domingo, 23 de junio de 2013

Capítulo 11

MENSAJE: ESTOS SON LOS CAPÍTULOS BUENOS!! QUE DISFRUTÉIS Y GRACIAS POR LEERME♥

------------------------------------------------------------------------------------------------------------


-          ¿Hoy vendrás?
-          ¿A dónde?
-          ¡Pues ha la charla de Joana!
-          Pues claro atontada
-          A ver al Mikel, ¿Eh pillina?
-          Pesada eres…
-          Ya, ya… ¡Mikel y Alicia se quieren!

Le tiré riendo la almohada de mi cama, dándola en toda la cara.
Me miró con la boca abierta y asintió maliciosamente.
Cogió la almohada y se puso sobre ella.

-          Pues ahora te quedas sin almohada
-          Tranquila, te la robaré sin que te des cuenta
-          Segurísimo que no

Me levanté, asustando a Teresa ya que creía que iba a hacer algo raro.

-          ¡Cagonaaaa!

Me hizo el corte de manga y murmuró algo que no entendí.

-          Alicia…
-          Que
-          ¿Por qué siempre vas con un chándal ancho?

Hice una mueca, pero sin molestarme.

-          Pues porque mi cuerpo me da vergüenza

Teresa puso cara de no comprender.

-          Verás… antes me ponía ropa ancha para que no se me notará la barriga – reí con amargura – ahora para que no se me noté que estoy en los huesos…
-          Mira que eres rara
-          Lo se, me lo han dicho muchas veces

Me miré en la cámara del ordenador portátil de Teresa. Se notaba un poco mi subida de peso y el pelo se me estaba recuperando.
Incluso se me estaban empezando a notar las caderas y las curvas.

-          Pero mis chándales molan…
-          Hombre chula, como que son de marcas buenas

Le guiñé el ojo y me coloqué bien la sudadera gris.

-          ¿Cómo vas con tu peso? – pregunté con curiosidad.
-          Bien, me estoy recuperando

Teresa sonrió con timidez.

-          Ya verás, dentro de poco estarás recuperada del todo
-          No se…
-          Que si, que te lo digo yo
-          Oye Alicia, cambiando de tema… mis amigas vienen mañana y… si tu quieres, me gustaría presentártelas

Sonreí con ternura.

-          Esta bien, me las presentas

La chica sonrió aliviada y aplaudió ella sola.

-          ¡Te caerán genial!
-          Mientras no sean como tu…
-          ¡Serás puta!
-          ¡Y mi coño lo disfruta!

Al instante las dos empezamos a reír.
Cogí el móvil y puse una canción que me encanta mucho, y seguro que Teresa reconocerá y se volverá como una loca: ‘’Herois del segle XXI’’ de Miquel Abras.
En efecto, en cuanto empezó a sonar, Teresa pegó un alarido y se acercó a mi móvil a escucharla mejor.

-          ¡De Pulseras Rojas!
-          Pues si. Mola ¿Eh?
-          ¡¿Qué si mola?! ¡Me encanta esta canción!
-          Cuando la escuché me enamoré de ella…
-          No sabía que veías Pulseras Rojas
-          Ya te dije en una ocasión que veía la serie… solo que sus actores pues no me llaman la atención de la manera que os atrae a ti y a otras…
-          Ha hostia si… es verdad, el día que nos conocimos
-          Exacto, el día que supe que estabas muy mal de la cabeza
-          Vete a la mierda churriburri

Me quedé un rato callada, asimilando la palabra extraña que me acababa de decir.

-          ¿Churri que…?
-          ¡Churriburri! Es una palabra que me inventado
-          Loca, loca, loca…

Empezamos a reír como si nada. Al fin y al cabo, Teresa se iba a convertir en una amiga, una amiga de las buenas.
·············

Salimos de la habitación con el tiempo justo para llegar a la charla.
Nos habíamos quedado dormidas y el tiempo pasó muy rápido. Demasiado rápido.

-          ¿Nos dirán algo? – preguntó Teresa preocupada.
-          No se…, no creo ¿No?

Aligeramos el paso y llegamos justo cuando Joana estaba empezando a hablar.
Muchas personas se quedaron mirando, haciendo que Teresa enrojeciera por la vergüenza.
Yo en cambio me mantuve pasiva e ignoré todas las miradas asesinas que nos lanzaban.
Estaba muerta de vergüenza, es cierto, pero debía mantenerme dura y no reflejar mi debilidad como he hecho estos meses.
Divisamos unas sillas al final del todo. Fuimos hacia ellas y nos sentamos sin decir palabras.
Escuché con atención cada palabra de Joana. Cada vez sus palabras me llegaban más y la comprendían mejor. Y eso bueno, significa que estoy superando una mala etapa.
Sin darme cuenta, mi mirada buscó a Mikel.
Estaba al lado de Alex y Igor, escuchando atentos, al igual que todas las chicas.
En un momento, su mirada se cruzó con la mía, mirándome atentamente.
Me sonrió y me dijo algo en voz baja que no entendí para nada.
Puse cara rara, dando a entender que no le escuchaba.
El chico se mordió el labio y miró de reojo su mano.
La observe atenta. Me estaba haciendo señas con disimulo, intentando que nadie le viera.
Nos señalaba a mi y a el, y luego a un rincón apartado del escenario.
Asentí y le sonreí con un poco de timidez.
Otra vez empecé a observar a Joana, pero con la mente en otra parte. ¿Qué querrá?
Al momento pensé mal. El y yo… solos en un rincón donde nadie nos vea…

-          No seas tonta Alicia… - murmuré en voz baja para escucharme a mi misma

Sin darme cuenta sonreí con la vista perdida. Sin escuchar nada.

-          ¡Alicia, coño!

El empujón de Teresa me devolvió a la realidad.

-          ¿Qué…?
-          ¡Estabas en otro mundo, tía! ¿Vas a coger el bizcocho o no?
-          Si, si…

Me levanté rápido y subí al escenario saltando las escaleras de dos en dos.
Alex fue el que me dio el bizcocho, hoy de vainilla.

-          Mikel está esperándote

Me guiñó el ojo y señaló con la cabeza a una esquina.

-          Gracias…

Le sonreí y bajé las escaleras con tranquilidad, pero con nervios en el fondo.
Me dirigí a donde había señalado Alex.
Pero no había nadie, todo estaba desierto.

-          ¿Pero donde cojones está? – dije con voz de mala leche, un poco cabreada

Miré a todos lados pero no aparecía. ¿me había tomado el pelo y en este momento se estaba riendo de mi?
Resoplé, y con seriedad, me di media vuelta para volver con Teresa.

-          ¡Pero tu a donde vas!

Mikel acababa de salir de su escondrijo y me había cogido en brazos.

-          ¡Suéltame burro! – exclamé riendo.
-          ¿Burro me vas a llamar? ¡Ahora si que no te suelto!

Me llevó a cuestas por todo el pasillo, riéndose de mis quejas e incluso algunas súplicas.

-          Te dejo en un banco porque ya me estás dando pena…

Le di un cate en la parte de atrás del cuello.

-          ¡Eres una agresiva, niña!
-          ¡Y tu un imbecil!

Me senté en el banco y empecé a reír a sola.
Mikel se sentó a mi lado y se me quedó mirando, sonriendo con dulzura.

-          ¿Y el bizcocho que llevabas?
-          Me lo he comido mientras me llevabas a cuesta
-          Que hambre, ¿No?

No hizo falta que respondiera. Mis tripas rugieron con fuerza.

-          ¿Has comido antes? – preguntó Mikel con seriedad.
-          Si, pero… la comida del hospital está malísima y no me llena mucho…

De repente, me cogió de la mano y me levantó del banco.
Me empezó a dirigir a un lugar, pero paró y se me quedó mirando.
-          ¿Cuál es tu habitación?
-          ¿Perdona?
-          ¿Qué cual es tu habitación?
-          La 119… ¿Por qué quie…?

Me cogió de nuevo de la mano y se dirigió a mi habitación.
Al llegar, me sentó en la cama, poniéndose el a mi lado.
Me puse nerviosa, mal pensando más que nunca.

-          ¿Qué haces? – musité.
-          Espera…

Buscaba algo en el bolsillo del pantalón.

-          Aquí está…

Sacó el envoltorio de una tableta de chocolate y un paquete de patatas fritas.
Lo miré alucinada.

-          ¿Tienes el bolsillo mágico de Doraemon o que?
-          Más o menos

Reímos.

-          Aquí tienes – me puso entre las piernas las dos cosas.
-          Te agradezco el detalle… pero si me lo como luego no tendré hambre para cenar y…
-          Tranquila, yo hablaré con tu doctora y las enfermeras, ¿Vale?
-          Gracias Mikel…

Sin pensármelo más le abracé con fuerza.
Me devolvió el abrazo sonriendo, dándome luego un beso en la mejilla.
Abrí el envoltorio de la tableta y le di un bocado.
Jodidamente bueno. Es la mejor comida que he probado en meses.

-          ¿Te gusta? – preguntó Mikel con cara divertida.
-          ¿Qué si me gusta? ¡Me encanta!

Le di otro bocado a la tableta.

-          ¿Y tú porque empezaste con la anorexia?

Le miré directamente a los ojos, con extrañeza por la pregunta.

-          Pues porque paré de comer, empecé a vomitar…
-          Hombre, supongo que hiciste eso, pero me refiero a la razón por la que empezaste a hacerlo.
Esta vez, le aparté la mirada y la dirigí al suelo.
Recordando otra vez a Sergio, todo el daño que me hizo con tan solo unas palabras.

-          Alicia, ¿estás?

Pestañeé un poco y sonreí con falsedad.

-          ¿Por qué empezaste con la anorexia?

Me pensé la respuesta. Le puedo mentir, contarle toda la verdad o mandarlo a tomar por saco.
Decirle lo que realmente ocurrió… no. Rotundamente no.
No le conozco lo suficiente y ni siquiera tengo la bastante confianza con el.
Pero también me da pena ponerme borde con este chico.

-          Pues… empecé a verme mal porque… un día de bromas con unas amigas empezamos a hacer dietas… y la única que la siguió fui yo. Y entonces me acomplejé de mi cuerpo.
-          Joder, todas las chicas estáis locas

Sonreí con tristeza, manteniendo la vista en el suelo, sin apartarla ningún segundo.
De nuevo me llevé un trozo de chocolate a la boca, masticándolo con gusto.

-          Oye Alicia…

Gruñí como respuesta.

-          Cuando te senté antes en la cama… ¿Estabas pensando en lo que creo que estabas pensando?

Le miré con los ojos abiertos. El reía por mi expresión.
Me puse roja al instante. Había dado en el clavo.

-          ¡Lo estabas pensando!
-          Cállate…
-          Te hubiera gustado ¿Eh?

Me guiñó un ojo.

-          Oh, ni te imaginas – respondí con sarcasmo.
-          Seguro que te pirrarías por mis abdominales.

Se levantó un poco la camiseta, lo justo para dejarse los abdominales al aire.
Sin poder resistir los miré con aire de asombrada.
Mikel empezó a reír divertido.
Desvié la mirada y sin poderlo evitar también empecé a reír.

-          ¡Aquí estas Alicia!

Una enfermera entraba a toda prisa, y más al verme con Mikel.

-          La he traído yo, no se preocupe – dijo el chico al ver la cara de preocupación de la enfermera – está comiendo

La enfermera me miró detenidamente para mirar si es cierto.
Le enseñé la tableta de chocolate, media comida ya.

-          No hará falta que valla a comer, ¿No? – dije con cautela.
-          Bueno, si te comes esa tableta entera y el paquete de patatas que tienes al lado, te lo dejaremos pasar.

Hice con la mano el gesto de la victoria.
Mikel se levantó y se bajo un poco la camiseta, que aun tenía un poco subida.

-          Yo me voy ya, que me estarán esperando.
-          De acuerdo, y gracias

Nos sonreímos mutuamente.

-          Ya nos veremos para el próximo día
-          Eso espero…

Se puso de rodillas delante de mí.
Acerco su cara a la mía y me dio un beso en la mejilla. Un beso muy dulce.
Cerré los ojos, agradada por aquel beso.
Por unos segundos se me vino a la cabeza como sería besar a Mikel en la boca.

-          Nos vemos guapa

Se puso de pie y me apretó la mano para que despierte de mis pensamientos.

-          Eh… si, si claro


Me sonrió por última vez y se fue de allí, con una sonrisa en la cara que se notaba a cien kilómetros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario