viernes, 26 de julio de 2013

Capitulo 6 [Segunda parte]

Todo el día fuera, yendo de un lugar a otro, sea el lugar que sea, tenía que acabar.
Había llegado del momento de enfrentarme a Mikel cara a cara, y eso me ponía histérica.
Antes de entrar, Angy, Teresa, Sonia, Wendy y Elvira me desearon suerte, que cualquier cosa que necesitara que se las pidiese a ellas.
Creo que no me darían un arma para disparar a Mikel, creo que no.
Saqué las llaves del bolsillo del pantalón y abrí la puerta silenciosamente, esperando no encontrármelo.
Pero por supuesto, hay estaba el, sentado en el sofá jugueteando con el móvil.
Ni siquiera se percató de mi presencia, por lo que actué con rapidez para que no me viese.
Cerré la puerta con lentitud, luego salí corriendo de puntillas hasta llegar a mi habitación y esconderme allí.

<<¡Mierda! ¡No era esto lo que tenía planeado!>> pensé resentida << ¡Esto es exactamente lo que hacía con papá y mamá!>>

Suspiré, no podía hacer lo mismo que hacía antes, ahora soy libre y no pienso esconderme en mi habitación, no señor.
Salí, y muy decidida me lancé a donde estaba Mikel para aclarar asuntos, muchos asuntos con el.
Justo al entrar y verle en la misma posición que antes me acobardé, pero no me moví del lugar.
Sin querer tropecé el pie con una esquina de la pared, haciendo mucho ruido, pero peor fue el dolor.
Claro está, Mikel se enteró del ruido y giró la cabeza, sobresaltado.
Nuestras miradas se cruzaron, como hace un año cuando estaba ingresada en el hospital y él me observaba desde el escenario. La diferencia es que todo ha cambiado desde entonces, ya nada es como antes.

-          ¿Qué quieres? – preguntó con bordura.

Hice una mueca con desprecio y no le contesté, simplemente me dirigí a la cocina a disimular mis intenciones.
Estando allí resoplé y me llevé las manos a la cabeza sin saber que hacer.
No dio tiempo a pensar más, escuché como unos pasos se aproximaban hacia donde estaba.
Esos pasos pararon, puesto que estaban detrás de mí.
Cerré los ojos frustrada y sin hacerla caso cogí de una estantería un paquete de galletas.

-          ¿Cuándo te vas? – preguntó aun con bordura.

Su pregunta me sorprendió, tanto que me atreví a mirarle a la cara.
No me había percatado de que estuviese tan cerca de mi, tanto que al girarme nuestras narices se rozaron.
Su aliento se fusiono con el mío, haciéndome recordar todo lo que vivimos juntos, las cosas buenas.

<<¡Alicia, despierta!>>

-          ¿Cómo que cuándo me voy? – respondí entrecortadamente, sin separarme de él.
-          Este es mi apartamento

Reí con frialdad, flipando un poco.

-          También es el mió, chaval
-          ¿Y? ¿No pensarás compartir piso conmigo?
-          Si hace falta, eso haré, no me va echar ningún gilipollas de aquí

Le empujé y con el paquete de galletas seguí mi camino.
Por unos momentos quise ir a mi habitación, pero no, eso significaría temor.
Vacilante, me senté en el sofá, justo donde Mikel me estaba sentado, para joderle.
Posé los pies en la mesa y encendí el televisor, sonriendo un poco.
Mikel carraspeó en señal de molestia, eso solo hizo que me volviera más tozuda.
Que comience el juego.

-          ¿Te importaría quitarte de mi sitio? – dijo con voz irritante.
-          ¿Acaso lleva tu nombre?
-          No me obligues.
-          ¿Eh?
-          Que no me obligues, Alicia.
-          ¿A qué?
-          Lo verás si no te apartas.

No contesté, hice como si me diese igual lo que había dicho, aunque en el fondo temía lo que pudiera hacerme.

-          Pues muy bien, será por las malas…

El mundo se me vino del revés. Literalmente.
Mikel me había cogido por las piernas y me llevaba como si fuese un saco de patatas, lo gracioso era que lo hacía sin cariño alguno, al menos eso notaba yo.

-          ¡¡BÁJAME GILIPOLLAS!! – grité más cabreada que nunca.

Se dirigió a mi habitación y allí me deposito sin nada de cuidado, casi tirándome de la cama al suelo.
Lo noté perfectamente, justo al salir, creyendo que no me iba a enterar, me había dado una cachetada en el culo.
Furiosa me acerqué a el y le planté cara.

-          ¡¿Te crees que no me he dado cuenta?! – grité enfurecida.
-          ¿De qué?
-          ¡He notado perfectamente como me tocabas el culo!
-          No sé de que hablas…

Hizo ademán de irse, pero no se lo iba a poner tan fácil.

-          ¡Qué pesada eres! ¡¿Tanto me has echado de menos estos dos años?!

Me mordí el labio con el propósito de no hablar más de la cuenta, porque al final el que saldría mal parado sería el.

-          Me has tocado el culo – repetí con voz cansina.
-          ¿Y? Ya te lo toque varias veces en una ocasión

Quedé callada al recordar todo. Como sus manos se deslizaba por mi cuerpo, cada susurro y caricia…

-          Eres un cabrón…  - murmuré.
-          Seremos compañeros de piso… acostúmbrate.

Resoplé y decidí no decirle nada más, no valdría la pena.
Escuché como reía a mis espaldas. Apreté los puños con fuerza e hice oídos sordos, con bastante dificultad.

* * *

-          ¡Tranquilízate Alicia! – pidió Teresa.
-          ¡¿Cómo me voy a tranquilizar?! ¡¡El chico que arruinó mi vida vive conmigo!!
-          ¡QUE TE TRANQUILICES COÑO!

Todas miramos a Tara sorprendidas. Ella sonrió y se encogió de hombros.

-          Siempre funcionan mis gritos – dijo al cabo de un rato, después de que se fuera un poco la tensión.

Sonreí agradecida y me dejé caer en el sofá como vaga que soy.

-          ¡Alicia, una cosa! – saltó de repente Elvira, que también estaba con nosotras.

En total somos cuatro en la casa de Sonia.

-          Que pasa, no me pegues… - bromeé mirando a Sonia de reojo, que reía por mi comentario.
-          Dentro de cuatro días comienzas las clases de la universidad – informó.
-          A si, verdad
-          Wendy me dijo que ella misma vendrá a recogerte

La miré extrañada. ¿Por qué me tiene que ir a recoger?

-          No pongas esa cara, te conocemos y te quedarás dormida
-          Por supuesto que no, con cosas importantes nunca…
-          Con cosas importantes SIEMPRE te quedas dormida, cielo – sentenció Teresa.
-          Lo que vosotras digáis…

Rieron, me había quedado sin argumentos y lo notaron en seguida.
Lo admito, siempre llego tarde a los sitios si me conlleva levantarme de la cama, pero… soy humana joder, me gusta dormir.

-          ¿Y al final que vas a estudiar? – preguntó Sonia a la vez que alcanzaba una lata de Coca-Cola.

Sonreí con satisfacción al recordarlo, al fin uno de mis sueños podría hacerse realidad.


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