Bueno, lo he puesto en grande pero aun así lo digo. En esta capítulo narra Mikel, para que no haya confusiones. Gracias por la paciencia de esperar a que suba capítulo. y gracias por leerme. ¡Disfrutar! :3
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[NARRA MIKEL]
El teléfono seguía
comunicando. ¿Qué pasaba? ¿Por qué no contestaba? No entendía nada.
Volví a llamar con la
esperanza de que esta vez si lo cogiera, pero no.
-
Se ha
acobardado… - murmuré enfadado
¡Pero si ella mismo dijo
que quería cambiar! ¡¿Por qué se acobardaba de esa manera así como así?!
No daba crédito. En
definitiva, Alicia era una niñata estúpida y cobarde. A veces, echaba de menos
cuando era más dura. Aunque también fuese muy mona en su ‘’estado tranquilo y
pasivo’’.
Saqué un cigarrillo y
fumé. Si, dentro de la casa. No había nadie que me lo prohibiese, así que… ¿Por
qué no?
El móvil empezó a sonar.
Sonreí y me lancé hacia el. Pero la sonrisa se me borró al instante al ver el
número. No era ella, ni mucho menos.
-
Eh tío –
respondí sin ganas, desilusionado.
-
¡Joder Mikel!
¡Llevamos casi una hora esperándote!
Cerré los ojos
maldiciéndome. ¡Había quedado y no me acordaba por culpa de la discusión!
* * *
Aun no me había
tranquilizado, y mira que había pasado casi dos horas después de la discusión. Incluso
mis amigos me notaban raro, como distante.
-
Si tan
preocupado estás, prueba a llamarla – dijo uno de ellos.
-
¿Arrastrarme
por ella? Ni hablar. Que haga lo que le de la gana.
En verdad me moría de
ganas por escuchar su voz, aunque fuese un simple ‘’Déjame en paz’’. Me agrada
que esté cabreada, se pone muy mona.
También pensé que quizás
me he pasado mucho al decirle aquellas cosas. Y si, tenía ganas de besarla,
aunque fuese un pico, pero al menos probar o rozar sus labios.
Suspiré e intenté no
pensar más en ella, poder disfrutar de la compañía de mis amigos, hacer las
tonterías de siempre.
Al final acabé disfrutando
del día y dejé de pensar en Alicia, no fue muy difícil al fin y al cabo,
aunque…
-
¿Si? – el
móvil estaba sonando y era un número desconocido.
-
¿Es usted el
señor Mikel Iglesias?
-
Eh… si
-
Por favor,
debe ir al hospital urgentemente.
-
¿Para qué?
¿Ocurre algo?
-
Una chica le
tenía en contacto de emergencia en su móvil, por lo tanto tiene la
responsabilidad de ir al hospital.
-
¿Pero a que se
refiere?
La mujer colgó. Miré a mis
amigos sin saber que hacer y decir. ¿Hospital? ¿Hospital para qué? ¿Y cómo que
número de emergencia?
Miré al suelo pensativo, y
al momento boté en el suelo. ¡Alicia!
-
De-debo irme…
- murmuré, corriendo hacia la moto sin responder a las preguntas que me hacían-
* * *
Llegué al hospital lo más
deprisa que pude. Parecía un loco en ese momento, mirando de un sitio a otro,
perdido.
Me acerqué a recepción muy
alterado, no para de respirar fuerte y de morderme las uñas, media rotas ya.
-
Disculpe…
La recepcionista me
ignoraba, puesto que hablaba con una enfermera que pasaba por allí.
-
Eh, un
momento… - ni siquiera me miró - ¡¿Quiere escucharme, cojones?!
Ahora si. Parecía muy
molesta tanto por mi comportamiento y por haber interrumpido su gran
conversación.
-
¿Qué ocurre
niño?
-
Me han llamado
-
Menuda
información nos das
Cogí aire, manteniendo
calma con esta mujer.
-
Decían que
alguien me tenía en números de emergencia
-
¿Cómo te
llamas?
-
Mikel Iglesias
-
Un momento…
Se fue de recepción en
busca de un médico, y de paso para cotillear un poco con las enfermeras que
estuviesen libres.
A los minutos volvió
acompañada de un hombre de unos 40 años más o menos.
-
Mikel, ven.
Seguí al doctor, más
nervioso que antes. Las manos me sudaban, todo mi cuerpo sudaba.
-
¿Qué ha
pasado?
No obtuve respuesta.
Entonces llegué a un pasillo amplio, en el que había varias puertas.
Habitaciones, obviamente.
Una puerta yacía abierta.
Me quedé sin habla. Allí estaba Alicia, tumbada en la cama.
Tiene los ojos cerrados y
parece estar en coma, o al menos inconsciente.
-
Cayó de la
moto al cruzar una curva, iría distraída y… bueno
-
¿Có-cómo está?
-
No muy grave,
algún hueso roto, le hemos vendado la cabeza y llena de arañazos. Pero nada
más.
Suspiré mientras me mordía
el labio. Todo era por mi culpa, o al menos, una parte de ello. Me dirigí a su
habitación sin decir palabra, y al entrar, la miré con tristeza.
- Lo siento… - murmuré.
Pensé en que sus amigos
debían saber lo que había pasado, por lo que opte en llamar a Wendy en primer
lugar.
-
¿Si?
-
Hola Wendy,
soy Mikel.
-
¡Hola! ¿Cómo
es que me llamas?
-
Alicia ha
tenido un accidente con la moto y está en el hospital… - ella no contestó –
creo que ha sido por mi culpa…
-
¡¿Y ME LO
DICES AHORA?!
-
¡Me acabo de
enterar, joder!
Colgó, así sin más. Ahogué
un grito de rabia, en este momento odiaba todo lo que me rodeaba, incluido a mi
mismo.
* * *
Ya había pasado unas horas
y nada. Alicia seguía en las mismas, aunque no parecía mal. Los médicos iba a
lo suyo y algunos amigos estaban a mi lado.
Àlex, cuando se entero, no
se separaba de mi lado, le agradezco todo lo que hace por mí, es como un hermano
mayor. Elvira estaba de los nervios, al igual que Teresa, Sonia, Emily…
- ¿Esa de hay no es Wendy?
– dijo Elvira de repente, levantándose de su asiento.
Todos miramos a un punto
fijo, y exacto, era ella misma. ¡¿Pero cómo podía haber llegado tan rápido de
Corea?!
- ¡¡Wendy!!
Ella y Teresa se
abrazaron. Todas se echaban de menos.
-
Joder, que
cambio has dado… - murmuró Elvira mirándola de arriba abajo.
-
Un cambio de
imagen no viene nada mal.
Me fije mejor. Se había
rapado el pelo por un lado y vestía… diferente. Además, se había teñido de
pelirroja.
Entonces se me quedó
mirando y fue hacia mí lentamente. Quedamos a una distancia moderada.
-
Mikel – dijo
en voz baja.
-
¿Si?
-
Eres… un…
¡¡HIJO DE PUTA!!
Se abalanzó sobre mí,
dándome golpes en la espada, la cabeza, la cara… ¡se ha vuelto loca!
-
¡¿Pero qué
haces?! – exclamé tapándome la cabeza.
-
¡¡Está en coma
por tu puta culpa!!
-
¡¿Y crees que
no lo sé?! ¡¿Crees que no me como la cabeza por ello?!
Dejó de darme golpes, pero
aun así no bajé la guardia.
Sonia y Elvira la alejaron
de mí y la llevaron a otro sitio para tranquilizarla, lo que hacía que se
pusiera más de los nervios.
Cuando la perdí de vista
suspiré, miré de nuevo a su habitación, por si alguna cosa del destina había
despertado. Pero no. Quizás el doctor mentía y estaba en un coma profundo.
-
Voy al baño… -
murmuré a Àlex.
-
Te acompaño.
-
No, no hace
falta.
-
Me da igual,
pienso acompañarte.
No dije nada más y fui al
baño con Àlex a mis espaldas. Es increíble el apoyo que da este tío.
Al estar allí me eché un
poco de agua en la cara para despejarme. Al mirarme al espejo se me notaba muy
cansado, ahora mismo lo que deseaba era un cigarrillo, aunque fuese uno.
-
Toma – Àlex me
leyó el pensamiento y sacó del bolsillo una caja.
-
Gracias
Cogí uno y el otro. Lo
encendimos con el mechero y empezamos a fumar, disfrutando de cada calada.
-
No paro de
comerme la cabeza por ella… - dije de pronto.
-
Mikel, para de
pensar, también iba a mucha velocidad, le pasaría en cualquier momento.
-
No… joder. Si
no la hubiese llamado no habría perdido el control. Hostia puta.
Quedamos en silencio y miré
a mí alrededor. Sonreí un poco.
-
Aquí fue
cuando nos escuchó hablar de ella hace dos años… - me mordí el labio – fui un
cabrón.
-
Mucho, en eso
debo darte la razón.
Le di otra calada al
cigarrillo.
-
¿Sabes? – dije
expulsando humo – estoy enamorado de ella.
Àlex me miró y sonrió. Era
la primera vez que admitía que me gustaba una chica, que dejaba atrás mi
orgullo.
-
Y la he cagado
bastante, pero juro que no más, que me la ganaré de nuevo, pienso enamorarla.
-
Mikel, ella ya
está enamorada de ti.
-
¿Y tú que sabes?
-
Porque se le
notaba. Se notaba que os gustabais desde hace meses, pero no decíamos nada.
Nos abrazamos. Así de
repente. Necesitaba un abrazo sincero en estos momentos.
-
Gracias por
todo, tete.
-
Para eso
estamos, Mikelino.
* * *
Pasaron horas, muchísimas
horas, y al fin el médico nos dio la noticio que tantas ganas tenía de
escuchar.
-
Ya ha
despertado, pero solo podéis ir a verlo uno de vosotros. No es conveniente que
se agobie con tantas personas.
Noté como todos me miraban
a mí. Tragué saliva, me iba a declarar, de la manera que fuera, pero lo iba a
hacer.