Ella escuchaba sorprendida, aunque no se impresionó tanto con lo de las carreras de motos.

-          Siempre te han gustado las motos, no me extraña que tarde o temprano acabaras haciendo carreras…
-          Ya, pero tía, que lo hago muy bien y llevo casi nada

Suspiramos. Estaba angustiada por todo.

-          ¿Y Mikel?
-          ¿Qué pasa con el?
-          Tía… el es libre de hacer lo que quiera, y ya sabes a que me refiero
-          Si, lo sé…
-          Pues no te comportes de esta manera. Si te jode que el…
-          Eh, eh, joderme nada, yo nunca he dicho que me joda
-          Alicia, estabas contándome muy indignada que estaba con una chica
-          Me indignaba por no poder dormir en mi apartamento… ¡Que en parte es mío!
-          ¿Tú que habrías hecho?
-          ¿Cómo? No te entiendo…
-          Alicia, has cambiado desde que saliste del hospital… ¿Qué hubieses hecho?

Pensé un poco en la contestación. Lo primero que se me vino a la cabeza fue vomitar sin parar, así me sentiría mejor. Por otra parte, era enfrentarme, ir al apartamento y quedarme en el.

-          Tienes razón…

Me levanté de la silla y sin decir nada, salí de casa de Elvira lo más aprisa posible.
Estaba asustada, no sabía que podía encontrarme al llegar al piso.

* * *

Abrí la puerta con los ojos un poco cerrados. Pero no había nadie… en el salón, claro.

En la habitación de Mikel se escuchaba cosas, muchas cosas, mejor no nombrarlas porque causarían trauma.
Apreté el puño y cerré con violencia la puerta, para que se escuchase el golpe.

Pararon. Sonreí un poco y me apoyé en la puerta, esperando a que Mikel llegase.
En efecto, llegó, tenía la cintura envuelta en una sabana muy fina, que por suerte no transparentaba.

-          ¡¿Qué haces aquí?! ¡Te dije que había quedado!
-          También es mi apartamento y no tienes derecho a echarme por un polvo. Hazlo con ella, pero a mi me dejas tranquila
-          Nos molestarás y…
-          Si mantienes la puerta cerrada no molestaré a nadie, así que mejor cállate.
-          Eh, eh, conmigo te relajas, mona. ¿Quién eres tu para venir a mi…?
-          ¡Nuestro apartamento querrás decir! Y soy Alicia, encantada

Nos estabas peleando, si. Una pelea extraña, pero, bueno.

-          Y ahora sin tu permiso, me voy a dar una ducha

Me saqué la camiseta delante de el para joderle aun más. Giró la cabeza al lado, pero me miraba de reojo con disimulo.
Intenté no sonreír y me dirigí al baño con tranquilidad.

Al entrar cerré la puerta y suspiré con un poco de tristeza. Me jodía discutir, y sobre todo con Mikel.


Me miró al espejo y ahogué un grito de horror. Dos chicas estaban detrás de mi y me miraban fijamente. Sin duda alguna, eran Ana y Mia.

jueves, 22 de agosto de 2013

Capitulo 15 [Segunda parte]

Veía un poco borroso, pero aun así seguí por el sinuoso pasillo hasta llegar a la puerta del baño.
Entré y la cerré tras de mi, sin hacer el menor ruido posible. Me desplacé al espejo y lo contemplé, bueno, más bien contemplaba mi reflejo.

No estaba despeinada, extrañamente llevaba el pelo liso recogido con una trenza al lado. Tampoco llevaba pijama, si no un vestido largo y rojo.
Estaba confusa, ¿pero no me acaba de levantar de la cama? ¿Acaso no era de noche aun?
Y sobre todo, imposible que me hubiese vestido así media dormida para ir a la universidad, puesto que no tengo una ropa como esta.

Al darme la vuelta para irme, pegué un salto por el susto. Dos chicas estaban de la puerta, he iban vestidas igual que yo, solo que parecían mucho más delgadas.

-          Hola, cuanto tiempo – saludó Ana, como siempre muy seria.
-          ¿Nos echas de menos? – preguntó Mia con ternura.

Con terror negué con la cabeza miles de veces, intentando mirarlas a los ojos para no expresar miedo, algo que ya tenía.

Se acercaron poco a poco y empezaron a dar vueltas a mí alrededor, mirándome fijamente. Sin darme cuenta se me había ‘’ido’’ el vestido, intercambiándose por un sencillo pantalón corto y una camiseta tan corta que se podría poner de sujetador.

-          Menudos muslos te han salido – comentó Ana con asco – Son enormes…
-          ¿Y estos brazos? Cariño parecen gusanos… - Mia me levantó el brazo
-          Y mejor no hablemos de la panza que tienes…

Intentaba no escuchar sus críticas sobre mi cuerpo, pero todo fue imposible. Se me quedaban en la cabeza, retumbaban en ella.
Me giraron al espejo para que me viese bien, sin controlar ya estaba llorando. Quizás me había pasado un poco comiendo.

-          Si vuelves con nosotras haremos que vuelvas a estar delgada

Como en el sueño anterior extendieron la mano, pero la volví a rechazar, no podía hacerlo.

-          ¿No quieres?

Y empecé a gritar de dolor, Mia me había clavado un trozo de cristal en el brazo, el cual me sangraba sin parar. Todo estaba siendo muy intenso.

-          ¿Seguro que no nos quieres dar la mano?
Cogí aire y alcé la mano para dárselo. Rocé las yemas de los dedos de Ana, prácticamente le estaba tocando la mano, haciendo el trato.

-          ¡¡ALICIA DESPIERTA!!

Abrí los ojos de repente. Estaba en mi cama, y Mikel a mi lado más blanco que nunca.
Intenté hablar pero no podía, me temblaba todo el cuerpo, sudaba y estaba llorando como en el sueño.

-          No parabas de gritar y he venido lo más rápida que me ha sido posible… pero no despertabas y empezaste a pegar…

Nos miramos a los ojos, las lágrimas aun no se iban, y la voz no volvía a mí.

-          Ven aquí

Nos abrazamos en silencio. Nada más había pasado unas horas desde la fiesta y nuestro último abrazo.
Cerré los ojos al notarle cerca, al notar como su calidez entraba en contacto con mi cuerpo.

-          Lo siento… - pude decir al final, aun sin separarme.
-          No debes pedir disculpas…

Suspiré y poco a poco, ya más calmada, me separé de Mikel, el cuál me agarraba por la cintura.

-          ¿Qué has soñado?

Recordé todo, era tan real… ese dolor, esa pena… todo.

-          No se
-          Alicia, te acuerdas perfectamente
-          Por favor, no quiero decirlo, ni contarlo, ni nada

Mikel quitó sus manos de la cintura y me cogió las manos, sonriendo un poco.

-          Bueno… tranquila, yo me voy ya ¿vale?
-          ¡NO!

Le apretaba la mano con fuerza para que no pudiese irse de mi lado. El me miraba sorprendido por mi tono al detenerle.

-          Quédate conmigo
-          Pero… ¿aquí?
-          No quiero quedarme sola
Sonrió de nuevo y se tumbó a mi lado, sin poder parar de mirarme.

-          ¿Tengo monos en la cara?
-          Me parece raro… hace poco no nos podíamos ni ver, y ahora me encuentro durmiendo contigo
-          Ei chaval, que si duermes conmigo es por lo que ha pasado, nada más

Decidió no comentar nada más, pero reía en silencio. En el fondo, yo también reía un poco por todo este cambio.

-          Duerme bien las tres horas que te quedan – dijo Mikel ya con los ojos cerrados.
-          ¿Cómo?
-          En tres horas tienes universidad
-          Hostia, verdad…

Resoplé y me tumbé también, quedando los dos en la misma posición y agarrados aun de las manos.

* * *

La universidad pasó muy rápida, tanto que no me enteré de nada de lo que explicaban los profesores. Pero me daba igual, al menos por ahora.

Tenía en la cabeza pensando en visitar a Wendy, puesto que hacía semanas que no sabía nada de ella, y me preocupaba bastante.
Su casa por suerte, no cogía muy lejos de la universidad, por lo que no debía caminar tanto.

Al llegar fue su madre la que me abrió, y se sorprendió bastante al verme.

-          Hola, ¿Está Wendy?
-          ¿Cómo que si está? ¿No te lo ha contado?
-          ¿El que?
-          Una amiga le ha propuesto vivir, bueno…
-          ¿Dónde...?
-          En Corea del Sur

Parte de mi se derrumbó, esto no podía ser posible. No, tío, no…

-          Gracias… - sonreí a su madre y me fui corriendo, furiosa con todo el mundo.

Una de mis mejores amigas se había ido sin avisarme de ni nada, joder. Si a mi me hubiesen propuesto vivir en Londres la primera en saberlo hubiese sido ella para que me diese una opinión.

Ya todo estaba yendo demasiado lejos. La llamaré, se va a cagar en todo.
Marqué su número a la velocidad de la luz, y en un segundo ya me estaban contestando.

-          ¿Hola?

Puse mala cara, esa no era la voz de Wendy.

-          ¿Quién eres? – pregunté borde.
-          ¿Quién eres tú? – la chica contestó mucho más borde.
-          Yo pregunté antes
-          Mira niña, que me digas quien eres o cuelgo
-          ¿Pero de que vas tú? ¡Qué me pongas a Wendy!

Colgó. Miré el móvil con odio y me llevé las manos a la cabeza. Hoy no estaba siendo mi día.
Al llegar al apartamento lo primero que hice fue coger el portátil, quería buscar información sobre el sueño de anoche.

-          ¿Qué tal estás?

Mikel acababa de llegar también de su universidad. Dejó las cosas en la puerta y se acercó a mí. Quité la página rápidamente, cambiándola por twitter.

-          Estás viciada a esto… ¿eh?
-          No más que tu

Nos sonreímos. Mikel estaba bastante cerca de mí, tanto que su respiración chocaba con la mía.
Decidí girar la cara, no quería que pasase nada entre nosotros, ahora que estábamos bien.

-          Oye Alicia… ¿Hoy puedes dormir en casa de una de tus amigas?
-          ¿Por qué?
-          Bueno… me traigo a una amiga – al decir la palabra amiga, le puso comillas – Y no sé, me gustaría tener intimidad.
-          Ah, claro, ya llamaré a algunas de ellas
-          Gracias – me dio un beso en la cabeza y llamó a alguien por el móvil, seguramente a su ‘’amiga’’.

No sé porque, pero me había sentado como un tiro aquello. No tenía ganas de ir con una de mis amigas, no sé porque, pero no quería.
Los ojos se me iluminaron y se me dibujo una pequeña sonrisa. Ya que Mikel lo hacía hoy… ¿Por qué yo no?

Llamé por el móvil a la persona que se me vino a la cabeza en el primer momento.

-          ¡Hola Jonathan! ¿Puedo dormir contigo esta noche?