sábado, 9 de noviembre de 2013

EPÍLOGO

-          Elvira… ¿dónde me llevas? – pregunté un poco confundida.
-          Tranquila, déjate guiar.

Hice una mueca un poco cabreada. Últimamente a esta chica esta revolucionada. Como que estaba saliendo con Àlex desde hace seis meses.
Me había vendado los ojos así de repente y no sabía siquiera donde estaba, ya todo lo hizo en mi casa, sin explicación alguna.

En una parte del recorrido note como me quitaba las manos de los hombros durantes unos segundos, lo que hizo que gruñera.

-          ¿Dónde vamos? – volví a preguntar – me estoy enfadando.

No contestó, se mantenía en silencio.

-          ¡Tía, pero habla! – nada, no contesto, ni se inmuto.

Al fin, paró. Me sentó en una especia de silla y noté como se ponía delante de mí.
Me quitó la venda de los ojos y pude ver todo lo de mí alrededor.

No, no era Elvira la que me estaba guiando, al menos parte del camino, no fue ella.

-          ¿Mikel? ¿Pero qué…?
-          ¿En serio te crees que me había olvidado de que hoy hacíamos un año juntos? Tonta.

Sonreí mucho más que nunca. Flipaba en colores. Si, se comportó de tal manera esta mañana que creí que no sabía que era nuestro aniversario, por así decirlo.

Le fui a dar un beso, pero se apartó a propósito, dejándome con las ganas.

Me di cuenta de que estábamos en una especie de claro. En el centro había un pequeño escenario.

-          Como se que te encanta verme cantar – cogió un micro y lo encendió - ¿Qué tal si por hoy lo hago un poco?

Reí y arqueé una ceja, divertida.
Empezó a sonar la música y la reconocía al momento, muriendo de amor.

-          Com un nen petit, somio volar fins als teus llavis, creuar l’infinit, trobar-me amb els teus dits.

Me mordí el labio, emocionándome cada vez más. Me encanta esta canción, y que Mikel me le cantase pues…

Corrí al escenario mientras el seguía cantando. Sonrió al ver como me acercaba lentamente a el.

Apagó el micrófono, ya que ahora no hacía mucha falta, nos separaban centímetros.

-          I si em perdo tu em trobes, i si caic tu em recolzes. Quan la nit sigui més fosca la teva llum és la que em porta…


Quedamos en silencio. No hacia falta muchas palabras para describir lo que sentíamos en este momento.
Nos fundimos en un beso cálido y dulce. Pasó a ser una salvaje, rápido, pero sin dejar la dulzura a un lado. Nuestras lenguas se encontraban, sonreíamos en cada beso, las caricias nos paraban.

-          Te amo – susurré en sus labios, cerrando los ojos al notarle tan cerca.
-          Yo más, pequeña, yo más.

Le apreté con fuerza, apoyando la cabeza en su hombro, sintiéndome protegida.

-          ¿Un para siempre?

Le miré a los ojos y sonreí, asintiendo con mucha energía.


-          Para siempre.

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¡Y SE TERMINO LA NOVEEEEELA! Espero que os haya gustado, ya no habrá más parte, acabo del todo. Pls, decirme por ask que os ha parecido y tal: http://ask.fm/Alicialaloca
Jo, me da pena acabarla, pero que se le va a hacer... ais. Muchos besos y gracias por haberme leído y esperar a que subiera<3.
http://www.youtube.com/watch?v=cL_9w52Yunw esta en la canción que canta :).

Capítulo 20 [Segunda parte de la novela]

[NARRA ALICIA]

Los ojos me pesaban bastante, casi no podía abrirlos. Aun así, con un gran esfuerzo los abrí poco a poco, hasta ver el brillante techo blanco del hospital.
Si, sabía que estaba en el hospital y no porque me acordase del accidente, si no más bien porque pasé tantos años encerrada allí, que reconocía todas sus instalaciones.

Un médico que estaba en la habitación se acercó a comprobar como me encontraba.

-          ¿Qué tal? – preguntó mirándome fijamente.
-          Me duele todo el cuerpo…
-          Normal, tienes unos huesos rotos, dos costillas y te diste un buen golpe en la cabeza.

Resoplé e hice un movimiento brusco sin darme cuenta, provocando que el cuerpo me doliese aun más.

-          ¡Joder!

Me quedé quieta en la cama, maldiciéndome a mi misma. Miré a mi lado y encontré una ventana, por desgracia con la persiana bajada.

-          ¿Han venido a verme? – pregunté.
-          Si, y aun siguen.
-          ¿Pueden entrar? Necesito verlos.

Miré con tristeza al doctor, consiguiendo que al final dejase que entrase una persona. Algo es algo.

Cuando salió, cerré los ojos y recordé la llamada de Mikel y la caída de la moto. Fui muy torpe, tanto por coger el móvil y perder el control de aquella manera.

-          Hola…

Me quedé sin habla. De todas las personas que conozco, entró con el que menos ganas tenia de hablar… ¿O era al revés?

Al ver que no contestaba se acercó más hasta sentarse en una silla que tenía al lado. Notaba su mirada fija en mí, y eso me intimidaba.

-          Alicia, ¿Cuándo piensas contestar?

Abrí los ojos y le miré. Parecía muy preocupado, y pude notar como irradiaba tristeza. Se sentía culpable, lo pudo deducir.
Me dio mucha pena, estaba empezando a compadecerme y eso no podía ser. Al menos por ahora.

-          Hola – contesté sin más, sin apartar la mirada de sus ojos.

Se paso la lengua por los labios sin saber que hacer ni decir. Siempre lo hacía.

-          ¿Te duele mucho? – se señaló las costillas.

Miré de la manera que pude mi cuerpo. Estaba vendada entera.

-          Si, bastante. Sobre todo al moverme.

Suspiré. La situación era incomoda para ambos.

-          Oye… que lo siento mucho – dijo con una triste sonrisa en los labios.
-          ¿Lo qué sientes? ¿El puto daño que me has hecho? ¿Hacer que me volviese media loca? ¿Qué haya caído de la moto? ¿Qué casi me mate? ¿Qué…?
-          ¡Vale, vale! Soy un gilipollas y un cabrón. Y de verdad, siento todo lo que hice, mira, yo…

Se mordió el labio, pensativo. Miraba al suelo y parecía muy avergonzado.

-          ¿Tú que? No tengo todo el día.

Me cabreaba, mi voz temblaba a causa de los asquerosos nervios. Pero me mantuve firme.

-          ¡Mikel! ¡Sal de las nubes! ¡¿Qué pasa?!
-          Te quiero.

Me quedé con la boca media abierta. Esta vez me miraba a los ojos con mucha seriedad.
Después de dos años esto no podía ser real, quizás un sueño, o una simple broma.

-          Mikel… ¿va en serio?
-          Si. Llevo meses enamorado pero… no quería darme cuenta. Y tonto de mi, lo vi todo claro cuando tuviste el accidente.

Cerré los ojos muy frustrada. Notaba su mirada, como analizaba cada movimiento o gesto que llevaba a cabo.

-          Necesito pensar – dije finalmente.
-          Tranquila, te doy todo el tiempo que necesites.
-          Puedes… ¿irte?

Sonrió. Se levantó de la silla y antes de irse se me acercó para darme un beso dulce y cálido en la mejilla.

Al irse, resoplé con amargura y me acomodé en el duro colchón de la cama. Sentí un agudo pinchazo en el costado.

-          Joder… - murmuré enfadada.

Necesitaba tranquilidad. Un poco de relajación no hace daño a nadie, y menos a mi, en el estado que estoy. Pero claro, siempre hay personas que destruyen la armonía que se crea…

-          ¡¡Quiero ver a Alicia!! ¡Lo exijo, coño ya!

Empecé a reír como una posesa. ¡Wendy, esa es Wendy! Me carcajeaba de tal manera que lo único que hacía era hacerme daño en las costillas.
Pero me daba igual, necesitaba unas risas como esas. Al parecer, se me escuchó desde fuera, ya que callaron al instante.

-          ¡Weeeendy! – grité con un poco de trabajo.
-          ¡Aliiiii!

Reí mucho más. Esta chica está medio loca. Aun así la quiero mucho, aunque la cague a veces, como uno que me sé.

La enfermera entró de mala gana y me miró mal. Arqueé una ceja. No me daban miedo estas personas, ya estaba acostumbrada a tratar con ellos.

-          ¿Algún problema? – pregunté burlona.
-          Si, que debes descansar en vez de dar gritos.
-          Ya he descansado bastante. Quiero moverme.
-          Adelante, ponte de pie y camina.

Puse los ojos en blanco. No podía hacerlo, cualquier pequeño movimiento haría que viese las estrellas por culpa del dolor.
La verdad, la cabeza, piernas o brazos no me dolían tanto. Más bien eran las costillas, las jodidas estaban algo destrozadas.

Me quedé un poco pensativa respecto al ‘’te quiero’’ de Mikel. Si, flipaba mucho, demasiado. No sabía que respuesta dar, mis sentimientos hacia el son extraños.

Por una parte me gusta, es verle sonreír, hacer bromas, hablar, o cruzarme con una mirada suya y sentir mariposas en el estomago. Pero le odio, es un chulo de mierda, un cabrón y un imbécil.

* * *

Me levanté de la cama con un poco de torpeza. Habían pasado ya… ¿tres semanas?
El costado estaba mucho mejor, aunque me dolía al hacer esfuerzo como el de vestirme, por lo que mis amigas me ayudaban cuando debía hacerlo.

Wendy entró en la habitación muy sonriente y me dio un pequeño achuchón. No quería hacerme daño como cuando entro hace unas dos semanas. Me dio un abrazo tan fuerte que grite de dolor y me tiré a la cama media llorando.

-          Aun me parece sorprende tu cambio de imagen – comenté sonriendo de oreja a oreja.
-          Admítelo, amas mi pelo y ropa.
-          El pelo no mucho, pero tu ropa… dios mío.

Reímos. Recordé que hoy era el día clave. Al fin le daría la respuesta a Mikel, el pobre estaba muy desesperado.

-          ¿Estás seguro? – preguntó Wendy con la mirada puesta en mi.
-          Si, completamente. Le di vueltas y sé lo que siento y no siento por el.

Salí de la habitación dejando a Wendy allí.  Esta no tardo en hacerme compañía.
Buscaba a Mikel con la mirada, me impacientaba.

-          Hablando del rey de roma, por la puerta se asoma – murmuró Wendy con un tono borde.
-          Tía, por favor… - susurré casi sin mover los labios.

Este se acerco y se rascó el cabello. Miró a Wendy un poco indeciso, y luego a mí.

-          Bueno… me voy a dar una vuelta – y se fue, dejándonos solos.

Le sonreí un poco sonrojada. No sabía como empezar, aun seguía confusa.

-          ¿Y bien? – preguntó Mikel con los nervios a flor de piel.
-          Antes quiero que me respondas a unas cuantas cosas…
-          Lo que quieras.

Le cogí la mano con suavidad y lo llevé a una pequeña terraza del hospital.
Esto me traía recuerdos, pero los borré de mi cabeza al mirarle a los ojos.

-          ¿Por qué me engañaste hace dos años? Ya sabes a que me refiero.

Miró al suelo sin saber que decir. Esto le había cogido de sorpresa, que era justo lo que yo quería.

-          Era idiota – contestó – no valoraba lo que tenía que valorar.
-          ¿Cómo te sentiste cuando me entere?
-          No se. Fue todo muy rápido, un poco mal quizás. ¿Y esto a que viene?
-          Tengo miedo.

Esta vez fui yo quien agachó la cabeza y miró al suelo. Pero Mikel me levantó la barbilla para que le mirase.

-          ¿Miedo? ¿De que?
-          ¿Y si lo vuelves a hacer? ¿Y si juegas con mis sentimientos de nuevo?

El suspiró. No apartábamos la mirada el uno del otro, bueno, yo lo habría hecho, pero no podía ya que me tenía agarrada.

-          No lo haré. Tenlo en tu cabeza, no pienso hacerte más daño.

Sonreí un poco. Le acaricié la mejilla con mucha ternura y el cerro los ojos.

-          Si… - susurré sonriendo más que nunca.
-          ¿Cómo?

Le besé. Tanto tiempo aguantando las ganas de besarle por mi misma y al fin podía. Me siguió el beso, sonreía y eso me gustaba.

-          ¿Estamos juntos? – preguntó separándose un poco de mi.

Reí y le abracé con fuerza.

-          ¡Imbécil! – reí más.
-          ¿Acabamos de empezar y ya me insultas?

Puso morritos, haciendo que no parase de reír más.

-          ¡Mis costillas! – me quejé intentando para de reír.
-          Vuelve a la cama, mujer.

Le miré con una pequeña sonrisita.

-          ¿Alicia? No habrás pensado en…
-          ¡Soy muy mal pensada! ¿Vale?
-          Ya se ve… hombre de por mi perfecto, pero como te jodas más las costillas, será culpa tuya.
-          ¡Calla!

Bajamos de allí con mucho cuidado. Sonrientes, felices, hasta podría decirse que enamorados.

Nos encontramos a Wendy sentada en un banco mientras miraba fotos en el móvil.

-          ¡Viciada! – grité.

Me sacó la lengua y fue hacia nosotros, también sonreía mucho.

-          Mikel, cuídala o ya sabes – le miró. Al final sonrió y le dio un pequeño abrazo.
-          Estará más cuidada que nunca.
-          Miedo me das… - murmuré en voz baja.


Me escuchó y me dio un pequeño beso en los labios, juntándome un poco más hacia el. Nuestros ojos brillaban, al fin, podíamos ser felices sin ninguna complicación.

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¡Holiiiiii! Bueno veréis, a las cinco de la tarde subiré el epílogo, que es el final. Así que muy atentos eh. Espero que os guste el nuevo capítulo. Besos<3